Coronavirus

El sector del libro fía al otoño «intentar» amortiguar el daño de su año «más difícil»

Libreros y editores dan el trimestre por «perdido» y piden la implicación de los lectores y el apoyo de las administraciones

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Una de las librerías que permanecen cerradas en Valladolid durante el confinamiento HERAS

H. DÍAZ

En el calendario de los libreros de Castilla y León si hay una fecha señalada en rojo ésta es la del 23 de abril. Desde hace «algún tiempo», este día registran uno de los principales picos de facturación del año. Supone, además, el inicio de un par de meses al alza en ventas gracias a las sucesivas ferias del libro que tienen lugar en las principales ciudades. «Poco a poco habíamos conseguido que una tradición más arraigada en Cataluña se fuese extendiendo y venía muy bien para recuperarnos de los meses de febrero y marzo, por lo general, flojos», recuerda la presidenta del Gremio de Libreros de Castilla y León, Pilar Pérez-Canales.

Por eso, ahora que se acerca la fecha, al sector se le hace aún más difícil si cabe la «compleja» situación que está pasando desde que se declarara el estado de alarma para la gestión de la crisis sanitaria ocasionada por el Covid-19. Dan el trimestre «por perdido» y aunque están acostumbrados a «vérnoslas con dificultades» -se califican a si mismos como una profesión en extinción-, nada comparable a las consecuencias que prevén que traerá esta situación. «Se avecinan unos tiempos muy duros», vaticina el presidente del Gremio de Editores de Castilla y León, Ricardo de Luis, en consonancia con la opinión de los libreros.

Tras acumular años de bajadas, el incremento de la venta de libros en un 1,3 por ciento el año pasado había abierto a los editores un «horizonte de esperanza» que se ha truncado este 2020 por completo. Al parón actual - «estos días los canales comerciales han estado prácticamente sin funcionamiento salvo algún pedido simbólico que se ha realizado telemáticamente»-, creen que se sumará la ralentización del comercio durante los próximos meses, «y damos por hecho un semestre sin actividad comercial». Además, añade, «está por ver en qué situación quedan las librerías y otros agentes del sector».

Por el momento, con el «aliento contenido» y esperando a ver en qué se concreta el apoyo comprometido por las administraciones, De Luis subraya que al menos este mes de confinamiento, las 16 empresas que conforman el gremio -tienen representación en todas las provincias salvo en Soria y Ávila- han mantenido sus plantillas «con alguna reestructuración de horarios» y han continuado con la actividad dentro de lo posible leyendo manuscritos, corrigiendo pruebas, poniendo al día sus catálogos o «revisando alguna tarea de contabilidad que teníamos atrasada».

Miedo al futuro

Así las cosas, desde el gremio de libreros, que agrupa a un centenar de establecimientos de la Comunidad, tampoco se ve margen para salvar el año. No obstante, su presidenta, Pilar Pérez-Canales, no tiene duda de que «lucharemos con uñas y dientes para no cerrar nuestras librerías». Y eso que su situación se ve aún más agravada que en otros sectores, ya que a pesar de que su facturación se ha quedado reducida a cero, tienen que seguir pagando los impuestos por su condición de autónomos -en torno al 70 por ciento del tejido empresarial del libro en España son microempresas-, recuerda el presidente de los libreros de Valladolid, Miguel Ángel Hernández.

Añade este último que, además del parón, el «gran miedo» del sector de cara al futuro es que muchos clientes habituales que antes compraban siempre en el pequeño comercio modifiquen su hábito y se inclinen por la compra online. Con el fin de evitarlo, el gremio ya está realizando campañas y garantizan que tomarán todas las medidas de higiene necesarias para que «la gente vea que las librerías somos zonas seguras». «Es imprescindible que sepan que cuando esto pase deben acudir al pequeño comercio si no quieren que desaparezca».

En León y Zamora

En León, los libreros son más pesimistas aún y no sólo dan por «perdido» el trabajo de un trimestre, sino el de todo un año. Así lo indica Héctor Escobar, en su doble condición de librero y editor -es presidente de la asociación leonesa y responsable de Eolas Ediciones-. Dice que «si hay una época en la que el libro tiene protagonismo esencial, que favorece las ventas, esa es ahora. Este es el mes del libro». Un periodo de gran actividad que lamenta que este año se verá reducido a cero: «El parón ha sido radical». Él sigue vendiendo «on line» -aunque no todos tienen la capacidad para hacerlo- y eso le permite mantener en cierto modo su rutina: «Vengo todos los días a la librería de 9.30 a 13.30 y preparo los pedidos que salen, pero es una cosa minimísima. No hay apenas ventas, está todo absolutamente parado. El sector editorial, el librero, todos los agentes que tienen que ver algo con el libro están parados». Cuando el estado de alarma se levante y la situación de emergencia sanitaria se estabilice, considera que «va a haber un antes y un después en el ámbito del libro».

«Como se puede» sobreviven también estos días las once librerías zamoranas, con algún pedido que reciben por teléfono o internet, aunque confían en «resistir todos» porque a la gente «le gusta el libro» y ellos se «desviven» por el cliente. Confía la presidenta de la asociación, María José Jambrina, que, al igual que ocurrió con la irrupción del libro electrónico, el sector logre superar los contratiempos y agradece el apoyo que los medios de comunicación están dando durante el confinamiento al fomento de la lectura.

Plan de adquisición de libros

Desde la declaración del estado de alarma, tanto el gremio de editores de Castilla y León como el de los libreros han mantenido reuniones con las administraciones locales y autonómica. «Me llamó el director general de Políticas Culturales para ver en qué nos podían ayudar», confirma Pilar Pérez-Canales, que además de presidenta del colectivo regenta una librería en Burgos con más de cien años de historia. Entre las propuestas que ambos gremios le han hecho la más destacada es la del desarrollo de un plan de adquisición de libros de las editoriales y librerías de Castilla y León «para las bibliotecas, universidades y todos los organismos que dependan de la Junta». Quieren también los libreros que en esa compra se les exima del 15 por ciento de descuento que tenían que hacer «según una norma no escrita» «porque es mucho para un librero cuyo margen es de un 25 ó 30 por ciento». Desde las editoriales otra de las iniciativas que han planteado a la Junta es «algún tipo de ayudas, a través de un concurso público», a la edición: «La mayoría de nuestras empresas editan a veces obras que tienen poca salida comercial, pero son interesantes desde un punto de vista cultural».

Otro «parche» de cara a amortiguar su año «más difícil» creen que sería el traslado de las ferias del libro que iban a tener lugar esta primavera a los meses de otoño. En Burgos están barajando el mes de noviembre, confirma Pérez-Canales, con la idea de que la gente «vaya pensando en el libro como regalo de Navidad». En Valladolid, explica su presidente que las fechas que plantean es del 25 de septiembre al 4 de octubre, e insiste en la necesidad de celebrarla, aunque sea en otras condiciones -no serán posible las grandes aglomeraciones y tampoco las presentaciones y firmas de autores-.

Insisten todos en que cuando se pase esta «situación extrema de confinamiento» no se debería abandonar al sector de la cultura en general, y al del libro en concreto, «tan presente en estos momentos de dificultad», y se le debería tener en cuenta a la hora de distribuir recursos.

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