Educación
Una apuesta por la ecología desde el aula
El colegio vallisoletano Nuestra Señora del Villar recibe el sello «Centro Educativo Sostenible» por sus programas de gestión y educación ambiental
Los alumnos del CEIP Nuestra Señora del Villar de Laguna de Duero (Valladolid) se van olvidando de que su bocadillo para el recreo vaya envuelto en plásticos, o que este mismo material envase su zumo o el agua que consumen. Los han sustituido por los envases de más de un uso y las cantimploras rellenables porque están siendo conscientes de que el medio que les rodea es único y deben protegerlo. Es su «casa» y, como tal, debe ser cuidada. Lo aprenden gracias a los programas de gestión y educación ambiental que este colegio público ha puesto en marcha y que le ha valido ser reconocido con el sello ambiental «Centro Educativo Sostenible», distinción que concede la Consejería de Fomento y Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León en colaboración con la Consejería de Educación.
Su directora, Yolanda Arranz, explica que llevan años trabajando en estas acciones medioambientales, puesto que ya en 2012 incorporaron un plan de mejora que desde hace tres cursos está institucionalizado y es una seña de identidad del centro que vincula la gestión de la convivencia en el mismo con la gestión y separación de residuos. En el curso pasado se decidieron a solicitar el sello ambiental y lo han logrado.
Estos planes, según Arranz, persiguen «implicar a toda la comunidad educativa en la sostenibilidad», así como a la población, además de «suponer para el alumno un buen ejemplo y la mejor formación posible en el conocimiento, respeto, cuidado y la protección ambiental».
Ambos programas, el de gestión y el educativo, están estrechamente relacionados. Las numerosas acciones que programan cada curso se centran en la gestión ambiental, pero también permiten que los alumnos adquieran competencias a través de ellas (este centro escolariza a unos 580). Así, pesan los residuos que también separan según su tipología (posteriormente son depositados en contenedores específicos) y van contabilizando su cifra en una gráfica que poco a poco va haciéndoles ver cómo esos residuos se van reduciendo.
Controlan que las luces queden apagadas si un espacio no se usa, el consumo de agua y de papel y hasta tienen unas «patrullas verdes» integradas por los propios niños. «Es muy gratificante trabajar con ellos porque son los primeros en adaptarse a lo que se propone y están entusiasmados», señala Arranz, que añade que estos programas han sido posibles también gracias al trabajo de todos los docentes del colegio, que «es fundamental». «Oímos cada vez más las advertencias de los científicos sobre los impactos de no realizar una programación ambiental y eso nos ha llevado a aportar nuestro granito de arena», concluye.
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