REPENSAR CATALUÑA (6)

Alfons López Tena: «Cataluña avanzará porque está en España y la UE»

ABC realiza una serie de entrevistas para abordar la nueva etapa «post procés»:repensar, hoy, la Cataluña del mañana

Alfons López Tena INÉS BAUCELLS

Daniel Tercero

¿Y ahora qué?

Lo mismo, pero peor.

¿Otro 1-O?

No. Seguiremos igual dentro del sistema constitucional español y de integración en la Unión Europa, que es el marco estable. Llegada para España y punto de partida para el nacionalismo catalán. Pero estamos igual que hace veinte años.

¿Igual?

Sí. Tras el Estatuto de Autonomía de 2006 había dos opciones: quedarse como estábamos, es decir, en palabras de Zapatero: «Esto es para toda la vida»; o que Cataluña sea un Estado independiente. Todo fracasó. Por lo tanto, esto es para toda la vida...

¿Estamos sin incentivos?

Ya pasó lo de la Carta para Barcelona, la Mancomunidad, el Estatuto, el Puerto autónomo, la Zona Franca… todo esto sirvió para distraer, pero también como estímulo. Los sueños sirven de estímulo.

¿Esto se acabó?

Así llevamos doscientos años, más o menos. Decir ahora que «esto es lo que hay», pues, hombre, es normal que genere mucha frustración.

¿Los indultos a los líderes del «procés» ayudarían a negociar?

No ayudarían a nada. El fondo de la cuestión es estructural. La situación está y seguirá bloqueada.

¿Cómo se contenta a alguien que lo quiere todo?

No se puede. Además, la falta de poder sirve de coartada para la incompetencia, y esta, a su vez, genera más incompetencia que, asimismo, es menos castigada y más tolerada. Desde luego, la situación no es positiva para nadie. Pero es lo que hay.

No hay salida…

No. Ninguna.

Ni estabilidad española, ni independencia catalana.

Sí, estabilidad, sí. Económica y socialmente, Cataluña avanzará porque está en el ámbito constitucional español y de integración europea. Este marco evita que el intento de secesión sea gravoso.

¿Qué es el «procés» para alguien que lo fomentó con el lema «España nos roba»?

El «procés» no es lo mismo que lo que se vivió con el final del Estatuto, entre 2005 y 2010. Una cosa es este periodo, en el que se fermentó lo que luego sería el «procés» con estudios, análisis, consultas ciudadanas… y otra diferente es el «procés», en el que hemos visto que no había nada de nada. Como dijo Clara Ponsatí, iban de farol. Ni las famosas estructuras de Estado. En el «pre-procés» cuajó un movimiento que culminó políticamente, sobre todo, con Reagrupament y Solidaritat per la Independència. Unos 150.000 votos. Fue la primera brecha independentista. Pero el «procés» fue lo que iniciaron, a partir de ese momento, CiU y ERC, con Artur Mas y Oriol Junqueras al frente. Querían aprovechar aquella energía para retomar el Estatuto. Una estrategia creada por David Madí y Quico Homs. Generar una amenaza creíble para que nos hagan una buena oferta. Y así estamos.

¿Puigdemont, un autonomista?

Sí. Por la mañana, a las diez, dice que solo quiere negociar la fecha del referéndum de independencia con el Gobierno de España y por la tarde, a las siete, le pide que haga una propuesta para que la voten los catalanes. Si lo que uno quiere es el divorcio no tiene sentido esperar una propuesta de la pareja. Una de las razones por las que ha fracasado el «procés» es porque iban de farol. Y a veces de farol se gana, pero es imprescindible que el de enfrente se lo crea.

¿En este sentido, peor que en 2010?

Peor. Y peor que en el año 2000.

Sí que se va lejos…

El final del pujolismo. El «procés», y su etapa previa, no se pueden separar del «peix al cove» y su agotamiento. La crisis económica de 2008 tiene una gran importancia, sin duda, pero la ola de fondo es la liquidación del pujolismo. El cumplimiento del Estatuto de 1979. Se cumplió el Estatuto y nos quedamos sin objetivo...

Y colisionamos.

Sí.

¿Con ganadores y perdedores?

Creo que sí. Esto es un juego de suma cero. ¿Ha habido independencia?

¿Se puede gobernar España con una parte de Cataluña en rebeldía?

Perfectamente.

¿Con estabilidad?

Sí. No veo ningún problema. Si el día a día ha estado en conflicto, que ya creo superado, ha sido porque antes había dos partidos hegemónicos con el 85 por ciento de los votos y ahora no. Pero no los han perdido en beneficio de los independentistas, los han perdido en favor de Cs, Podemos y Vox, que a su vez querían sustituir a PP y PSOE. Si ha habido inestabilidad en España ha sido por esto, pero no por una supuesta crisis catalana.

¿Y la fuerza de ERC en el Congreso?

Ahí está. Trece escaños que, de una manera u otra, votan con el Gobierno. Así llevamos más de cuarenta años. Esto forma parte del sistema. Es más, el PSOE ha decidido que ya no hay pactos clásicos con el nacionalismo. Presentar a Salvador Illa a la Generalitat es ir a por todas. Ya no hay pacto para que el nacionalismo haga lo que quiera en Cataluña mientras colaboran con el Gobierno. Se acabó el «me apoyas en Madrid y haces lo que quieras en tu feudo catalán».

¿Es Torra nuestro Trump?

Bah. No. El más Donald Trump es Junqueras. Mas no se queda muy lejos. Aunque el que tiene el concepto del populismo autoritario es Junqueras. Lo tiene en la cabeza: dividir a la sociedad en dos partes, los que son el pueblo y los que no forman parte de él. Junqueras lo utiliza con el canónico «la bona gent». Es decir, los que no están con él... ¿qué son? Y no es una cuestión de apellidos, aunque ayudan. Gabriel Rufián es el ejemplo. El salto a la dialéctica amigo-enemigo es lo siguiente. Es muy fácil distinguir el bien del mal. Y a eso se le añade la mentira sistemática, el cinismo, la demagogia…

¿Será Cataluña independiente?

No. La mitad de los catalanes no quieren la independencia, y la otra mitad la desea pero no la quiere, tampoco. No es un problema de precio. Como me dijo un senador de los EE.UU. en 2011: «¿Su pueblo quiere la independencia o manifestarse por ella?». Estamos con la pandemia pero cuando pase volverán las manifestaciones.

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