Declara a puerta cerrada un cura acusado de abusos sexuales a una menor en Talavera: «Lo ha negado, como siempre»
La Fiscalía solicita 17 años de prisión por un delito continuado de agresiones sexuales y otro contra la integridad moral. La defensa reclama la absolución
«Ha aparecido vestido de sacerdote cuando su defensa se centra en que él mantiene una relación sentimental con la madre de mi niña», asegura la abogada de la acusación particular, que eleva su petición hasta los 22 años de cárcel
El sacerdote J. L. G., acusado de abusar sexualmente de una menor en Talavera de la Reina durante años, ha negado este martes los hechos en la Audiencia provincial de Toledo, en el juicio que se sigue contra él.
La Fiscalía solicita para este cura 17 años de prisión por un delito continuado de agresiones sexuales y otro contra la integridad moral de la joven. También que no se acerque a ella a menos de 300 metros durante dos décadas y que la indemnice con 50.000 euros por los daños morales sufridos.
Ella tiene ahora 23 años y es una brillante estudiante que «quiere ayudar a niñas que han sufrido abusos» , dice su abogada, que eleva su solicitud de condena hasta los 22 años de cárcel. En cambio, la defensa reclama la absolución de su cliente, que mantenía una relación sentimental con la madre de la víctima durante los presuntos hechos, como han reconocido ambos en la primera de las tres sesiones previstas del juicio.
«Pedimos cinco años más que la Fiscalía porque era el director espiritual en un colegio de niñas y era, quizá, la figura paterna a la que idolatraba », ha justificado la letrada de la acusación particular, María Victoria Vega. «No es lo mismo que te lo haga alguien en quien confías plenamente, en nombre de Dios y en nombre de la Iglesia, a que te ocurra con alguien que no conoces. Todo eso lo hemos tenido en cuenta», ha añadido.
El reo, que está en libertad, ha acudido al palacio de Justicia vestido de sacerdote, con alzacuello, una gorra y unas gafas oscuras, además de una mascarilla blanca, para ocultar su imagen. La sesión, que iba a ser audiencia pública, se ha celebrado finalmente a puerta cerrada, atendiendo así a la petición de la Fiscalía para preservar la identidad de la denunciante.
«La declaración de mi niña ha sido muy dura»
«Hemos luchado mucho, muchos años peleando por sacar la verdad y que este sacerdote acabe donde tiene que acabar» , ha dicho la letrada de la acusación particular en un receso de cinco minutos. «El sacerdote ha dicho [en la sala] lo de siempre: mentiras. Lo ha negado, lo ha negado siempre» , ha afirmado sobre la declaración del cura ante el tribunal.
«Me llama la atención que haya aparecido vestido de sacerdote de los pies a la cabeza cuando su defensa se centra en que él mantiene una relación sentimental con la madre de mi niña, de mi cliente. Cuando yo estudié, eso no se podía. Pues ahora se puede», ha añadido la abogada. «Me llama la atención que siga viniendo a declarar de cura y que jure decir la verdad y no la diga», ha continuado.
La declaración de su «niña», como la llama cariñosamente su abogada, «ha sido muy dura, muy difícil. Le ha costado mucho tiempo, pero ha estado muy valiente, supervaliente», ha subrayado la letrada, quien ha afirmado que su cliente sigue en tratamiento médico en un hospital. La joven, ostensiblemente delgada, ha declarado detrás de un biombo acompañada de su psiquiatra, con la que ha salido también de la mano de la Audiencia y que este miércoles declarará como perito.
En este larguísimo procedimiento judicial, la defensa ha mantenido que la declaración de la denunciante «no sería verosímil», porque la hora en la que dice que se cometieron los hechos «contrasta con el horario de clases y con la distancia del colegio a la parroquia», un kilómetro y medio.
