Coronavirus

La agónica lucha contra la curva más peligrosa

Castilla y León estrena «nueva normalidad» tras más de 3.700 víctimas por Covid-19

El 2 de abril marca el día más negro: 2.358 hospitalizados y 353 en UCI y 82 fallecidos

Efectivos de la UME en trabajos de desinfección de una residencia en Cabezón de Pisuerga (Valladolid) F. BLANCO

Isabel Jimeno

Covid-19. Es el nombre de la enfermedad desconocida en el arranque de este 2020, pero que con medio año consumido ya ha dejado una impronta inolvidable e indeleble con su rastro de letalidad y virulencia. Puesto patas arriba el mundo, provocando «una situación inimaginable hace apenas unos meses», como ha reconocido la consejera de Sanidad de Castilla y León, Verónica Casado, y que «nos ha afectado a todos y cada uno de una manera u otra». «Hace semanas que nuestras vidas poco se parecen a las de antes de la aparición del virus», asumía al hacer repaso de este tiempo en el que «los días parecen semanas y las semanas, meses», como dijo el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco.

Hace tiempo, pero no tanto, desde que este virus -desconocido hasta que China dio la alerta al cerrar 2019- irrumpió con fuerza para dibujar un paisaje cual película de ciencia ficción: calles desiertas, empresas cerradas, clases suspendidas, la gente confinada en sus casas, hospitales que no daban más de sí, muertos contándose por centenas cada día... Y ahora que el virus remite, en la llamada «nueva normalidad», las mascarillas como obligado «complemento» al salir a la calle a metro y medio o dos metros de distancia y con la economía todavía a medio gas y sumida en una incertidumbre sobre si tendrá suficiente potencia para remontar el vuelo.

Una estación completa, la primavera, ha ajado el Covid-19, en la que en Castilla y León se han marchitado más de 3.700 vidas víctimas de esta nueva enfermedad. Es la responsable directa de casi uno de cada tres fallecidos en la Comunidad en este tiempo . Y ha llevado al hospital a cerca de 8.700 personas y a más de 600 a la UCI.

Escasez de material

Fue el 27 de febrero -tres días después de que la OMS solicitara a los estados que se prepararan para una potencial pandemia- cuando se confirmaban los dos primeros positivos en la Comunidad. Ambos llegados de fuera: un estudiante italiano de 18 años en Segovia y un iraní que por trabajo estaba unos días en Valladolid. Pero de esos casos importados y una transición de febrero a marzo en la que los positivos crecían con cuentagotas se pasó a un escenario en el que «la situación epidemiológica empieza a cobrar algo más de relevancia». En León y Salamanca también se detectaban casos, y en la primera semana de marzo ya comienza el aislamiento de profesionales sanitarios expuestos a pacientes con posible Covid-19 o positivos .

El contagio de médicos, enfermeros, auxiliares, celadores... ha sido otra de las rémoras para combatir en esta guerra: más de 2.300 se han infectado -seis se han dejado la vida- y su baja laboral ha lastrado aún más el combate en esta «guerra» en la que la escasez de material, las dificultades para conseguirlo y las trabas para que llegara han sido otros enemigos a batir. El stock internacional de mascarillas, guantes, buzos... se rompió por la demanda mundial. En los tribunales siguen pendientes de resolución algunas demandas, aunque otras han sido desestimadas. Las necesidades han sido tales que las reservas con que contaba Castilla y León ni siquiera daban en lo peor de la crisis para una semana en un hospital grande. Tras una espera agónica, el 24 de marzo aterrizaba procedente de China el primer cargamento.

Ya el 9 de marzo se produce un «punto de inflexión». Miranda de Ebro y Burgos concentran la mayoría de los positivos y el 12 la Junta decide «cuarentenar» la localidad del Ebro . Restricción de visitas a hospitales y centros sanitarios así como a residencias, suspensión de la actividad docente... Unas medidas impensables y que se creían estrictas, pero que marcaron el camino de lo que en unos días se extendería a la ciudad de Burgos y poco después se precipitaría y sería aún mayor para el conjunto de España. El virus se extendía a una velocidad vertiginosa y de forma prácticamente incontrolable: de contención a transmisión comunitaria. El 12 de marzo Castilla y León registraba su primera víctima mortal por coronavirus -un varón de 81 años con patologías previas perecía en el complejo asistencial de Salamanca- y en esa semana se sumaban otros once. Las cifras aumentaban rápido, pero eran sólo la punta del iceberg.

La escasez de material de protección acuciaba y la Junta se lanzó a su búsqueda entre empresas y particulares a la vez que los hospitales aceleraban la adaptación de sus estructuras para dar respuesta a una epidemia en la que la patología Covid-19 era casi la única entre los ingresados y llegó a llevar a la UCI a más del doble de pacientes de su capacidad habitual .

En esa semana, los casos ya casi se habían multiplicado por diez -de 33 a 292- y el crecimiento exponencial fue cogiendo fuerza. El debut se hacía en el «peor escenario posible» de los imaginados. El 18 de marzo es una de esas fechas marcadas en rojo: de los menos de cien casos diarios nuevos cada día a 237 en una única jornada.

