Artes&Letras

Teatro comprometido

La compañía vallisoletana Azar acaba de cumplir veinticinco años en una aventura escénica que ha dado a la luz una treintena de trabajos de sala, de calle, para adultos o para niños. Cinco lustros siempre «con los oídos atentos al mundo»

Francisco Mateo y Mercedes Asenjo en «Bruno XXI» F. HERAS

C. MONJE

Se ha reinventado más de una vez y ha tenido que superar muchos baches en veinticinco años de vida. Su historia es fiel reflejo de esa permanente mala salud de hierro del oficio, cuya cura es el «veneno del teatro».

El espectáculo infantil «Clon clowns» inauguraba a finales de 1990 el repertorio de Azar Teatro. La compañía vallisoletana nacía del germen de una asociación cultural y echaba a andar como empresa teatral, con Agapito Martínez Paramio en la dirección y con sus tres actores «históricos», Francisco Mateo, Mercedes Asenjo y Carlos Tapia, sobre las tablas. Pocos meses después, se incorpora como socio Javier Esteban, el actual director, y se completa el núcleo central de la formación. Veinticinco años y treinta espectáculos después, forma parte de la historia de la escena de Castilla y León. Acaba de celebrar su veinticinco aniversario con el estreno de una versión del Tartufo de Molière.

Ese texto del siglo XVII admite la lectura actual y crítica que ha buscado Azar Teatro a lo largo de su trayectoria. «Me gusta echar la vista atrás y descubrir que, sin haber ido por la vida con la bandera de querer ser transgresores, siempre ha habido compromiso, que estábamos con los oídos atentos al mundo», explica Javier Esteban. «Nos parecía que en el momento político que estábamos viviendo aparecía Tartufo por todos los sitios. Era tal cual, no había que cambiarle una coma. No es Tartufo se parezca a la vida, es que la vida se empeñaba en parecerse al teatro», añade el director.

Representación de «El juicio de Dayton» en la Feria de Ciudad Rodrigo F. HERAS

A esa misma reflexión crítica responde otro de los trabajos de referencia en la historia de la compañía. El que nació como « La última noche de Iordano Bruno» y que ha tenido dos versiones más como Bruno XXI, una de sala y otra amoldada a distintos espacios. Aquella primera adaptación cobró vida con el actor y director uruguayo Juan Carlos Moretti sobre el escenario. Diez años después, en 2013, nació el «Bruno» encarnado por Carlos Tapia para dar una vuelta de tuerca más al tema del abuso de poder y volver a reflexionar sobre «hasta qué punto uno puede a invadir las creencias o pisotear las ideas de los demás».

Ese triple trabajo ha sido «todo un aprendizaje», dice el director de la compañía: «Al hacer tres montajes hemos podido experimentar, romperlo, volverlo a recomponer… me ha dado muchísima libertad». «Todas las obras te dejan un poso, de todas aprendes», asegura Carlos Tapia, pero el actor también ve algo especial en Bruno, «por lo que significa el personaje, por lo que nos identificamos con él y porque en su día lo representó alguien que ha sido tan importante para la compañía como Juan Carlos Moretti». «Es un texto que nos conmueve. No es el único, pero sí es uno de los referentes importantes», señala.

Para todos los públicos

El mismo enfrentamiento entre ciencia y religión del texto original de Renzo Sicco está presente en El juicio de Dayton. Pero el grupo ha buscado la reflexión también en sus trabajos para el público infantil y juvenil, aunque no siempre ha sido bien entendido. «Clara y Daniel, supuso otra ruptura. Nos permitimos el lujo de hablar de la homosexualidad, de la identidad de género y de las adopciones homoparentales. Nos encontramos con piedras, pero afortunadamente hicimos muchas funciones», resume Javier Esteban

Otro hito en la historia de Azar es la «locura» sobre ruedas titulada Barroco Roll, con la que el grupo debutaba, en el año 2000, en el teatro de calle. Esa propuesta lúdica tampoco está exenta de crítica y sigue dentro del repertorio vivo de la compañía. Desde el principio se convirtió en un éxito nacional e internacional. «Para mover otros espectáculos teníamos que llamar y llamar, con este te salían de repente cuarenta bolos sin llamar a nadie», recuerda la actriz Mercedes Asenjo, quien reconoce que ese paso adelante no fue bien visto por todos: «Fue un problema en un momento, nos decían que cómo íbamos a hacer sala si hacíamos calle y que cómo íbamos a hacer calle si hacíamos sala. Qué ganas de ponerle puertas al campo. Hacemos teatro, señores».

Barroco es el primero de los tres montajes de calle firmados por Azar, pero esa experiencia más cercana al público venía de atrás. Desde que en 1995 la compañía comenzó a recrear mercados medievales, lo que también les había supuesto más de una crítica. «Nosotros amamos el teatro y lo hacemos con dos o con cinco actores, en salas o en la calle. Porque el teatro es todo esto», concluye Javier Esteban.

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