Elecciones Castilla y León

«Insatisfacción» y «decepción» tras el fallido contacto entre PP y PSOE

Ni quince minutos duró el encuentro de las principales fuerzas políticas, que acabó con fuertes reproches mientras el PP se emplaza a su cita con Vox

Mañueco y Tudanca se saludan antes de comenzar la reunión HERAS

M. Gajate

Los dos se sentaron a la misma mesa pero parece que acudieron a reuniones distintas. Nada tiene que ver el relato de uno y otro sobre el primer contacto entre el líder de los populares, Alfonso Fernández Mañueco, y el del PSOE, Luis Tudanca, para negociar la investidura del presidente de Castilla y León en la nueva legislatura. Aunque sus interpretaciones son diametralmente opuestas, en su discurso subyace en un denominador común: desencuentro absoluto antes de haber comenzado apenas a hablar. La vía de la abstención socialista para un gobierno del PP en solitario se enfría y la ruptura de las negociaciones de ayer remite al actual responsable del ejecutivo autonómico a encomendarse a Vox y lograr al menos su abstención para revalidar su cargo.

Las Cortes de Castilla y León, territorio ‘neutral’, acogían ayer ese primer cara a cara entre los dos líderes, que no hablaban desde el segundo debate de la campaña electoral en medio de una contienda que no fue amigable. Ayer, a su llegada, la predisposición de unos y otros al diálogo parecía buena. Tenían «la mejor voluntad». Pero cuando los medios gráficos acudieron a la sala en la que se habían reunido Tudanca y Mañueco con sus equipos para inmortalizar su salida de la cita se encontraron con un mesa vacía. Quince minutos habían permanecido sentados en ella. ¿Los motivos? No se ponen de acuerdo.

«Absolutamente estupefacto» decía sentirse el líder socialista -el primero en comparecer ante la prensa- tras la primera cita de negociación. Su visión era que no había habido tal y que a los quince minutos de conversaciones -que no habían dado, a su juicio, más de sí que para un planteamiento de intenciones sin concreción de ambas partes- sucedió una situación que le «costaba entender». Asegura haber pronunciado la frase «una de las cosas que nos diferencia es la corrupción», ante la cual afirma que Mañueco espetó: «Te dije que si utilizabas la palabra corrupción me iba» y «así hizo».

Tanto populares como socialistas apuntan que no había pautas previas de cara a la cita sobre si la corrupción podía estar encima de la mesa o no y desde el PP rechazan también que éste fuera el motivo por el que se levantaron. Mañueco argumentó que tras exponer una serie de propuestas para la negociación que el PSOE «rechazó» se había llegado a una «situación de bloqueo» y la cita simplemente finalizó.

Sea como fuere no parece haber solución a la vista. «Insatisfactoria» o «profundamente decepcionante» fueron algunas de las valoraciones con las que los propios protagonistas calificaron la cita de la que no se espera segunda entrega a la vista. Ambos acusan al prójimo de no tener intención real de una negociación. Y en todo caso, de existir, ésta se habría topado con el muro del cordón sanitario a Vox que el PSOE exige más allá del parlamento autonómico para otorgar su abstención a ese Gobierno en solitario que ansía Mañueco.

Entiende Tudanca que el líder del PP «no está dispuesto a aislar a la extrema derecha ni a nada, sólo a hablar de cómo seguir en el poder a cualquier precio» y que tiene «decidido desde el primer momento gobernar con Vox» -siendo Castilla y León «el primero en el que entrarían»- y por ello «dinamitó» ayer la cita con los socialistas.

Los populares consideran este «veto» como una «excusa» para «romper cualquier posibilidad de diálogo» . «Si quieren automarginarse es su decisión», sentenció Mañueco, quien apuntó que hubo «chanzas» cuando planteó su intención de un Gobierno en solitario y un «rechazo absoluto» a los ejes programáticos que llevó a la negociación - un grupo de trabajo para elaborar un programa legislativo que sustente la acción de gobierno, establecer una colaboración con el Ejecutivo central en materia de despoblación o definir una calendario de exigencias en infraestructuras al Ministerio de Fomento, entre otras-. «Desprecio, silencio y maniobras de distracción» fue la respuesta que dijo encontrar en su interlocutor a estas propuestas, lo cual enmarcó, por un lado en que «Tudanca no ha asumido su derrota. Es lo primero que tiene que hacer para poder sentarnos». Por otro, que «es una marioneta que sigue las instrucciones de Sánchez» al plantear el veto a Vox. Mientras, él, dice no depender de Génova: «Yo soy quien dirige la negociación», aseguró.

El miércoles, Vox

Tras el desencuentro, Mañueco, que aseguraba ser al que han «encomendado que sea el capitán del barco», continuará con la ronda de contactos con el resto de formaciones con representación en las Cortes con el fin de investir un nuevo presidente y evitar unas nuevas elecciones que ayer rechazó de nuevo. A las negociaciones acudirá «con la mano tendida», la misma política con la que aseguró que llegó a la cita de PSOE. Con Vox se reunirá mañana y a partir del fin de semana lo hará con el resto de fuerzas minoritarias que en total no suman los suficientes escaños como para obtener la mayoría junto al PP. Su destino pasa por los de Santiago Abascal o por Luis Tudanca y no parece tarea fácil después del desencuentro de ayer unir posturas con los socialistas, de manera que sin ellos en la ecuación, la aritmética parlamentaria hace que su Gobierno en «solitario» pase por el beneplácito de Juan García-Gallardo y éste quiere la coalición.

En el aire queda la configuración de la Mesa de las Cortes que en 2015 se abrió a nuevas formaciones tras la hegemonía histórica del PP y PSOE y que Mañueco entendió ayer que no era aún momento de debatir.

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