Desarticulado en León un grupo especializado que vivía de los atracos a bancos

Se les responsabiliza de nueve asaltos en Castilla y León y Asturias en los que se hicieron con un botín de 747.000 euros

Imagen de archivo de la policía ICAL

ABC

La Policía Nacional ha detenido en la provincia de León a tres presuntos integrantes de un grupo criminal especializado en atracos a entidades bancarias, a quienes se les responsabiliza de nueve hechos cometidos en Asturias y Castilla y León, gracias a los que se hicieron con un botín de 746.972 euros en efectivo.

Las investigaciones comenzaron en el año 2019, cuando los agentes tuvieron conocimiento de la comisión de un robo con violencia y varios atracos a entidades bancarias llevados a cabo tanto en Asturias como en Castilla y León con un mismo ‘modus operandi’. Además, sus autores usaban una vestimenta muy similar y sus características físicas coincidían.

El primero de los hechos se remonta a finales del año 2016 , cuando llevaron a cabo un robo con violencia en un establecimiento comercial de la localidad leonesa de San Andrés del Rabanedo, donde consiguieron sustraer 17.877 euros. A este primer hecho le siguieron otros ocho atracos cometidos en entidades bancarias en las que dos personas accedían al interior mientras que una tercera permanecía en el exterior realizando labores de vigilancia.

'Modus operandi'

El ‘modus operandi’ empleado en cada uno de los hechos se caracterizaba por una serie de particularidades. Primero estudiaban previamente el lugar, luego efectuaban vigilancias previas sobre las sucursales bancarias objetivo de sus robos para observar movimientos, controlar la frecuencia de paso de posibles patrullas policiales y conocer el momento de mayor o menor afluencia, así como la hora de apertura por parte de los empleados.

También analizaban el modo en el que harían la entrada. En este sentido, en la mayor parte de las denuncias aprovechaban el acceso de los primeros empleados o del personal de limpieza para entrar al mismo tiempo. Seguidamente, retenían o amarraban a las víctimas con bridas y en la mayoría de las ocasiones las colocaban de rodillas y las inmovilizaban mediante bridas en las manos y en los pies.

Otra característica habitual en sus atracos era el encierro de empleados u otras víctimas en un despacho, almacén o baño para ser controlados por uno de los atracadores. Además, les indicaban a las víctimas que se despojaran de sus ropas de abrigo y bolsos. Al mismo tiempo, otro de los atracadores se dirigía a las cajas fuertes para coger el dinero acompañado por el empleado o director de la sucursal, al que no encerraban ni maniataban por ser quien tenía las claves de acceso para su apertura.

Para evitar ser identificados, actuaban con gorros, bragas de cuello, bufandas, gafas y abrigos que ocultaban su complexión . También utilizaban guantes, látex o esparadrapo en las manos para no dejar huellas. Por último, siempre portaban un maletín o bolsa de deporte para guardar el dinero sustraído en las entidades bancarias. Las investigaciones revelaron además el empleo de armas de fuego para intimidar a los empleados y clientes.

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