La confesión del asesino de Mònica Borràs: «Le pegué con lo primero que encontré»
Según la madre de la víctima, días antes del crimen, el homicida propinó varios golpes en la cabeza a la mujer
Jaume Badiella enterró el cadáver de su expareja en el patio de la vivienda donde residían, y los Mossos lo localizaron diez meses después
La empujó hacia el baño y la golpeó hasta en 14 ocasiones con un hacha . «Le pegué con lo primero que encontré», ha declarado este martes Jaume Badiella sobre cómo mató a Mònica Borràs , su expareja, el 7 de agosto de 2018. Ambos convivían en un inmueble de la calle Volta de Terrassa (Barcelona). Solo cuatro días antes, en el transcurso de una discusión, ella le echó de casa, pero no se marchó.
En el juicio en la Audiencia de Barcelona, Badiella ha relatado que el día del crimen volvieron a discutir y que en un «momento de desesperación» la atacó . Según su versión, presa del pánico, decidió enterrar el cadáver de Mònica en el patio de la vivienda que compartían y allí permaneció hasta que los Mossos d'Esquadra lo localizaron diez meses después, cuando él confesó haberla matado.
Aquel 7 de agosto, Mònica utilizó por última vez su teléfono móvil un minuto antes de las diez de la mañana. Nadie volvió a verla. No se había llevado su coche, ni su documentación, y Badiella interpuso, junto a la madre de la víctima, una denuncia por desaparición ante la policía catalana.
«Golpes en la cabeza»
Solo cuatro días antes, cuando se produjo la discusión en la que le pidió que se fuese de casa, la mujer había relatado a su progenitora que Badiella la había golpeado. Según ha indicado la madre, que también ha declarado durante el juicio, Mònica le explicó que el hombre le había dado «varios golpes en la cabeza» .
No pudo volver a hablar con ella porque tras la confesión, dejó de cogerle el teléfono. «Colgó y cuando yo la llamaba no me lo cogía», ha explicado. Mònica, según su madre, sufría un trastorno límite de la personalidad, y a esta circunstancia se ha agarrado el acusado para tratar de buscar alguna justificación al crimen: «Sentía que era un apéndice de una mente enferma. Estaba desesperado», ha relatado ante la Sala.
La Fiscalía pide para él 24 años de cárcel por asesinato con alevosía , mientras que la acusación particular solicita 27, por el agravante de parentesco.
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