El caso 'Macedonia', visto para sentencia: «del camarote de los Marx a una conspiración judeomasónica»

Las defensas cargan contra la instrucción, que se ha demorado más de una década

Confidentes o traficantes: la doble máscara del caso 'Macedonia'

El subinspector acusado en el caso 'Macedonia' hace uso de su derecho a la última palabra ABC

Elena Burés

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«Absolutamente delirante», « un a macedonia policial y judicial sin pies ni cabeza», «el camarote de los hermanos Marx» o «una conspiración judeomasónica». Así se han referido algunas defensas a la instrucción del caso 'Macedonia' . Una década después, y tras 14 sesiones ante la Audiencia de Barcelona, el juicio ha quedado visto para sentencia.

La investigación que supuso «una guerra entre Cuerpos policiales» -en palabras del letrado de uno de los acusados-, por la presunta implicación de algunos agentes en un entramado dedicado al narcotráfico, se fue desinflando hasta sentar en el banquillo a 17 personas. Entre éstas, el confidente policial Manuel Gutiérrez Carbajo y un solo uniformado: un subinspector de los Mossos d'Esquadra.

« Díganme ustedes una sola conversación en la que aparezca Josep R. hablando de narcotráfico . ¿Es razonable intervenir un teléfono porque un policía se reúne con un confidente?», ha alegado este miércoles José María Fuster-Fabra, abogado del mosso, que se enfrenta a una petición de 11 años de cárcel.

Confidentes

Homicidios, entre ellos el de dos policías en prácticas en 2004 en Hospitalet, y varios robos en domicilios. Estos son algunos de los casos en los que Josep R. contactó con confidentes para, bajo petición de algún compañero, tratar de obtener información para su resolución . Casualmente -ha ironizado el letrado-, pese a que estas conversaciones constan entre las intervenidas, la División de Asuntos Internos (DAI) no las consideró relevantes y no las transcribió -tuvo que hacerlo la propia defensa-.

Tras mantener contacto con los informadores, el subinspector daba cuenta de ello a sus mandos, pero la fiscal Ana Gil considera que esa actitud obedecía a cubrirse las espaldas tras saberse investigado. «Siguió el protocolo que marca el Instituto de Seguridad Pública de Cataluña», ha subrayado el abogado durante su informe final.

La consola

Otro de los aspectos a los que se había agarrado la Fiscalía para demostrar las supuestas irregularidades del agente es a una Playstation de la que Josep R. habla con uno de los investigados por tráfico de drogas, Iván N., también confidente. En la causa solo se incluyó una de las escuchas telefónicas, pero no las restantes: en las que se habla de reparar la consola y pagar otra nueva.

« Le compró una Playstation a plazos a un amigo y eso se mantiene como imputación de un hecho delictivo ....como tipificación jurídica lo veo complicado», ha deslizado su defensa. Sobre otro de los indicios que esgrime el Ministerio público, una conversación en la que el mando indica a uno de los investigados que ha «hecho lo que ha podido» para ayudar a un tercero a acceder al Cuerpo de Mossos , el abogado ha recordado que el opositor suspendió y que «cuando un policía trata con un confidente tiene que venderle humo».

Hay más, y es que entre las cuestiones que ha desglosado Fuster-Fabra ante la Sala está la ausencia de registro en el domicilio del agente tras su detención -tampoco le intervinieron el teléfono-, mientras que sí se realizaron entradas en los del resto de investigados. «Él no tenía el más mínimo interés, interesaba que él imputase a su superior, que, finalmente, acabó imputado», ha indicado en relación a Antoni Salleras, por aquella época responsable de Anticorrupción de los Mossos.

Trapero y Salleras

Lo verificaron el propio Salleras y su entonces superior, Josep Lluís Trapero , durante el juicio. La negativa de ambos a intervenir el teléfono de 16 guardias civiles les costó que el juez Joaquín Aguirre, titular del Juzgado de Instrucción 1 de Barcelona, les apartase de la investigación. Los Mossos determinaron que la incautación de 50 kilos de cocaína, de los cuales solo uno era droga, y el resto yeso y azúcar, se debió a una trampa entre traficantes y no a una trama de agentes corruptos .

El traspaso de las pesquisas de unos Cuerpos a otro s -Mossos, CNP y Guardia Civil-, ha propiciado que los letrados de los acusados hayan dedicado sus informes finales a cargar contra la instrucción. «Al final la DAI asume la investigación, pero es que este grupo se dedica a investigar si los policías cometen irregularidades, no a un grupo que trafica con drogas, como ellos mismos han reconocido. Por eso es un desastre», ha indicado la defensa de Iván N., que ha impugnado los pinchazos.

«Soy inocente»

En su turno a la última palabra, este acusado por tráfico de drogas ha indicado: «Durante mi declaración, el juez Aguirre solo me preguntaba por Josep R., y cuando le dije que mi relación era de confidente , me preguntó si así pretendía ayudar a mi mujer -imputada en la misma causa, y que ha llegado a un acuerdo con la Fiscalía, para no perder su trabajo, según ha manifestado su propia pareja-».

Por su parte, el subinspector de los Mossos, más escueto, ha reiterado lo que ya relató durante su declaración, que estos doce años han sido un calvario: « Soy inocente. Mañana tengo que ir a trabajar, y tirar de pena de banquillo y viacruci s ».

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