El Cristo de las Injurias sobrevuela la Catedral de Zamora

Un equipo integrado por doce personas -cargadores y directivos- son los encargados de coordinarse para la delicada tarea, que se realiza mediante un doble sistema de poleas

Momento del alzamiento del Cristo de las Injurias ABC

Ana Pedrero

Sábado de Pasión en Zamora. Un año más se ha repetido el rito y el Cristo de las Injurias, titular de la Real Cofradía del Silencio, ya está en su mesa procesional tras ser descendido desde el altar de su capilla mediante un espectacular sistema de poleas que elevan a la portentosa imagen -catalogada como la mejor talla del Renacimiento español- sobre las cabezas de los presentes, cerca de las bóvedas del templo mayor de la ciudad. El Crucificado de mayor envergadura que posee Zamora sobrevuela las bóvedas de la Catedral ante el silencio y la admiración de quienes presencian el momento.

Un equipo integrado por doce personas -cargadores y directivos- son los encargados de coordinarse para la delicada tarea, que se realiza mediante un doble sistema de poleas: uno instalado en la capilla de la imagen, para sacarlo de su anclaje y descenderlo desde su altar, y otro desde una ventana cercana al trascoro, por el que la talla se eleva de nuevo para ser depositada en su mesa procesional.

Entre uno y otro proceso, el Cristo es depositado casi a ras de suelo y es entonces cuando los zamoranos pueden contemplarlo en todo su esplendor, tan cerca que se le acaricia con la mirada, tan al lado que impresiona por la magnífica perfección de su anatomía.

Decenas de observadores (en su mayoría fotógrafos, sobre todo en esta época digital) han acudido a presenciar la bajada del Señor de Zamora en un acto que siempre se realizó en la intimidad y que desde hace años concita la atención de devotos y curiosos que quieren presenciar uno de los ritos más espectaculares de los preparativos de la Semana Santa.

El Crucificado, joya de la imaginería del Renacimiento español, descendía de su emplazamiento habitual para ser depositado en su capilla, donde se procede a retirar el polvo con unos pinceles especiales, y ser trasladado a la zona del trascoro, donde ha tenido lugar la elevación de la imagen hasta ser anclada en su mesa procesional.

Los zamoranos podrán verlo en las calles de la ciudad en todo su esplendor el próximo Miércoles Santo, cuando la hermandad jure silencio a sus pies y más de dosmil cofrades lo acompañen en procesión. Zamora entera cabe entre sus brazos.

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