Suspendido el juicio de Haroldo, el anciano de 95 años para el que se pide prisión permanente revisable

Se ha solicitado un reconocimiento médico del acusado, que iba a ser juzgado en la Audiencia de Toledo a partir de este lunes por matar a su mujer en un posible suicidio ampliado

Fue muy respetado en la cárcel de Ocaña I, donde lo llamaban 'el abuelo', durante los meses que estuvo preso. Su salida lo sumió en un estado de abatimiento

Centro asistencial donde ocurrieron los hechos Google

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Se ha suspendido el juicio que iba a comenzar el lunes en la Audiencia de Toledo contra Haroldo, el anciano de 95 años para el que la Fiscalía pide prisión permanente revisable. Fuentes del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha han confirmado a ABC que alguna de las partes ha pedido un reconocimiento médico del procesado, acusado por el Ministerio Fiscal de envenenar a su esposa, Celia, en la residencia municipal de Mazarambroz donde vivían. Al parecer, habían tramado un suicidio ampliado, pero a él le salvaron la vida en el último momento.

Posiblemente, Haroldo iba a ser el reo más anciano en ser enjuiciado en el palacio de justicia toledano en las últimas tres décadas. El Ministerio Público lo acusa de asesinar con alevosía a su mujer, con la que llevaba casado 63 años. Celia, de 90, dejó constancia por escrito de que consentía lo que su marido, un año mayor que ella, hizo a última hora del 28 de enero de 2018: le suministró una combinación de fármacos que acabó con su vida.

Seis meses antes, el 2 de junio de 2017, Celia había sido diagnosticada de un deterioro cognitivo, probablemente relacionado con la enfermedad de Alzheimer, y sufría también demencia de moderada a severa. Necesitaba ayuda para vestirse y comer. Podía desplazarse sola, pero lo hacía con dificultad, por lo que requería de la ayuda de otra persona. Así lo describe la fiscal Asunción Estrada en su escrito de acusación contra Haroldo, que llegó a estar en prisión más de tres meses por unos hechos que se desencadenaron sobre las nueve de la noche de aquel domingo de hace casi cuatro años.

El centro asistencial, de titularidad pública, tiene 18 habitaciones. La pareja ocupaba la número 6, donde Haroldo suministró la combinación que envenenó a Celia. El anciano actuó con el «ánimo de acabar con su vida, aprovechando la grave dificultad que tenía Celia para defenderse o huir, que le impedía oponer una defensa eficaz», según la tesis de la Fiscalía.

En ese escenario, Haroldo inyectó con una jeringuilla , por vías intramuscular e intravenosa, una mezcla de metamizol (concretamente, Nolotil) y detomidina (Medesedan). Realizó cuatro punciones en el brazo derecho, tres en el brazo izquierdo, dos en la pierna izquierda y una en el tórax. «A continuación, le obligó a beber una mezcla de ambas sustancias, que previamente había preparado en un vaso de plástico», relata la fiscal. Para ella concurre el agravante de parentesco y que la víctima era especialmente vulnerable por su edad, enfermedad y discapacidad.

Culto y herrador

La detomidina es una fórmula para uso veterinario que está indicada para la sedación y analgesia de caballos y bovinos, según explica la representante del Ministerio Público en su escrito. El metamizol es un fármaco analgésico que Haroldo «utilizó para potenciar el letal efecto» de la detomidina. Estos efectos «los conocía el acusado por su antigua profesión de herrador y se había ido haciendo con las dosis necesarias para conseguir su objetivo», afirma la fiscal.

Esa combinación provocó una intoxicación medicamentosa, que causó la muerte de Celia por parada cardiorrespiratoria. Según la Fiscalía, ella tenía plena confianza en su marido «y no podía esperar que él le causara la muerte». Sin embargo, Celia dejó por escrito su consentimiento y la manera en que su esposo iba a proceder después de 63 años de matrimonio, como constató la Guardia Civil.

Haroldo también ingirió el mismo preparado que dio a Celia en un vaso. Sin embargo, el personal del centro evitó a tiempo que el hombre muriese. Cinco días después, ingresó en la prisión de Ocaña I y permaneció casi cuatro meses, la mayor parte del tiempo entretenido en la enfermería. Tras pagar una fianza, salió en libertad provisional el 25 de mayo de 2018.

En la cárcel, Haroldo era muy querido por los internos y los funcionarios dada su edad. Lo llamaban 'el abuelo' y era muy respetado. Fue ingresado en una residencia y su salida de la cárcel lo sumió en un estado de abatimiento, según personas que lo conocen y que lo describen como una persona culta que vivió en Suiza.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación