Mascaradas, la Zamora mágica
Diablos, zangarrones, tafarrones, madamas, visparras y todo tipo de personajes estrafalarios y arcaicos salen a la calle en los doce días mágicos del año, entre el 26 de diciembre y el 6 de enero
El solsticio de diciembre marca el tiempo de las mascaradas de invierno la zona de La Raya, Galicia y el norte de Portugal. Su origen se pierde en la noche de los tiempos y podría estar en ritos iniciáticos paganos (ritos agrestres y ganaderos prerromanos) y en el paso de la adolescencia a la madurez, adaptados posteriormente al calendario cristiano. Unos hablan de la lucha entre lo nuevo y lo viejo; otros, de la eterna confrontación del bien y el mal. Mozos y quintos son los protagonistas de representaciones que siguen el común esquema de perseguir, azotar, tiznar y asustar a los espectadores y pedir el aguinaldo.
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Lo mágico, lo sacro y lo profano se dan la mano en lo que constituye un tesoro antropológico de la Península Ibérica que aspira a su reconocimiento como Patrimonio Inmaterial Cultural. Algunas, como Los Carochos de Riofrío de Aliste, gozan de la declaración de Interés Turístico Internacional. Sanzoles, en la Tierra del Vino; y localidades como Pozuelo de Tábara, Villarino tras la Sierra, Ferreras de Aliste, Vigo de Sanabria, Riofrío de Aliste, Sarracín, Abejera, Montamarta y San Martín de Castañeda son escenarios de unas representaciones que son santo y seña de sus gentes.
San Esteban
Con su máscara de cuero, penacho de cintas de colores e indumentaria de cuadros, el Zangarrón de Sanzoles (declarado de Interés Turístico Regional) sale a las calles a azotar a sus vecinos con vejigas hinchadas y a pedir el Aguinaldo, mientras los quintos efectúan el ‘Baile del Niño’ en la procesión, ataviados con capas españolas. También Pozuelo de Tábara vive su Tafarrón, con traje de centeno, y a su florida Madama, que estampana sus grandes castañuelas contra las cabezas de los más incautos.
Más al noroeste, en Ferreras de Arriba, celebran La Filandorra u Obisparra con cuatro personajes: los Guapos (el bien; el Galán y la Madama) y los Feos (el mal; la Filandorra, con tiras de colores y una corcha quemada para tiznar; y el Diablo, con máscara y pelliza). Las representaciones se suceden también en Villarino tras la Sierra, con El Caballico, el Pajarico y los Zamarrones, que perseguían a las mozas a ambos lados de La Raya. En la Sanabria mágica, Vigo ha recuperado su Talanqueira o Visparra, con los Visparros, con trajes de colores, percusiones y tenazas; la Talanqueira o Touro, que persigue a los vecinos; La Filandorra, moza próspera que lleva rueca e hilo; y los ciegos, que tiran harina a los asistentes. Casamiento, baile, aguinaldo y la quema de los ciegos conforman esta representación, muy parecida a la el vecino pueblo de San Martín de Castañeda realiza el día de Reyes.
Año Nuevo
Once personajes conforman Los Carochos de Riofrío de Aliste, de Interés Turístico Internacional: el Carocho Grande, el Carocho Chiquito, el Galán, la Madama, el del Tamboril, el del Cerrón, el del Lino, el Molacillo, el Gitano, la Filandorra y el Ciego. Es la más completa mascarada, que se prolonga hasta el anochecer. La aparición de los Carochos envueltos en humo, con sus gritos y enormes tezanas, es espectacular.
Muy cerca, en Sarracín, sus Diablos persiguen a los vecinos con caretas de corcho, tenazas y cencerros en una mascarada que integran la Filandorra y Rullón, el Ciego y el Molacillo, la Madama y el Galán y dos Pobres del Saco. La vecina Abejera celebra sus Cencerrones, que arrojan ceniza sobre los presentes.
Finalmente, el 1 y el 6 de enero, celebra Montamarta su ancestral Zangarrón, un diablo de vistosos colores y careta de cuero que hace sonar sus cencerros y azota a los vecinos con un tridente. El aguinaldo, la bendición de los panes y la venia a las autoridades conforman una mascarada en la que el bien somete al mal.
Son la herencia de la Zamora rural, una tradición que pasa de padres a hijos y sobrevive a los siglos.