GUERRA UCRANIA-RUSIA
«Soy de Castilla y León. Mejor dejarlo así. Temo por nuestras vidas»
Un castellano y leonés residente en Kiev (Ucrania) relata lo que ha vivido en las primeras 48 horas de invasión rusa
Guerra Ucrania - Rusia, en directo
«Temo por nuestras vidas» . Así de claro se ha mostrado L. A., un castellano y leonés que vive y trabaja en Kiev (Ucrania), para explicar por qué prefiere no decir su nombre al redactor de la agencia Ical ni proporcionar dato alguno que pudiera conducir a su identificación.
A pesar de haber pasado las dos últimas noches en el metro de Kiev con su mujer, ucraniana, y sus dos hijos, habla con suma serenidad y construye frases y argumentos densos. Tiene muy claro lo que puede decir y lo que no, por lo que no cuenta qué trabajo desempeña por cuenta ajena y ni siquiera acota la provincia de la que procede. «Soy de Castilla y León. Mejor dejarlo así. No conoces a los rusos» , advierte.
L. A. remite temprano por WhatsApp un vídeo de ocho segundos, en el que se ve la terrible muesca humeante de unos veinte metros que un misil de Rusia ha dejado en una arista de un edificio de viviendas en Sebastopol Ploza. «Esto pasó a las seis de la mañana. Me lo envió una amiga. No sé si podré acercarme hasta allí. Disculpa la mala calidad de las fotos. Fue una pena porque ayer perdí la oportunidad de sacar a unos paracaidistas rusos» , indica. «Toda la noche, combates muy duros pero parece que los rusos están un tanto confusos», apunta.
Anoche ya ha habido combates cuerpo a cuerpo y tiroteos en el centro de la capital y se espera que, a lo largo de la jornada, entren en la capital más de un centenar de carros de combate del ultramoderno modelo T-90, según las informaciones más recientes.
La situación se antoja irreal pero L. A. asegura que «es muy real» el sonido de las explosiones. «Los rusos ya nos tienen copados. Los paracaidistas que vi son profesionales y dicen que pueden venir los chechenos. Imagínate lo que pueden hacer con un europeo».
Paracaidistas
Cuando se cruzó con esos paracaidistas, había salido a la calle para intentar comprar agua. «No solemos beber agua del grifo. Las cañerías son muy viejas y, quitando a la gente que tiene sistemas de filtrado, solemos comprarla embotellada», comenta. « Tengo agua y comida para cinco días» , calcula.
En las contadas imágenes que puede enviar, se ven combatientes moviéndose por la zona de Industrialna , en el distrito Solomiskaia. «Las personas que nos hemos apuntado a la Civil Guard estamos levantando barricadas y preparando los distritos como podemos. No sé si vamos a vencer o nos van a machachar. Son como parásitos. Salen pot todos los lados. Pedimos a la Unión Europea que, ya que no vienen, que nos manden armas y aprovisionamientos», reclama. «Nos reímos con las sanciones que se están preparando».
Hasta el momento, no ha habido demasiados problemas de suministro pero, en una ciudad de tres millones de habitantes -posiblemente, cuatro, si se cuentan los no censados- que las principales cadenas de supermercados estén cerradas no parece muy tranquilizador.
L. A. pudo comprar ayer, por menos de 300 grivnas, unos 8,5 euros, seis litros de agua, una tableta de chocolate Milka, un par de ensaladas envasadas y, todavía, hasta champiñones frescos. El salario medio en Kiev ronda 430 euros, aunque es bastante inferior en el mundo rural. «La gente tiene cuatro trabajos basura y se busca la vida. Hay bastantes paralelismos con la economía de bastantes países latinos. Aquí hay una pequeña clase media que solo existe en Kiev o Járkov. Están los muy ricos con coches abusivos y los muy pobres. Kiev es como Madrid, todo el mundo es bienvenido», explica. «La gente bascula hacia las grandes ciudades desde las provincias a buscar una oportunidad porque el país es muy pobre. De todas formas, tú no distingues una familia típica de la poca clase media de Kiev de una de Valladolid».
«José Mota de Ucrania»
En el territorio ucraniano, ha dejado de importar de repente la política. Si ya no existía el acostumbrado concepto izquierda-derecha, la sensación que prima ahora es la de resistencia del presidente del Gobierno, Volodimir Zelensky , un hombre «de dignidad», según considera L. A. «Era una especie de José Mota de Ucrania y llegó al poder, ganándose muchas simpatías. Hay quien dice que tiene detrás a Kolomoiski », señala, en alusión a un conocido oligarca de dudosa reputación y que cuenta con una de las mayores fortunas de Ucrania.
Kiev cuenta con pocos refugios ad hoc para protegerse de los bombardeo s, en este caso, de los misiles, y la población intenta refugiarse en garajes y en algún tramo de las tres líneas de metro, que permanecen abiertas las 24 horas del día. «Por favor, hay que hacer presión para que la OTAN declare el cielo de Ucrania de exclusión aérea, que presione a este tipo para que no pueda lanzar misiles por la noche porque esto es un infierno”, implora L. A. «Los rusos han hecho mucho daño pero todavía no ha tomado ninguna ciudad , que sepamos . Si acaso, Chernóbil, que es una ciudad fantasma».
Exclusión aérea
«Ucrania vendería a su madre por estar en la OTAN pero la OTAN no ha hecho ningún gesto tangible. El armamento que ha proporcionado Estados Unidos son armas defensivas con muchas limitaciones que no se pueden comparar con las que tiene el ejército ruso. La gente está muy defraudada con la actitud de la Unión Europea . Son conscientes de que la OTAN no puede entrar a saco . ¿Por qué no hace exclusión, si tiene al borde del territorio armas de quinta generación? No tenemos miedo al combate por tierra pero sí a lo que viene desde el cielo. Tenemos pánico«, reconoce.
Mientras el mundo vuelve sus ojos, de forma tardía, hacia el granero de Europa, los toques de atención de los gobernantes de las primeras economías suenan lejanos, incluso la amenaza de excluir a Rusia del Swift, acrónimo de la Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication (Sociedad de Telecomunicaciones Financieras Interbancarias Mundiales). «Quitar el Swift es una gilipollez. ¿Cómo se pagan materias primas que solo se pueden comprar en Rusia? Por ejemplo, el petróleo ruso es de mayor calidad que el venezolano y muchos países tienen que mezclarlo. No es tan sencillo. Y no les va a asustar porque las grandes fortunas rusas están en Europa».
Por lo que se refiere a l a pandemia de COVID-19, también parece haberse esfumado de repente. «Entré en una tienda pequeña y la señora que la atendía me pidió que me pusiera la máscara. Le dije, claro, no sea que cojamos el coronavirus y estemos en peligro”, ironiza.
Si estuviera solo y tuviera a su familia completamente a salvo, L. A. asegura que no tendría tanto miedo. «Lo viviría como una experiencia y con prudencia. En un momento dado, tengo un fajillo de dólares, mi pasaporte y sé cómo salir de aquí: andando, vestido de indigente, de borracho», concluye.
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