Dudamel, en construcción

El maestro venezolano dirige la Novena de Mahler en el Liceo, en el marco de un intercambio con la Ópera de París

Dudamel, durante su actuación en el Liceo con la Orquesta de la Ópera de París paco amate

Pep Gorgori

Barcelona

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La esperada visita de la Orquesta de la Ópera de París con su director titular, Gustavo Dudamel, al frente, se saldó con un éxito apoteósico de público. A juzgar por la larguísima ovación recibida tras dirigir de memoria la Novena de Mahler, el maestro venezolano satisfizo las expectativas de un público entregado pero, a juzgar por los insistentes aplausos entre movimiento y movimiento, no del todo familiarizado con el ritual de los conciertos de música clásica. La notable presencia de azafatas y azafatos en el vestíbulo al final de la velada hace pensar que el patrocinador del evento, Rolex, invitó a un perfil de personas más interesada en lucir relojes que en escuchar música. Lo de las toses y los móviles sonando a cada momento lo dejamos para otro día.

Clásica

Dudamel en construcción

Imagen - Dudamel en construcción
  • Música: Mahler
  • Intérpretes: Orquesta Nacional de la Ópera de París. Gustavo Dudamel, director
  • Fecha: 20 de septiembre
  • Lugar: Gran Teatro del Liceo, Barcelona

Sea como fuere, Dudamel dio buena cuenta del genio musical que posee, gracias al cual se ha labrado una carrera que, más allá de lo mediático, se sustenta en un talento innegable. Su carisma y su sensibilidad lo llevaron a ofrecer una lectura emocionante de una de las cúspides del repertorio. Considerada una verdadera bisagra que une al siglo XIX con el XX, la última sinfonía mahleriana es una olla a presión donde lo melódico, lo harmónico, lo tímbrico y lo rítmico se lleva al extremo. La orquesta debe ser, más que nunca, un mecanismo de precisión que, además ponga la piel de gallina.

La Orquesta de la Ópera de París lució su sección de cuerda, con un sonido que, sencillamente, no es de este planeta. Las intervenciones de los violines segundos durante el movimiento que abre la sinfonía fueron absolutamente antológicas, y junto a sus compañeros de sección firmaron unos compases finales difíciles de olvidar.

Ahora bien, resultaría inexcusable dejarse llevar por ese júbilo y no señalar que la orquesta tiene sus fallos. Dudamel todavía trabaja para construir un sonido equiparable al que le hemos escuchado con otras formaciones. La sección de viento-metal (trompas, trombones, etc.) no estuvo a la altura de sus compañeros, especialmente durante el primer movimiento, el que requiere unos ataques más precisos y una afinación perfecta al ir cada nota imbricada con otros grupos instrumentales. En general, y pese a las claras indicaciones de la batuta, el resultado fue bastante borroso. Mejoraron en los dos últimos movimientos, con unos ritmos más fáciles de asimilar para una orquesta acostumbrada a lidiar con óperas, y no con repertorio sinfónico.

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