El cambio climático, ¿un freno al regadío?

La CHD llama a reflexionar si las nuevas demandas de agua son viables con una reducción de aportaciones y pone el foco en la modernización de Payuelos y La Armuña, aunque incide en la garantía de lo que está en marcha

Plantación de girasoles de regadío en León ICAL

I. JIMENO

¿Puede el cambio climático frenar el desarrollo de la modernización de los regadíos emprendido hace decenios en Castilla y León? Es la duda y la pregunta sobre la que anima a reflexionar el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico a través de los denominados Esquemas de Temas Importante (ETI) correspondientes a la nueva revisión de los planes hidrológicos de varias cuencas, entre ellas la del Duero, la que cubre precisamente la mayor parte de la Comunidad. Una cuestión que ha hecho saltar las alarmas, levantado la polémica, la discusión política e incluso la petición de dimisiones . Sobre todo, en las zonas de Payuelos (León y Valladolid) y La Armuña (Salamanca), las dos grandes infraestructuras en curso en ese campo sobre las que pone el foco el documento, a la vez que desde la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) se llama a la tranquilidad y se incide que es sólo un texto «de discusión» y «no plasma decisiones concretas».

Pero lo cierto es que ese documento en el que se combinan los «problemas» de la cuenca y las «posibles soluciones» sí enciende al menos una alerta sobre la viabilidad de esos regadíos que aún no han completado su puesta en marcha. Precisamente ese salto en el tiempo atrás que ampara esos nuevos regadíos es uno de los «peros» que encuentra el organismo de cuenca, que hace hincapié en el escenario de «reducción de aportaciones por efecto del cambio climático». Incluso, lo cifra en un once por ciento respecto a las actuales, que ya de por sí se han demostrado insuficientes y deficitarias para atender la demanda actual en años de sequía.

«Difícilmente encajables»

Reales decretos de los años 70 y 80 del pasado siglo «avalan» esos grandes regadíos, con decisiones tomadas «en un momento histórico y económico diferente» al actual y «difícilmente encajables en una planificación hidrográfica» del momento, advierte Ángel González, jefe de la oficina de Planificación Hidrológica de la CHD . Por eso, «ante esa incertidumbre» por la «reducción de aportaciones es bueno ser cauto ante las demandas de agua», incide, a la vez que niega que el organismo que preside Cristina Danés no apueste por los regadíos.

Insisten en que con las aportaciones actuales «en estos momentos no se cuestiona la garantía del regadío que actualmente está en servicio y el que se encuentra en fase de ejecución», con referencia expresa a l os sectores VI a XXIV de Payuelos, en León, y la Fase I de La Armuña, en Salamanca . Pero hasta ahí, pues esas nuevas zonas regables contempladas decenios atrás «no pudieron contemplar en ningún caso este escenario de cambio climático» que, advierte la Confederación, ya permite identificar un «déficit de suministro y claros fallos de garantía» en caso de ampliarse la superficie regable hasta las cifras contempladas inicialmente.

Recalca que esos 24 sectores de Payuelos que ya están en marcha, con 42.000 hectáreas a irrigar con las aguas del embalse de Riaño, ya están «incluidas» en la previsión que podría mantenerse. Lo mismo que las aproximadamente 10.000 hectáreas a cubrir en La Armuña (3.500 ya en servicio y otras 6.500 en ejecución) con aguas del pantano de Santa Teresa. Pero la duda se extiende a lo que queda. De ahí que abogue por una «reflexión de todo lo que está más allá» de estas cifras, pues el proyecto de Payuelos contemplaba 70.000 hectáreas y La Armuña, 45.000. Y en un escenario de cambio climático, incide Ángel González, debe suscitarse la duda de que llegar a ese tope puede derivar en un «problema de suministro de agua, no para los nuevos regadíos, sino para todo el sistema» pues, señala, aunque el embalse de Riaño «es grande, también es limitado».

