Empresas

Hostelería: una actividad bajo sospecha

Entre la preocupación y la amenaza de ruina, los hosteleros reclaman ayudas directas, rechazan que la apertura aumente los contagios y piden trabajar con medidas preventivas

Una de las recientes manifestaciones del sector hostelero contra el cierre HERAS

Ignacio Miranda

La Junta de Castilla y León revisará el 3 de diciembre los datos epidemiológicos para valorar la situación y decidir si reabre la hostelería, aunque desde mañana los establecimientos de Ávila y Segovia, por la buena evolución de ambas provincias , pueden retomar su actividad con limitaciones. Un atisbo de luz de cara al puente de la Inmaculada en la Comunidad, siempre que persista la actual tendencia de mejora. «Desde marzo, la mayoría de los establecimientos hemos cumplido todas las normativas impuestas, en muchísimas ocasiones por encima de las exigencias, al adaptar instalaciones y terrazas para cumplir distancias, aforos, ventilación... En este segundo periodo hemos seguido haciendo inversiones para disponer de nuevos espacios y cerramientos para mejorar la seguridad de los clientes. Ahora, obligar al cierre de los locales nos desmoraliza y nos lleva a la ruina». Así se expresa Ángel Blasco, presidente de la Confederación de Turismo y Hostelería de Castilla y León, quien lamenta que la gestión de la crisis recaiga «en políticos que se dedican a enredar, y no en verdaderos expertos sanitarios que busquen medidas para evitar los contagios».

A los hosteleros de Castilla y León les duele profundamente la «demonización» que vienen sufriendo desde hace meses, al igual que los alojamientos turísticos, el ocio nocturno y el comercio. Dicen sentirse «bajo sospecha». Las cifras apuntan que bares y restaurantes no son precisamente un foco de propagación, «y olvidamos que el turismo es el principal valor económico de nuestro país», señala Blasco, quien insiste en el perfil predominante de microempresas y autónomos al frente de los negocios y tilda de insuficiente el montante de ayudas anunciado por la Administración regional. «Por ahora no se ha hecho efectiva ninguna, no hemos visto un solo euro y no olvidemos que el apoyo ofrecido, a veces, consiste sÓlo en facilitar la concesión de créditos», afirma. En este sentido, reclaman ayudas directas «sin la farragosa burocracia, y sobre todo que nos dejen trabajar, porque no somos parte del problema y podemos ser parte de la solución de esta maligna pandemia».

Sus pronósticos son pesimistas a corto plazo. Aun con los establecimientos cerrados, existen unos gastos fijos de alquiler del local -en la mayoría de los casos-, electricidad, combustibles, cotizaciones e impuestos. «Sin ingresos y con gastos, muy poco se puede aguantar. Las pérdidas de esta terrible crisis tendrán que evaluarlas las administraciones competentes, pero es muy posible que el cierre definitivo de negocios de hostelería supere el 50%. Basta con salir a la calle y ver locales vacíos con el cartel de se vende o se alquila», presagia Ángel Blasco, quien recuerda todavía los retrasos de muchos trabajadores a la hora de cobrar los ERTE de las dos oleadas. Por ello, piden ayuda para el pago de alquileres, una revisión de las distancias de seguridad y una apertura paulatina de establecimientos. «Estamos siendo un sector muy castigado. Hemos trabajado duro en seguridad y prevención, hemos hecho incluso de policías, pero nos abocan al desastre por imponer unas medidas poco claras que vemos, día a día, que no son efectivas para contener la enfermedad».

Comida a domicilio

Entre los establecimientos que siguen al pie del cañón para llevar comida a domicilio se encuentra el conocido restaurante segoviano José María, que abrió sus puertas en 1982 con apenas ocho empleados que ahora son cien, tras haber diversificado su línea de negocio hacia los eventos y una granja gourmet. Hace doce años pusieron en marcha la iniciativa del «cochinillo viajero», para llevar el plato estrella de la gastronomía local a sus clientes, una experiencia acumulada que ha facilitado la apuesta por el servicio a domicilio desde el primer estado de alarma, ampliado a otros platos como judiones y raciones, junto a otras propuestas variadas hasta sumar una veintena. Un abanico que tiene muy buena acogida entre los segovianos, a quienes se reparte con medios propios para tener a menos trabajadores en ERTE, y fuera de la provincia, mediante un servicio especializado de transporte en frío.

Ängel Blasco, presidente de los hosteleros de Castilla y León

Según indica la directora del citado restaurante, Rocío Ruiz Aragoneses, el perfil del consumidor a domicilio es muy diverso, «cada vez más gente joven, familias completas, personas de mediana edad, gente mayor, muchos regalos... De hecho, durante el confinamiento hubo momentos muy emotivos con los envíos entre familiares». Dentro de ese espíritu de al mal tiempo, buena cara, «nuestra cocina no cierra nunca porque nos gusta llevar alegría a los hogares. A diario, son pedidos pequeños de personas que trabajan y, a partir del jueves, notamos que cualquier excusa es buena para disfrutar de nuestra gastronomía». Una alternativa que arroja buenos resultados, gracias al trabajo de imagen, empaquetado y la creación de un concepto distinto «que no es el futuro, también es el presente».

Al lado mismo de la catedral de León, Javier Gómez, todo un referente en la hostelería de esta provincia, es propietario del restaurante Camarote Madrid, y abrió recientemente un hotel de cuatro estrellas en un edificio restaurado, dentro de un concepto novedoso y exclusivo, con 16 habitaciones y una terraza de espectaculares vistas como espacio apropiado para tomar copas. Calidad, estilo y modernidad gastronómica son los emblemas de un profesional que ve con suma inquietud el futuro. Le cuesta mantener la esperanza. «Tenemos 30 empleados en plantilla. Nuestro mejor valor. Espero poder decir dentro de unos meses que seguimos todos, pero visto lo visto, no puedo ser optimista», confiesa Javier, que también destaca al miedo entre la población mientras no haya vacuna o una medicación de garantía.

El ejemplo de Madrid

Su reivindicación ante las administraciones resulta muy sencilla: sentido común. «Si nos cierran la actividad no podemos pagar impuestos, Seguridad Social, alquileres, préstamos pendientes, renting... Solo pedimos que nos dejen abrir y nos vigilen igual que a otros sectores», asevera el empresario, que también se muestra partidario de controlar con mayor rigor las fiestas clandestinas y reuniones en domicilios privados, y que las personas infectadas cumplan estrictamente en su casa la cuarentena. «Es ahí donde hacen falta más multas y, por supuesto, más rastreadores. Además, creo que tener los bares cerrados resulta a la larga contraproducente, porque la gente se organiza para juntarse por familias o por motivos de ocio». En su opinión, hay que analizar el ejemplo de Madrid, «donde se confirma que la hostelería no es la culpable. Allí, con los bares abiertos, han descendido los casos. Tienen que buscar en otro lado». Los profesionales, en definitiva, quieren trabajar, abrir sus barras y prestar el servicio esencial habitual con las lógicas medidas de precaución. Nada más.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación