Coronavirus
Primaria: el primer dique sanitario se apuntala frente al Covid-19
Satisfechos de su «gran labor» durante el pico, se preparan para su primordial tarea en la desescalada con la idea de dar cada vez más peso a la prestación tradicional según disminuya el virus
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Si los profesionales de Atención Primaria han tenido un papel fundamental para reducir la carga hospitalaria durante los picos más agudos de la epidemia de Covid-19, su tarea será aún más primordial según avance la desescalada. Serán claves para «el despistaje precoz», la detección y el aislamiento rápido de los infectados por coronavirus con el fin de evitar una segunda onda epidémica, ha reiterado casi diariamente la consejera de Sanidad, Verónica Casado.
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Satisfechos de su «gran labor» en la contención del virus hasta la fecha, «sobre todo en el caso de leves y sospechosos», creen que las nuevas tareas que tendrán que desempeñar -además de la recogida de muestras, permitida desde la semana pasada, y el seguimiento del caso, tendrán que localizar a los posibles contactos que haya tenido éste y someterlos a la PCR en los siete días siguientes- obligarán a «repensar el modelo de Atención Primaria y dotarlo de mayores recursos». Así lo cree el presidente de Sociedad Castellano y Leonesa de Medicina de Familia y Comunitaria (Socalemfyc), Eduardo Lamarca, quien defiende también la necesidad de apostar por «una estructura mucho más fácil y flexible para adaptarnos, ya no solo al Covid-19, sino a otras pandemias u otro tipo de enfermedades biológicas» .
80 llamadas al día
Ellos han demostrado en estos dos últimos meses que están más que acostumbrados a los cambios organizativos. Aquellas primeras semanas de marzo supusieron un punto y aparte en la forma de llevar a cabo su trabajo y en la organización de los equipos de muchos centros de salud. La mayor parte de sus consultas dejaron de ser presenciales y pasaron a ser telefónicas «He tenido días de hasta 80 llamadas» , recuerda de aquella última semana de marzo y primera de abril el doctor Javier Sanz Valentín, uno de los once médicos de Familia que trabajan en el centro de salud de La Victoria (área Este de Valladolid).
Desde entonces, la organización de su jornada también ha sufrido modificaciones. Tras «vestirse» -antes pasaban consulta con ropa de calle y bata y ahora están obligados a ponerse pijama y zuecos- y tener una primera reunión con todo el equipo, en torno a las 8.15, donde «comentamos la situación de la epidemia y las novedades en torno a los protocolos», este médico prosigue su tarea «llamando a los enfermos nuevos que pidieron consulta, luego a los que creemos más graves y la continuación a los pacientes de revisión de coronavirus». Trabajo al que suma las consultas presenciales, las visitas domiciliarias y a última hora, «lo administrativo».
En este centro, hasta ayer viernes, tenía contabilizadas 415 posibles casos de infección por coronavirus SARS-2, de los que permanecen activos 68, con una tasa de 2,41 pacientes por cada cien tarjetas sanitarias . Puntualiza este doctor que desde que comenzó la pandemia hasta principios de mayo él ha seguido a 30 posibles casos, 12 de ellos confirmados como positivos por PCR -tiene unas 1.450 tarjetas-. Prácticamente fueron mitad hombres y mitad mujeres, y respecto la edad de los infectados, la mayor parte ha estado en las franjas de 41 a 50 años y de 61 a 70, aunque fueron estos últimos y los de 71 a 80 los que más precisaron ingresos.
Este centro tampoco fue una excepción en el registro del pico de la pandemia, que el doctor sitúa en la última semana de marzo y la primera de abril. De entonces, a Sanz Valentín le queda la foto fija de «la angustia, porque nos encontramos de repente con más pacientes graves y muy seguidos». Recuerda que fue en esa semana cuando tuvo que derivar a más gente al hospital. En concreto, desde primeros de marzo hasta principios de mayo este profesional derivó al Clínico a diez pacientes, de los cuales 7 (un 23%) quedaron ingresados por infección por coronavirus y uno de ellos falleció finalmente: «Ha sido el único, pero es lo que más te llega», apunta el facultativo. Añade también que si sus datos fueran extrapolables al resto de Primaria de Valladolid, un 77% de los posiblemente infectados han sido atendidos por esta primera línea asistencial , permitiendo «reducir la temida sobrecarga hospitalaria y claudicación del sistema».
