«Hicimos de bomberos y casi morimos por salvar lo nuestro»

Un ganadero afectado por el fuego de Aliste narra a ABC las horas más duras del siniestro

Así quedó parte de la finca de Ismael Rey, dañada por el incendio más grave del año ABC

GONZALO CASTRO

El miedo continúa en el cuerpo de aquellos que sintieron de cerca el infierno de las llamas. «Veíamos el fuego a lo lejos y tuvimos tiempo de arar los alrededores de la finca, pero eso no funcionó. Cuando llegó no pudimos controrarlo. Entró en el recinto y arrasó con todo lo que pilló a su alcance », explica Ismael Rey, uno de los ganaderos de Vegalatrave más afectados. La comarca de Aliste, al noroeste de Zamora, cerca de la frontera con Portugal –conocida como la Raya–, tardará en olvidar cómo el incendio más importante del año en España ha arrasado con 2.090 hectáreas.

La intensidad de las llamas y la velocidad en su expansión sorprendió a todos los que se acercaron a ayudarle. «Hubo un momento muy tenso porque a cuatro hombres casi les coge el fuego. A uno de ellos tuvieron que atenderle porque no podía respirar». El incendio apareció antes que los profesionales: « Nos tocó hacer de bomberos y casi morimos por salvar lo nuestro. Nunca había visto a la gente del pueblo volcada de esta forma» .

«Las fuertes llamas se quedaron a dos metros de la puerta de casa. Se incendió una nave, la paja, el forraje y todos los pastos de la zona»

Ismael dirige junto a su hermano y su hijo una ganadería, ahora manchada de negro por las cenizas. «Nos ha quemado una nave con 1.000 paquetes de paja, el forraje y todos los pastos» , lamenta. Tampoco olvidará la imagen de sus animales, nerviosos y a punto de asfixiarse:«Tengo 70 perros de caza y los tuve que soltar porque una de las paredes de la perrera se estaba quemando. Huyeron todos, pero hoy (ayer) por la mañana ya habían vuelto todos uno a uno. También abrí la puerta a los terneros, que se fueron a la otra punta de la finca». Para su recuerdo, la impactante instántanea del camión de bomberos calcinado por el fuego, fotografiada en el medio de su ganadería.

Ismael no solo sufrió al ver cómo su lugar de trabajo había recibido una visita inesperada, sino que también fue alertado porque el fuego estuvo a punto de llamar al timbre de su casa. « Las llamas se quedaron a dos metros de la puerta. Pensábamos que se quemaría nuestro hogar . El calor estropeó el tendido eléctrico, se marchó la luz y no pudimos utilizar el agua del pozo de sondeo para intentar hacer frente al fuego», recuerda angustiado.

«Al final tuvimos suerte»

Aunque el incedio se originó en Lober, los municipios de Domez y Vegalatrave fueron los más amenazados por las llamas. El alcalde del primero, Pascual Blanco, que asegura «estar curado de espanto», confiesa que el sábado vivió una noche «muy complicada». «El viento nos atacó por todos los lados. Venía de un lado, del otro y al final nos rodeó el pueblo», sostiene. Eso sí, habla de fortuna: «Por suerte no ha pasado nada grave con nadie. Mi máxima preocupación es que alguna persona quedara calcinada entre las llamas ». Blanco recuerda que por un momento pensó que su municipio se iba a quemar por completo. «Los vecinos salieron de sus casas para ayudar con arados, con ramas y con mochilas y entre todos conseguimos que el fuego no entrara a las calles».

Una historia similar relata su homóloga en Vegalatrave, Maribel Alvárez, que no cerró los ojos hasta las 6.00 horas, cuando el «fuego se calmó». La alcaldesa vivió la jornada más difícil de su mandato. «Las llamas impresionaban, eran enormes. Todos pensábamos que iban a entrar al casco urbano» .

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