Campaña para salvar la capilla del colegio de la Inmaculada
«Una iglesia nunca debería ser destruida, además de ser un bien cultural es centenaria y de gran belleza»
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«Fue mi colegio de toda la vida» , dice Natalia Rabella al arrancar su alegato en las redes para defender la preservación de la capilla que ha estado durante años vinculada a su escuela de infancia. El centro en cuestión, que reúne a unos 400 alumnos, es la escuela Inmaculada Concepción, gestionada hasta ahora por la orden religiosa de las misioneras de la Inmaculada Concepción y que, por problemas de financiación, pasará a formar parte de la red educativa pública.
El colegio, que arrastra 140 años de historia y se encuentra ubicado en el corazón del Ensanche barcelonés, ha sido el primer centro concertado que, en virtud de un decreto aprobado en junio por la consejería de Educación que permite a los centros concertados con problemas de viabilidad sumarse a la red pública, pasará a depender del Consorcio de Educación de Barcelona, ente participado en un 60 por ciento por la Generalitat y un 40 por ciento el Ayuntamiento de Barcelona.
Desde el Consorcio se confirmó ayer a ABC que la actual capilla se va a destinar a uso educativo, pero sin aclarar aún si en ella se hará un gimnasio o una biblioteca. De igual forma, desde el Consorcio se negó de plano que exista la intención de demoler la capilla, pese a que el Ayuntamiento recuerda a ABC que no tiene protección individual dentro del catálogo de Patrimonio Arquitectónico. «No se va a demoler, entre otras cosas porque el Consorcio no es el propietario sino el arrendatario», añade el Consorcio.
«Rescatar»
Más allá de las reacciones que ha causado el cambio de titularidad del centro, entre ellas la de la Federación de Cristianos de Cataluña , que pidió en un comunicado «rescatar» las escuelas cristianas en peligro, la polémica saltó tras conocerse la intención de que la capilla dejase de tener usos religiosos. Ello ha generado una campaña en las redes para frenar lo que llegó a asegurarse que iba a ser la demolición de la capilla. Fuentes próximas al colegio, en contra de lo expresado por el Consorcio, aseguran que la intención es echar a tierra la capilla y dedicar el espacio a un gimnasio, algo «inconcebible» para muchos barceloneses, no solo los que han tenido vinculación personal con el equipamiento. «Fue mi colegio toda la vida. Pasa a ser público por falta de euros. Es normal que se convierta en aconfesional pero no hay que destruir una capilla, un bien artístico, cultural y religioso para hacer un gimnasio», denuncia Rabella. «Si la conocierais -la capilla- os horrorizaría la idea. ¿Qué no destrozarán para poder hacerlo funcional? Podrían haber elegido que fuera una sala de actos, o una biblioteca, por ejemplo», añade la exalunma del centro, que ha emprendido la campaña contra su destrucción.
«Una iglesia nunca debería ser destruida, además de ser un bien cultural es centenaria y de gran belleza... Es la iglesia de mi infancia y adolescencia. Prohibido tocarla », asegura Eva Sánchez, otra defensora de la capilla que ha expresado su opinión en la iniciativa de recogida de firmas emprendida por Rabella en la plataforma Change.org. En solo cuatro días ha logrado recaudar cerca de 5.000 firmas.
«Me horroriza la idea de eliminar un edificio que da personalidad, historia y es único en nuestra ciudad para poner un gimnasio. ¡Que tristeza mas grande! Se están cargando Barcelona, una ciudad única con mucha personalidad, pasara ha ser todo lo contrario. Es muy triste», apunta otra ciudadana en la plataforma Change.org . E-Cristians también han expresado su apoyo a la capilla.
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