De Murcia a Palencia para sacar un paso 58 años después
Voluntarios de distintas comunidades autónomas se acercan a la capital palentina para ayudar a la Hermandad del Santísimo Cristo de la Misericordia con su procesión
Lo habitual es que no falten manos a la hora de alzar un Cristo. Lo habitual, también, es que las cofradías saquen sus pasos en andas cada Semana Santa. Salvo que el clima -o una pandemia- lo impida. Pero la Hermandad del Santísimo Cristo de la Misericordia de Palencia no es una orden corriente. Su paso -un Jesús crucificado del siglo XVI, del escultor Juan de Valmaseda- lleva desde 1964 sin salir en procesión porque le habían construido una carroza que pesaba mucho y no había suficientes personas para poder llevarla y lo dejaron estar. Hasta hoy. Ahora, 58 años después, han decidido volver a alzarlo en andas y, para ello, han tenido que pedir ayuda a voluntarios porque «no hay gente».
«En el 64, cuando dejó de hacerse la procesión pasó un poco lo mismo», explica el capataz del paso, Carlos Martín, en declaraciones a ABC:«No había suficientes hermanos en la época y se fue dejando hasta hoy», continúa para señalar que han intentado revitalizarlo varias veces en los últimos años, pero siempre surgía algún imprevisto medioambiental que lo impedía. La última vez la traba fue de carácter sanitario.
«Este año por fin podemos sacarlo, pero nos hemos encontrado con el problema de que no hay gente , así que hemos tenido que pedir ayuda y ser algo imaginativos para que personas que no pertenecen a la cofradía puedan alzar el Cristo», agrega Martín. Ahí es donde entra la figura del penitente, que puede acompañar a la orden sin ser hermano. «Llevan un traje similar al nuestro, pero sin el emblema», explica.
Han sido 13 los penitentes que se han desplazado hasta Palencia para sacar al Cristo que, finalmente, ha procesionado en la tarde del miércoles y que volverá a hacerlo a las 11:30 en la mañana de este jueves. Varios han llegado de las provincias colindantes, pero también han contado con gente de Madrid, Murcia y Tarragona.
«Ha sido muy curioso porque, vale, sí, muchos tenían familia y amigos aquí y se han animado, pero los murcianos -que son dos- no conocían a nadie», comenta divertido. La explicación es que allí pasa la situación contraria. Sobran nazarenos porque todo el mundo quiere participar. «Y, entonces, ellos se liaron la manta a la cabeza y se han venido para acá», añade.
Por su parte, una de las coyunturas a las que se enfrentan las cofradías pequeñas, a juicio de Martín, es el relevo. «Entre las edades de 30 y 40 años nosotros solemos tener un vacío generacional. Luego, cuando tienen hijos, suelen volver porque les gusta que formen parte de la tradición, pero es un escollo que nos pone en un aprieto», señala Martín.
Igualmente, otra de las curiosidades que rodean a esta pequeña orden es la situación de su cofradía hermana, la de Nuestra Señora de las Soledades que, también por primera vez desde 1964, sacan a su virgen de un confinamiento de medio siglo que, parece, toca a su fin. Virgen y Cristo pasean juntos.
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