ELECCIONES GENERALES

A Iglesias se lo ponen en bandeja en Valladolid

El líder de Podemos se luce ante un repleto Auditorio Miguel Delibes en una supuesta entrevista de sus afines

Pablo Iglesias echo mano de una pizarra para responder las preguntas de los vallisoletanos F. HERAS

I. JIMENO

Así se las ponían a Felipe II -aunque lo de monarquía y reyes no vaya con él-. Bajo la excusa de «Pregunta a Pablo» , el candidato de Podemos a la Presidencia del Gobierno, Pablo Iglesias, logró soltar su discurso, pero en un formato que trataba de dar la impresión de improvisación, pero con un tufo a todo preparado y orquestado para que el líder de la formación morada se entregara a su enfervorizado público y se luciera.

Para ello, en el auditorio del Centro Cultural Miguel Delibes, uno de los espacios más caros para alquilar en Valladolid, el partido que carga contra lo que llama «casta» fue respondiendo a las siete preguntas escogidas entre las más votadas de quienes se inscribieron -previa descripción de un perfil- en la página web de Podemos. Pizarra, rotulador y borrador en mano, Pablo Iglesias sacó sus dotes de docente y se sometió a lo que denominaron «entrevista de trabajo».

Un arquitecto y una ama de casa

Mucha escenografía y verborrea ante preguntas tan curiosas como el interés de Inés, una arquitecto técnico de 32 años, desempleada, e interesada en el Tratado del Libre Comercio; o Isabel, madre y en paro, cuyo mayor interés fue aclarar la postura de Podemos sobre los presos políticos en Venezuela, u otra vallisoletana a quien su preocupación se centró en si España seguirá en la OTAN y asumirá la deuda en armamento.

También opción, entre esas preguntas elegidas supuestamente sin premeditación - «son más difíciles que las de la tele», insistió él una y otra vez-, a que diese rienda suelta a su planteamientos sobre el paro, la educación o la renta mínima garantizada prometida. E incluso para someterse a unos de esos test psicotécnicos de las entrevistas de trabajo. Él en un globo, con Rajoy, Sánchez, Rivera y Alberto Garzón, sobre un mar de tiburones. El aparato pincha y tiene que optar por a quién tirar por la borda para no caer al agua. «Como se trata de vidas humanas», les llamaría a ponerse los cinco «espalda con espalda», matar al tiburón y nadar hasta la orilla, respondió Iglesias ante las peticiones del público, entre risas, de que lanzase a Rajoy.

Se hizo esperar

Eso sí, para deleitar a las más de 1.500 personas congregadas se hizo esperar. Y mucho. Con casi hora y media de retraso, Pablo Iglesias entró en el auditorio repleto y con algunos asistentes más en el recibidor. Tiempo para que los ánimos se fuesen calmando, porque con una organización que hizo aguas ante la impaciencia de los asistentes, tardaron mucho en acceder al interior. Primero los privilegiados con entrada para acceder a un acto público. El resto, de uno en uno, en una fila que desesperó a alguno hasta el punto de marcharse. Otros entraban despotricando.

Dentro, al grito de «Sí se puede» y con el líder regional de Podemos, Pablo Fernández, haciendo de «showman» para intentar animar el cotarro y hacer más amena la espera, y también con algún vídeo a todo volumen. Y para finalizar, discurso mitinero con llamada a la participación «cívica» con algunos bastante exaltados.

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