En su explícito escrito de acusación, la fiscal del caso describe que la menor tenía 14 años cuando comenzó a vivir «una situación de angustia y confusión al verse inmersa en un ambiente de conflicto familiar» derivado de la crisis matrimonial de sus progenitores. Por ese motivo desde su colegio, La Compañía de María -conocido como Santo Domingo en Talavera-, asignaron como director espiritual al procesado, que ejercía en la iglesia de San Ildefonso. «De tal manera que se convirtió para [la menor] en una persona de referencia en donde buscar protección, dado el distanciamiento que en ese momento tenía con su padre», afirma la fiscal. Además, el acusado era un hombre de referencia en la vida de la adolescente «por sus marcados sentimientos religiosos, y al que le presuponía una ética y una moralidad intachable por el hecho de ser sacerdote».
La dirección espiritual del cura se prolongó cuatro años, según la Fiscalía. Al principio, las charlas se daban en el colegio y luego tuvieron lugar en la parroquia. En enero de 2011, un día cuando los dos estaban a solas, la Fiscalía sostiene que el inculpado le pidió un beso, ella se negó y el sacerdote abusó de la menor mientras ella lloraba y él la llamaba «puta». Luego pidió perdón a la niña, le dijo que no tuviese miedo porque «no le quería hacer daño, y le dio un abrazo», describe la representante del Ministerio Público.
«Si lo cuentas, nadie te va a creer»
Sin embargo, según la fiscal, el reo repitió esa conducta durante dos años y medio, hasta junio de 2013, en las charlas de dirección espiritual que tuvo con la joven cada quince días, siempre a solas. Los mismos «tocamientos lascivos», dice texualmente, que en la primera ocasión. «El acusado llegó a normalizar ese comportamiento y, cuando ambos estaban a solas en el despacho [parroquial] lo cerraba con llave», afirma.
La fiscal asegura que, en ese tiempo, el sacerdote llegó a decirle que «si lo cuentas, nadie te va a creer». Además, la insultaba y la pegaba, llegando «en una ocasión a darle una paliza» por la que tuvo que ser atendida en un hospital». Posteriormente, comenzaron a aflorar patologías psiquiátricas en la víctima, que ingresó en un centro médico.
Por entonces, el acusado mantenía una relación sentimental con la madre de la menor, afirma la fiscal, y convenció a la progenitora para que, en un permiso, le realizase un exorcismo: «Ella estaba enferma porque tenía un demonio dentro» , dijo, y eso era, supuestamente, el motivo de sus patologías psiquiátricas. Según el Ministerio Público, el sacerdote llevó a cabo el ritual delante de la madre y formuló a la joven varias preguntas relacionadas con asuntos sexuales.
Al día siguiente, el cura quiso continuar con el supuesto exorcismo, pero sin la presencia de la madre. La joven accedió y el sacerdote abusó sexualmente de la chica, a la que pegó también con un cinturón, según la fiscal. Después hubo más encuentros en los que se repitieron conductas similares, «hasta que volvió a ser ingresada en un centro hospitalario como consecuencia de las patologías psiquiátricas que padecía».
La joven está diagnosticada de trastorno por estrés postraumático y trastorno de la conducta alimentaria tipo anorexia nerviosa compulsiva-purgativa, además de un trastorno de inestabilidad emocional de la personalidad tipo límite. Según el Ministerio Público, esos padecimientos psiquiátricos son compatibles con los «abusos-agresiones sexuales continuados» que la víctima «vivió en soledad durante años en una situación de vulnerabilidad por su edad y las circunstancias personales, familiares y sociales que la rodeaban».
En la sesión de este martes ha declarado el padre, visiblemente desmejorado como su hija. También ha comparecido ante el tribunal la madre, que ha acudido como testigo del sacerdote. Pero, «¿por qué no está procesada su progenitora?» , se le ha preguntado a la abogada de la joven en el descanso. María Victoria Vega sólo se ha encogido de hombros y ha guardado silencio en la puerta principal de entrada a la Audiencia toledana.
Cuatro horas después, la primera sesión ha concluido y el sacerdote ha salido ligero del palacio de Justicia, con su gorra y sus gafas oscuras ocultando su rostro, para eludir a los periodistas.
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