Residencias, punto crítico

En la última semana de marzo, los positivos confirmados ya superaban los 5.400 y los enfermos que se habían dejado la vida en la cama de un hospital rebasaban los 400. Las negras cifras no encontraban freno y abordar la situación de las residencias de ancianos y personas con discapacidad urgía. No en vano, el virus se ha demostrado especialmente letal con los mayores. Cierto es que casi tres de cada cuatro geriátricos han logrado pasar lo peor de la pandemia esquivando al virus, pero también que donde ha entrado, el Covid-19 se ha demostrado especialmente dañino. Cerca de 1.500 han fallecido con positivo en la enfermedad confirmado (casi 800 en un hospital) y otros más de 1.100 se dejaron la vida con síntomas compatibles. 267 de los más de 1.200 centros que hay en la comunidad, en los que residían cerca de 48.000 personas cuando comenzó esta tragedia, han llorado víctimas . Pero también más de 6.800 ancianos -siete de cada diez infectados- han logrado superar el coronavirus.

La escasez de material, los contagios y aislamiento de los profesionales sociosanitarios ha sido también otra de las rémoras en la lucha contra la pandemia en las residencias . Llamada a voluntarios, nuevos contratos e intervención de seis centros sobre todo por falta de personal marcan otra de las cruces negras en estos tres meses en los que los mayores han tenido que luchar también contra la soledad de un aislamiento del que empiezan a salir.

Con la semana en la que abril abrió página en el calendario llegó el pico y la jornada más negra: el 2 había 2.358 personas ingresadas en una cama de hospital y otras 353 en las UCI. Y holló el triste récord de 82 fallecidos en los centros sanitarios en un solo día. Desde el vértigo de esa cima, poco a poco, la dura y lenta bajada, con sustos por repuntes en los positivos diagnosticados y los casos compatibles anotados por los médicos de Atención Primaria: en todo este tiempo, más 70.000.

La ocupación hospitalaria sólo de pacientes con coronavirus tardó más de mes y medio en regresar a una situación similar a la del inicio del estado de alarma . Y con ella ir recuperando poco a poco la actividad habitual de consultas y operaciones programadas -sólo había urgentes-, que sin hacer cálculos concretos se da por seguro acumularán retrasos «tremendos».

El colapso y la rápida evolución del virus era tal que en la Feria de Muestras de Valladolid se habilitó un hospital de convalecencia con 200 camas y posibilidad de llegar a 300. Finalmente, menos de 50 pacientes han pasado por estas instalaciones desde su apertura el 31 de marzo hasta su hibernación el 21 de abril. En Segovia, una de las provincias mas afectadas y la que su cercanía y especial vinculación con Madrid ha pesado como una losa, el Ejército llegó a montar un hospital de campaña , que sin dotación ni profesionales ni siquiera se puso poner en funcionamiento. Eso sí, su complejo y el de Soria son los que más pacientes han derivado a otras provincias en unas semanas en las que la sanidad de Castilla y León funcionó en «red» como una sola área.

Las más de 300 altas logradas el 4 de abril supusieron un alivio a la agónica situación. Insuflar algo de aire a un sistema sanitario al que se sumaron estudiantes de últimos cursos, liberados sindicales, médicos de mutuas y de l Samur de Madrid, con el sistema privado a disposición del público. El «equilibrio» entre nuevos ingresos y altas empezaba a ser una realidad, pero los hospitalizados rozaban aún los 2.000 . Con más de 300 muertos en la segunda semana de abril -superando ya los 1.200 sólo en los hospitales- se empieza a percibir «la meseta» de la pandemia.

Un largo camino restaba aún por delante, con la esperanza agarrada a que «indicadores secundarios» apuntaban a que el aumento de casos declarados se debía más al incremento de pruebas realizadas que a un rebrote. De hecho, la falta de test diagnósticos en los inicios ha sido otro de los agujeros negros.

En la celebración sin celebración del Día de la Comunidad, aunque el Covid-19 seguía avanzando y captando víctimas, los hospitales empezaban a notar en cierta media la tregua. En planta, los pacientes iban disminuyendo de forma notable y para ese 23 de abril superaba por poco la barrera de los mil. Sin embargo, en las UCI el proceso era todavía lento y más de 200 personas seguían aún en las unidades de críticos extendidas por otros espacios . El transitar por la larga meseta seguía dejando más de una veintena de fallecidos al día en los hospitales.

Sin víctimas

Por delante, un mes de mayo en el que llegaron las primeras medidas de alivio en el confinamiento y de forma tenue se intuía la luz al final del negro túnel. Los fallecidos diarios ya eran menos de 20 e incluso se llegó a rebajar a cifras de un dígito, hasta que el 15 de junio entra en esta historia para recordar y olvidar como el primer día sin fallecidos ni en hospitales ni en residencias en más de tres meses a causa del Covid-19.

Poco a poco, los hospitales han ido respirando hasta que al entrar en junio ya eran menos de cien los ingresados y en mayo también se había logrado bajar del centenar de pacientes en UCI . Poco más de una veintena siguen todavía en las unidades de críticos cuando Castilla y León entra hoy en la «nueva normalidad» tras una desescalada marcada por la «prudencia y la cautela». Con dos semanas de retraso sobre buena parte de España, comenzó la desescalada y llegaron las medidas de alivio a más de dos meses cofinamiento. Con el virus aún «circulando», abre un nuevo periodo tras una semana en la que por primera vez apunta varios días sin muertes ni en los hospitales ni en las residencias y, que salvo algún brote «controlado», los nuevos contagiados tienden a cero.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación