Artes&Letras
Filmoteca de Castilla y León: memoria compartida en cinco millones de imágenes
Custodia en Salamanca los archivos fotográficos de los autores que documentaron la vida de la Comunidad, sus paisajes y sus gentes, desde finales del siglo XIX y durante el siglo XX
Cuando a finales de los años ochenta se planteó la idea de crear la Filmoteca de Castilla y León, sus impulsores decidieron que el objeto de custodia y conservación no se limitaría a la imagen en movimiento. La fotografía encontró su lugar en el proyecto impulsado por la Junta de Castilla y León y se convirtió en el principal activo del fondo en cuanto a volumen. La fototeca conserva en la actualidad alrededor de cinco millones de documentos en todos los formatos, desde placas de cristal a negativos en película o positivos. Pero más allá de la apabullante cifra, su fortaleza reside en un contenido que guarda la memoria de la Comunidad, estampas que plasman la vida de sus gentes, acontecimientos de las nueve capitales de provincia y de muchos de sus pueblos, retratos de personajes anónimos y conocidos...
Sus autores: González de la Huebra, Venancio Gombau, Unturbe, Testera, Carvajal, Mayoral, Núñez Larraz, Salvador Polo... certifican que los muros de la Casa de las Viejas de Salamanca guardan la historia de la fotografía en Castilla y León desde finales del siglo XIX.
La directora de la Filmoteca, Maite Conesa, recuerda aquellos primeros pasos casi como una suma de felices coincidencias: «El Ayuntamiento de Salamanca apostó muy fuerte por el centro y se comprometió a facilitar los funcionarios; la Diputación tenía este edificio maravilloso en el que estamos, una casona del siglo XVII en el centro de la ciudad, que se rehabilitó con un cine en la parte de abajo; la Junta ponía la gestión y el entramado administrativo para que esto funcionase. La Filmoteca nació con una orden de 1989 de la que entonces era Consejería de Cultura y Bienestar Social».
El momento que vivía la fotografía también fue propicio. El formato digital aún no había aparecido, pero una generación de destacados profesionales estaba de retirada y los grandes estudios desaparecían del centro de las ciudades. En ese contexto cambiante, «aparece la Filmoteca y se convierte en la heredera de toda esa corriente, da respuesta a la necesidad de los fotógrafos profesionales de tener una casa, un lugar que sintieran como propio», señala Maite Conesa, ya entonces mano derecha del que sería el primer responsable del centro, Juan Antonio Pérez Millán. Ahí estaba una nueva institución para decir: «fíense de nosotros y tráigannos sus fondos». Y la invitación tuvo respuesta.
Primeras cesiones
Abrió al público en marzo de 1991 y ya había recibido archivos como el de Venancio Gombau, cedido por el Ayuntamiento de Salamanca. «Esos finales de los ochenta y comienzos de los noventa fueron espectaculares, gran parte de los fondos fotográficos importantes de toda la Comunidad llegaron a la Filmoteca entre el 90 y el 98, aunque no han dejado de llegar», precisa la directora.
La fotografía dejaba de ser por aquellos años un bien más de los archivos, «la hermana pequeña, siempre humilde, cotidiana, cercana». La evocación de modos de vida perdidos, el relato de un tiempo pasado pero familiar, «el reconocerse» en una imagen, provoca «un impacto emocional». Con la creación de espacios propios ese valor salta «del ámbito privado a la cultura pública» y potencia el vínculo entre la fotografía y la sociedad, subraya Conesa.
Una vez garantizada la conservación, la Filmoteca impulsó la difusión, con la colección de libros Patrimonio Audiovisual , el catálogo del fondo fotográfico y otros temáticos para acompañar a las exposiciones que recorren toda la Comunidad. Mientras, en la sede se ha desarrollado otra labor menos visible, la catalogación y digitalización, que sufrió un parón con la crisis de 2008. «Conseguimos rehacernos, con un presupuesto mínimo pero con todo el entusiasmo y la entrega que hay en las personas que trabajan en el mundo de la cultura», celebra la directora.
El plan de digitalización continúa . La Consejería de Cultura aportó el equipamiento necesario y el Ayuntamiento de Salamanca ha contratado en los tres últimos años entre cuatro y seis personas durante seis meses para sacar adelante la labor pendiente, que no es poca.
Basta un ejemplo: el fondo depositado en 2007 por Antonio Mayoral Fernández ronda el medio millón de negativos en distintos formatos, de los que se han positivado más de doscientos mil. Solo este archivo plasma la vida de Ávila capital y provincia a lo largo de más de ochenta años, desde 1921 a 2005. Acumula los frutos del trabajo de una saga de tres fotógrafos: Antonio Mayoral Encinar, uno de los primeros reporteros gráficos de la prensa abulense; su hijo Antonio Mayoral Fernández, que continuó junto al patriarca los reportajes para ABC, Estampa, La Vanguardia, Pueblo o la agencia EFE; y el nieto, Jesús Antonio Mayoral.
No es el único caso llamativo. El apellido Carvajal aporta a la fototeca cerca de 300.000 originales en 35 milímetros. El zamorano Primitivo Carvajal Santiago, corresponsal de ABC y Blanco y Negro e ilustrador de catálogos monumentales, también inició en Valladolid una tradición familiar continuada por sus hijos Primitivo y José Guillermo.
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