Así las cosas, le preguntamos si cree que este primer «dique sanitario» está preparado, en cuanto a medios y profesionales, para las nuevas tareas que implica la desescalada recién iniciada. «Este virus ha llegado, por desgracia, para quedarse. Nuestro trabajo ahora es estar muy alerta a los cuadros respiratorios sospechosos, aislarlos, estudiar a todos sus contactos para aislarlos también y a los contactos de esos contactos. Si la tasa no es muy alta, posiblemente podamos asumirlo, pero creo que un refuerzo será necesario» , responde el facultativo, quien cree que si este nivel no ha llegado a estar en riesgo de colapso se debe al sobreesfuerzo de sus profesionales: «Desde primeros de marzo ha sido estar dedicado todo el día al coronavirus menos las horas de dormir».
Elegidos los «rastreadores»
Desde la Junta, el presidente Alfonso Fernández Mañueco ya comprometió «todas las contrataciones necesarias para garantizar el control epidemiológico y la asistencia». Hace diez días, la consejera de Sanidad plasmó las bases de cómo debía entenderse este primer dique asistencial: «A la Primaria hay que reforzarla para hacer atención comunitaria». En esa «mirada a la comunidad» jugará un papel fundamental la figura del responsable de vigilancia epidemiológica , uno de los condicionantes sanitarios para que una área básica de salud pase a la fase 1 . Los equipos de los centros de salud ya remitieron a la Gerencia el pasado lunes quien se encargará de esta tarea y el jueves Casado anunció la contratación de 195 profesionales para esa labor. Deberá haber uno por cada 5.000 habitantes.
Desde Socalemfyc defienden también que ha llegado el momento de «empezar a tratar de forma adecuada» y con la misma calidad de antes a «los pacientes pluripatológicos, con patologías crónicas y a la población vulnerable y dependiente, con especial atención a los centros de mayores», y proponen darle cada vez más peso a la prestación tradicional a la par que vaya disminuyendo el Covid-19, «por supuesto, con cierta flexibilidad y capacidad de adaptación a posibles incidencias o picos ».
«Nadie de mi generación pensó que fuera a vivir esto, pero lo afronto con la esperanza de que vamos a vencerlo»
Con la crisis sanitaria, los cambios en esta primera línea también fueron importantes para los profesionales de enfermería. «Seguimos haciendo nuestra consulta, pero obviamente no era presencial, y luego se incrementaron muchísimo los domicilios porque los pacientes que tenemos son muy vulnerables», confirma la enfermera Susana Gutiérrez de Montes, del centro de salud Rondilla II, en Valladolid (área Este). A ello sumaron también la nueva consulta de respiratorio, a los que los posibles infectados acceden por un circuito alternativo del centro y que debido a las medidas de protección «llevan su tiempo».
Pacientes conocidos
Tuvieron que «aprender» también a pasar la consulta vía telefónica: «Nuestra ventaja es que conocemos muy bien a los pacientes», coinciden esta enfermera y el doctor, que añade este dato: «De la gente que hemos atendido por teléfono resolvemos y acertamos en el 99% de los casos». Una fórmula que ha llegado de momento para quedarse, ya que aún en la fase 1 de desescalada será el médico quien decida, y previa llamada, el paciente que precisa una atención presencial . Coincide también la enfermera en señalar que en las últimas semanas «ha bajado bastante» la presión asistencial respecto al Covid, aunque ha aumentado respecto a los enfermos crónicos habituales y «ahora tenemos más llamadas de altas a las que tenemos que hacer un seguimiento los 14 días siguientes».
De aquel final de marzo y principios de abril se le ha quedado la foto fija del «miedo a cómo nos íbamos a enfrentar el virus, si íbamos a ser capaces de hacer bien nuestra protección y también la del paciente», pero también la del «compañerismo y voluntariedad» del equipo, afirma esta profesional, para quien «la carga emocional» ha pesado más que el trabajo físico: «Yo salía de trabajar y era como una descarga. Llegaba en coche todos los días llorando a casa». Gutiérrez de Montes pertenece también al equipo Covid-residencias, una iniciativa que permanecerá al menos durante las primeras fases de la desescalada. Recuerda como si fuera ayer cuando recibieron «la llamada de auxilio» de la Gerencia: «Era Jueves Santo y no trabajaba, pero cuando leí el mensaje se me heló la sangre porque era desgarrador. Les dije que contarán conmigo» y desde entonces comenzó a formar parte de este equipo en el área Oeste. Con el avance de la desescalada se ha invertido la carga de trabajo de la enfermería, destaca, recayendo más peso en el profesional de Primaria . Ha provocado nuevas reorganizaciones, algo a lo que han demostrado que se adaptan con facilidad porque su objetivo es «seguir dando lo mejor por nuestros pacientes».