Lotería de Navidad 2019

El décimo que vivió la noche salmantina y otras anécdotas del día de la Lotería de Navidad

La alegría se desbordó entre las familias que se acercaron a la escuela de judo a donde fue a parar la mayor parte del Gordo y que por cada participación recibirá 64.000 euros

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Un grupo de amigos celebran su fortuna en la administración salmantina que repartió parte del Gordo FERNANDO BLANCO

MONTSE SERRADOR

Ataviados con chaquetas rojas identificativas de la escuela de judo Seiza, Hugo, David y Yaiza son algunos de los pequeños que revolotean entre cámaras y micrófonos a las puertas de este centro deportivo en el barrio salmantino de El Rollo . No son los niños de San Ildefonso que han cantado el premio pero son igual o más importantes que ellos porque han vendido muchas de las papeletas de cinco euros (uno es para la escuela) del número 26.590. ¡ El Gordo ! No dudan en emular a los cantores y se arrancan a poner música al número de la Lotería de Navidad , al que algunos de los felices padres responden: «Cuatro milloooonesssss de eurosssss».

Hugo -diez años, cinturón naranja-verde- es uno de los 50 deportistas, la mayoría menores, que entrenan en la escuela . Ha repartido cuatro millones de euros así que espera con ansia la merecida Nintendo. Pero sus padres aspiran a algo más, a «tapar agujeros» o, incluso, «a comprar una casa un poco más grande». Mercedes es, además, la tesorera de la escuela Seiza y, aunque no cabe en sí de gozo, lamenta que «nos costó venderlas y al final devolvimos 133 participaciones». Pero eso ahora es lo de menos. Su familia, los Pérez Garrido, es una de las principales agraciadas porque sus otros tres hermanos y su madre también llevaban «papeletas» e, incluso, uno de ellos un décimo completo. Así que cuando avisan de que un Policía Local le va a poner una multa porque tiene el coche mal aparcado -«a pie de fiesta»- no lo duda: «Ahora mismo pago la multa con la calderilla del premio». Pero no hace falta porque el agente comprende que no es el momento de sanciones y deja vía libre al premio para un destino más que seguro : «Hipoteca a tutiplén que es mucho dinero y hay que quitarlo todo».

64.000 euros por boleto

Así que en la húmeda mañana en la c alle Filipinas de Salamanca llueve más champan que agua. La alegría es desbordante entre las familias que se acercan a la escuela y que por cada participación recibirá 64.000 euros. El director del centro deportivo, Francisco Valle, llevaba más de un décimo y tiene el premio ya colocado: un tatami nuevo de competición. Son 3.800 euros para los que no había conseguido financiación. Ahora ya la tiene y el lunes, anuncia, «habrá clase como cualquier día». «Soy feliz con lo que hago y así voy a seguir», asegura y recibe la ovación de sus pupilos, entre los que están Yaiza y Arón. La primera, con diez años, también repartió los boletos premiados, de forma que, como mínimo, espera, «la cazadora que se ve en la oscuridad», mientras sus padres desean «un pisito más grande y a poder tapar agujeros». Una intención muy parecida a la de José Antonio que sujeta en brazos a su hijo Leo, el pequeño responsable de que tenga cuatro participaciones premiadas: «Esta es la mayor alegría que me ha dado el fútbol», afirma, pero pocos comprenden sus palabras así que se explica mejor: «A Leo no le gustaba el fútbol, le cambié a judo y me ha tocado el gordo». Risas, gritos y más brindis y otro pequeño judoca de diez años, Javi, que advierte que él lo que quiere es un coche nuevo.

Y los turismos que pasan por la calle y hacen sonar el claxon porque ya todo el mundo sabe que la escuela de judo Seiza ha llevado la suerte a la ciudad y ha dejado 80 millones de euros. Dos establecimientos cercanos, una zapatería y una peluquería, también han contribuido vendiendo participaciones y «algo nos hemos quedado». Pero la suerte prefirió pasar de largo en una cafetería próxima donde hasta la semana pasada estaban a la venta 25 papeletas que finalmente devolvieron. El dueño del local tampoco se quedó ninguna. Ayer, al menos, sirvió más cafés, aperitivos, refrescos, vinos... y fue el encargado de abastecer de botellas de champán a los afortunados ganadores del premio gordo, que celebraban su suerte a la vuelta de la esquina.

Y mientras la calle Filipinas era un hervidero con la celebración, hasta la sede de la administración salmantina que repartió la suerte, ubicada en el centro comercial Carrefour , se acercaban un grupo de afortunados amigos que a última hora de la tarde del sábado habían comprado un boleto que resultaba ganador en uno de los Gordos más madrugadores que se recuerdan. Lo adquirían con otros tres décimos y con la sana intención de compartirlo entre todos. Celebraron la Navidad hasta las ocho de la mañana del sábado y dos horas después fueron despertados brusca y felizmente a medida que corría la noticia del premio. A Alejandro, el depositario del décimo, ayer le reprochaban que el boleto estuviera en un bolsillo toda la noche, aunque ya daba igual. Tocan a 30.000 euros por cabeza que «para un buen viaje ya llega», aunque Kiko deberá esperar para invertir en ocio. Fue padre el viernes así que hace suyo el refrán de que su hijo «ha llegado con un pan debajo del brazo».

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