DÍA 7

Diario de una periodista confinada: la hora de la verdad

Coronavirus en directo, últimas noticias del covid-19 en España

Labores de desinfección en la residencia vallisoletana F. HERAS

MONTSE SERRADOR

Hoy me he levantado con los grupos de whatsApp echando humo. Me he asustado, la verdad, y no era para menos. La directora de la Residencia de La Beneficencia de Valladolid , Carmen Serrano, suplicaba ayuda para poder atender a sus mayores. El coronavirus ha dejado fallecidos y muchos contagiados, entre ellos los propios trabajadores. Este centro no es una excepción. La situación se repite por toda la Comunidad. Llega la hora de la verdad y de saber hasta dónde esta sociedad es capaz de responder y de implicarse. Me gustaría que este diario tuviese un tono siempre desenfadado, pero la situación es lo suficientemente dramática como para cambiar de tono y hoy empezar por este llamamiento

Dicho lo cual, volvamos al hogar-redacción de ABC. Anoche intenté aparcar el portátil en algún sitio inaccesible de la casa, pero al final pensé que no hay necesidad. Soy muy fácil ante este tipo de tentaciones, así que aquí estoy, afrontando el séptimo día de confinamiento con un fin de semana libre de tareas profesionales y con el #yomequedoencasa grabado a fuego. Los adolescentes tampoco tienen telecolegio, de forma que nos vamos a repartir las labores domésticas , que entre cuatro acabamos en un pis-pas. Lo cierto es que nunca he entendido por qué yo soy la que más tarda en limpiar una habitación (realmente, me temo que lo entiendo perfectamente). Voy a organizar un sorteo para repartir las estancias y evitar las discusiones habituales: que si «esta habitación es más grandes, que el baño no, que me da asquito…» A ver cómo se nos da.

Ayer abandone el hogar por causa mayor y más que justificada: fui a tirar la basura. Son poco más de cien metros desde mi casa pero me sentí cual Indiana Jones en busca del contenedor, mirando a derecha e izquierda por si había que dar explicaciones. Eso sí, en zapatillas de casa, para que no hubiese duda alguna de dónde venía y de que, con semejante calzado, no se podía ir demasiado lejos. Esto me recuerda que no estoy cumpliendo con una de las recomendaciones que me llegaron del Servicio de Protección de Riesgos Laborales del periódico: «Antes de sentarte frente al ordenador, aséate y vístete como si fueras a trabajar, te ayudará a marcar una diferencia entre el tiempo de trabajo y la vida familiar/personal». Lo de asearte, sobra decirlo, pero calzarte unos zapatos o ponerte una americana...tampoco hay necesidad. Y conste que eso no significa que haya que pasarse el día en pijama o con la ropa de fitness, que siempre hay un termino medio.

Por cierto, esta tarde he pensado que voy a ponerme unos tacones, para recordar qué es lo que se siente, aunque sólo pueda recorrer unos metros por el pasillo. Y ya de paso, igual hasta propongo que nos arreglemos un poco para la cena de esta noche en la que pienso abrir una buena botella de vino . «Madremía» de Toro me parece una buena opción. Sí, ya sé, esto es publicidad subliminal, pero son amigos. Habrá que darse una alegría, que fuera ya hay demasiadas penas.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación