Derrumbes en el viaducto de Vega de Valcarce: del silencio de la montaña a un interminable desfile de camiones

Mientras se tratan de esclarecer los dos desplomes en la A-6, el tráfico se trastoca en su desvío a la nacional

Derrumbe de parte del viaducto del Castro en el municipio de Vega de Valcarce (León) ICAL

Eila R. Fillgueiras

Del silencio de la montaña a un desfile interminable de camiones. El doble derrumbe de dos tramos del viaducto de la A-6 en la frontera entre Castilla y León y Galicia estos días ha trastocado la vida de los pueblos enclavados en la N-VI, a la que el corte en la autopista obliga a desviar todo el tráfico convirtiendo la carretera en un río de tráileres que hacen temblar la tierra con sus toneladas. Como una herida en una mano, el corte en la vía es pequeño pero muy molesto e inconveniente.

Aunque afecta a una distancia menor de cinco kilómetros, la mitad del tramo que cubre el desvío pasa por el pueblo gallego de Piedrafita del Cebrero. creando un problema que se hace evidente nada más llegar. Entrando desde Galicia el tráfico es normal y fluido por la autopista, pero en cuanto los carteles avisan a los conductores de que deben tomar la carretera nacional justo antes del túnel que une las dos comunidades autónomas, los camiones se agolpan. Se avista de lejos una caravana que avanza a paso lento, formada casi únicamente por vehículos de transporte, y que atraviesa entera la pequeña localidad. El ambiente en el lugar deja ver que la villa no está en un momento de normalidad; la Guardia Civil trabaja en varios puntos de entrada hacia Castilla y León realizando varios controles, y las personas mayores observan el tráfico murmurando entre ellos, comentando esta nueva situación que no parece tener un fin cercano.

Por suerte, este murmullo de quejas cesa en la frontera; Castilla y León ha evitado el problema ya que el único pueblo de la comunidad que se ve afectado por el corte, Los Castros, es un lugar prácticamente deshabitado, que mantiene las vías antiguas estrechas por las que no pueden circular camiones. Es el núcleo más cercano a los derrumbes, y desde donde Emilio, un hostelero de la aldea que hace vida en Pedrafita, asegura haber oído el estruendo.

Y llega el verano

La época estival intensifica la afluencia de coches en todas las carreteras de España , especialmente en aquellas que traspasan fronteras entre provincias y comunidades. Si el tráfico vacacional se suma al de los camiones, el paso será mucho más lento con consecuencias tales como la casi imposibilidad de cruzar la calzada y un ruido todavía mayor del que ya existe. Los camioneros temen especialmente por la peligrosidad de ese tramo, que es «desigual y con diferencias de nivel», una característica desfavorable para los transportes que llevan mercancía que se puede desprender fácilmente, aumentando las probabilidades de que ocurra un accidente que sería desastroso si sucediese cuando hay más turismos en la carretera de lo habitual, como en verano. Y es que la eternización de este desvío es un escenario que desde la zona ven bastante factible que ocurra, ya que opinan que la reconstrucción del viaducto «va para largo, un año por lo menos» porque el Gobierno todavía no tiene fecha de reapertura.

Un punto de acuerdo entre vecinos y transportistas es una supuesta mala calidad de la obra. Ese tramo de autopista fue el más caro de España en su día, en 2001, pero en el pueblo están seguros de que «se hizo mal», y que esa fue la causa de los dos desplomes. Lo cierto es que el viaducto llevaba un tiempo en obras, y aunque las autoridades han apuntado a los trabajos de reparación como posible consecuencia del accidente, los lugareños y los camioneros recuerdan que el verano pasado ya se había cerrado el paso temporalmente tras haber detectado altos niveles de corrosión en el cableado del puente. A la zona ya se han desplazado los «mejores ingenieros» movilizados por el Ministerio de Transportes para conocer las razones del derrumbe de dos vanos en el viaducto del Castro en Vega de Valcarce (León) -no se descarta un tercero ya que la estructura está sufriendo movimientos-, una investigación en la que se busca también «plantear las mejores soluciones» para «actuar con la máxima celeridad posible».

José, que lleva casi tres décadas trabajando como camionero y solía circular en ese tramo, afirma que nunca le pareció una construcción segura y que ahora, aunque se certifique la correcta reparación de la obra, ni él ni sus compañeros cruzarán sin miedo por el viaducto. Y su testimonio vino como una premonición. Apenas un día después de comunicar su miedo por el futuro del puente cedía el segundo tramo del viaducto, intensificando la preocupación de los habitantes y las autoridades, quienes barajan ya una posible demolición de toda la infraestructura. Este último acontecimiento no hace más que elevar la exasperación de los cebreiregos afectados por el desvío que, si antes ya veían lejos la reapertura del viaducto y la vuelta a la normalidad del pueblo, ahora los más mayores dudan de si llegarán a verlo sus ojos.

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