De ahí, recuerda, que desde «hace tiempo» se esté planteando que esos reales decretos que «avalan» sendos proyectos de regadío -hay otros planteados, pero sin ese respaldo y que se consideran casi impensable- y que pasados los años «no han visto sustanciada su ejecución, se replanteen y modifiquen». Y es que, en este nuevo panorama en el que se suceden los episodios de escasez de precipitaciones, «quien esté esperando el desarrollo de esas 45.000 hectáreas en La Armuña, es una espera sin un horizonte muy claro». De ahí la apuesta de la CHD por la «revisión» de esos documentos, pues «ya se han visto dificultades» para atender todas las demandas existentes y sería «una pena invertir» en esa modernización «cuando no hay garantía de suministro».

«Sin poner en riesgo»

Por eso, inciden desde el organismo de Cuenca en que «se trata de estudiar si es posible atender estas demandas adicionales sin afectar la garantía de disponibilidad de agua de los regadíos existentes y, por tanto, sin poner en riesgo las importante inversiones realizadas por los regantes para modernizar sus explotaciones». Lo ha señalado así en un nuevo comunicado en el que llama a la participación social en estos seis meses de debate abiertos en torno a este documento y después de la polémica desatada tras conocerse el texto inicial en el que, asumen desde la CHD, quizá fue «demasiado sintético» y propició que los regantes se levantaran en contra, reclamando incluso la dimisión de la presidenta del organismo, Cristina Danés.

Revisar nuevas demandas

Y es que en es e Esquema provisional de Temas Importantes (ETI) de la Cuenca del Duero señala expresamente -y sin especificar si se refiere a lo que está en proyecto o a lo que aún no se ha abordado- que «habría que revisar» en los casos de las zonas de Payuelos y La Armuña «las nuevas demandas planteadas y considerar si en los escenarios de cambio climático será posible atenderlas sin afectar a la garantía de los regadíos existentes, analizar la viabilidad económica y si están incluidas en los programas de desarrollo rural donde se hayan analizado diversas alternativas de desarrollo, considerando su impacto ambiental y sus sinergias con otras actividades de desarrollo sostenible».

Insiste el texto que «por motivos socioeconómicos» está planteado en la cuenca el incremento de superficies de regadío, pero «no siempre tienen garantizado el recurso hídrico debido a la incertidumbre de reducción de aportaciones y a la ralentización de las medidas de gestión de la demanda en los existente». Y, añade, «amparar estas nuevas demandas con la construcción de nuevos embalses no siempre es viable».

Ya déficit en el 7%

Referencia expresa ahí a Payuelos y La Armuña, los dos proyectos a los que se debe el incremento en 38.920 hectáreas la superficie de regadío en la Cuenca del Duero , llegando hasta las 585.654, un siete por ciento más. En consumo, incrementaría la demanda actual hasta los 3.570 hectómetros cúbicos de agua, calcula la CHD, antes de hacer esa llamada a la reflexión.

Y es que se prevé que, siguiendo el actual escenario de reducción de aportaciones a los embalses, caerán un once por ciento, lo que incrementaría de forma notable la superficie con «incumplimientos», que pasaría del siete por ciento actual al 27. Eso, apostilla, «sin incrementar» el terreno regable, pues «si se incremente la superficie de regadío tal y como demanda la administración agraria», subiría hasta el 42 por ciento las zonas con «incumplimientos», es decir, con insuficiencia de agua, por lo que «las zonas reguladas con fallos de suministro se multiplicaría por cinco».

Son los sistemas «con escasa o nula regulación artificial (Eria, Duerna, Curueño, Torío, Esgueva, Arandilla, Cabecera del Tormes...)» las que ya en el actual Plan Hidrológico del Duero «no cumplían los criterios de garantía de suministro)». Suma 33.495 hectáreas, ese siete por ciento afectado, que también incluye espacios sí regulados como el Carrión y el Órbigo, sobre todo en años de sequía como fue la campaña 2016-2017. Aún así, reconoce la CHD, «en general, las demandas agrarias actuales están atendidas con suficiente grado de garantía».

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