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Agroalimentación: claves ante un futuro incierto
Expertos exponen sus reflexiones sobre innovación y sostenibilidad dentro del sector alimentario, en un libro editado por Vitartis que recoge 50 casos prácticos
La innovación en la agroindustria de Castilla y León no deja de crecer y refleja un alto grado de compromiso en la incorporación de tecnología, ya sea a la producción y elaboración como a la propia organización de los procesos. Un rasgo al alza que va formando parte de las empresas, que se asume ya como un valor y manifiesta un dinamismo evidente. Como reflejo de su expansión, la Asociación de la Industria Alimentaria de Castilla y León-Vitartis ha recogido más de 50 casos prácticos de innovación en el sector dentro del libro «Alimentos del futuro 2020», que en sus 140 páginas incluye también la opinión de una decena de especialistas, con análisis muy minuciosos de la realidad actual, en un momento de verdadera encrucijada por la incertidumbre de la crisis de la Covid19 y la aparición de nuevos hábitos entre los consumidores.
Pero si por algo destaca España es por su fiable sistema de seguridad alimentaria, un aspecto crucial «que nos permite fortalecer nuestra posición apoyándonos en la excelencia y la innovación. La industria agroalimentaria es algo más que un sector estratégico o esencial», según señala la presidenta de Vitartis, Beatriz Escudero, quien resalta además la importancia de desarrollar el concepto de «colaboración competitiva», vinculado a la comunicación, el marketing y la sostenibilidad. Dentro de la delicada tesitura actual, Escudero considera un «grave error» subir los impuestos, «porque las empresas necesitan ayuda y un aumento del IVA no va en esa dirección. Menos aún en el caso de las bebidas azucaradas, pues puede reducir las ventas en 370 millones de euros y puede suponer la pérdida de más de 6.000 empleos».
Para el director de Innovación Agroalimentaria de Cajamar Caja Rural, Roberto García Torrente, es prioritario apostar por el I+D, y pone en el ejemplo de Israel, «donde se destina a este fin un esfuerzo inversor que equivale al 4,5% del PIB, frente al 1,2% de España». Además, tiene claro que, en el futuro, las cuestiones críticas para la humanidad serán la salud, el agua, la alimentación y la energía. Por su parte, la industria agroalimentaria también debe acceder a los más modernos medios digitales, en concreto la revolución 4.0 «que supone una transformación global de cómo concebimos nuestras empresas y exige conectividad en todo el territorio, porque es allí donde se asientan. Las empresas que no pueda aplicar la R4.0 no tendrán futuro», explica Jorge Jordana, patrono de la Fundación Lafer y director del máster en Gestión de Empresas Agroalimentarias.
Jordana también apunta la conveniencia de «tomarse en serio la sostenibilidad y el cambio climático», con las energías renovables, la reutilización del agua, la economía circular o el procesamiento de los desechos, sin olvidar la apuesta por la calidad y las materias primas de origen local. Jerónimo Lozano, director de la Unión de Cooperativas de Castilla y León (URCACyL), destaca la capacidad de las sucesivas reformas de la PAC para atender las demandas de la población europea en cada momento, junto a su actual orientación hacia el desarrollo rural y el medio ambiente. «Los agricultores y ganaderos continúan trabajando en pandemia y son muy útiles a la sociedad, dentro de la estrecha relación entre explotaciones, sanidad animal y alimentación saludable», asegura Lozano, que se refiere también a la actividad transformadora de la industria en estos meses, con los mismos niveles de trazabilidad y calidad de los productos, gracias al trabajo abnegado de estos profesionales del campo.
Mejora de comunicación
El momento presente también supone una buena ocasión para que el sector agroalimentario apueste por mejorar su comunicación, otra carencia antaño muy frecuente que poco a poco se va superando. A juicio del consultor especializado Arturo Merayo, el principal intangible de las compañías es la comunicación, «que permite proyectar una identidad», algo que ha quedado constatado en esta crisis, «porque la sociedad española se ha dado cuenta que sin el sector agroalimentario es imposible vivir. Tiene músculo y ha permitido el abastecimiento normal de los mercados». Abunda más en la cuestión Gregorio Varela, catedrático de Nutrición y Bromatología en la Universidad San Pablo-CEU, quien señala la aparición de un nuevo consumidor, más centrado en el ahorro y en los alimentos básicos, «preocupado por fortalecer el sistema inmunológico, las medidas de higiene y prevención, más solidario y digitalizado. Pero también mucho más enfocado al teletrabajo; y por ello, más sedentario, y al que habrá que educar para ajustar su dieta hacia un balance energético equilibrado».
Finalmente, en medio de las dificultades actuales y venideras, la psicóloga Nieves Jerez alude al valor de la resiliencia, relacionada con la capacidad de renacer y resistir a la crisis, y poder reparar sus efectos. «El peso de la resolución de la crisis está en la persona, sin delegar responsabilidades en instancias externas, porque una vida personal en este tipo de situaciones también puede vivirse con menos sufrimiento y con más esperanza», concluye.
El libro «Alimentos de futuro 2020» incluye casos concretos de innovación llevados a cabo en empresas como Acor, AGM, Azucarera, Anecoop, Anguilas Aguinaga, Campelo, Campofrío Frescos, Cascajares, Cerealto Siro, Dibaq, Entrepinres, Gambastar, Grupo AN, Helios, Hermi, Hispanagar, Huercasa, Iglesias, Innoporc, Labdial, Lactiber, Lesaffre, Matarromera, Miguel Vergara, Molendum, Oblanca, Patatas Hijolusa, Pharmadus Botanicals, Santiveri, Sothis, Tabladillo, Telecec, The 42 Degrees Company, Trapa, Uvesa e Yllera, entre otros, ejemplo ilustrativo del dinamismo del sector. También aparecen referencias de las universidades de Burgos, Valladolid, Católica de Ávila e Isabel I, y de cuatro centros tecnológicos asociados a Vitartis: CARTIF, CSIC, Itacyl y Cetece.
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