Yunclillos

El homicidio de Juan de Dios, ¿una posible venganza?: «Todo el pueblo sabía que algún día llegaría esto»

El presunto autor dijo que lo mató porque la víctima, de 36 años y conocida por sus fechorías, había provocado supuestamente un incendio cerca de su casa. Su cadáver apareció en un arroyo de Bargas, a 30 kilómetros

«Era el marginado del pueblo», afirma un vecino, mientras que la alcaldesa asegura que «servicios sociales debían haber actuado»

Dos agentes del laboratorio de Criminalística de la Comandancia de Toledo examinan huellas tomadas en el vehículo del presunto autor Guardia Civil

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Se llamaba Juan de Dios, era español y tenía 36 años. Falleció a golpes la pasada semana presuntamente a manos de un hombre de 37, que se personó en el cuartel de la Guardia Civil en Illescas la madrugada del sábado, unos diez minutos antes de las dos, confesando la autoría.

Los investigadores y los médicos forenses tratan de aclarar con la autopsia dónde ocurrió el crimen y si el presunto homicida, rumano, llevó a Juan de Dios vivo o muerto en el maletero de su coche, un Mercedes, hasta un arroyo de Bargas. Allí, a unos 30 kilómetros de Illescas, lo dejó atado de pies y se marchó hasta el cuartel para contar lo que había hecho. Él dijo que lo había abandonado malherido pero, cuando llegaron los primeros agentes, el cadáver tenía marcas en las muñecas de haber sido también maniatado. Su cabeza presentaba además golpes, con lesiones incompatibles con la vida.

Su muerte, provocada con un objeto contundente -quizá una llave inglesa o un martillo-, ha conmocionado la pequeña localidad toledana de Yunclillos, donde era muy conocido por sus fechorías entre sus poco más de 800 habitantes y también en la Guardia Civil. La venganza por un incendio próximo a su vivienda, provocado supuestamente por Juan de Dios, sería el motivo que le llevó a tomarse la justicia por su mano, según contó el presunto autor a los agentes. Desde el lunes, está en prisión acusado del homicidio.

«Juan de Dios era una persona que, sobre todo, debería haber necesitado la protección de asuntos sociales», afirma la alcaldesa, Miriam Dorado. Ella era vecina del fallecido en la misma calle, donde el hombre vivía junto con su padre. «A mí, personalmente, no me dio ningún problema, pero en el pueblo se atribuía a Juan de Dios todo lo que ocurriera: un incendio, un robo...», explica la edil.

Juan de Dios Fotografía cedida

Ella le dio clases particulares gratuitas durante un par de semanas para ayudarlo cuando Juan de Dios era un niño, que creció en una familia necesitada y sin recursos económicos. «Tenía algún tipo de deficiencia, pero yo no soy quién para valorarla. Yo creo que había un problema mental detrás de su comportamiento. Habría sido bueno que hubiera tenido cierta protección o una ayuda por parte de los servicios sociales. Estaba metido en un bucle de mala vida», relata la alcaldesa, que llegó a verlo trabajar para el Ayuntamiento, barriendo bien las calles por ejemplo, cuando ella no estaba en el cargo.

«Yo no quiero defenderlo porque las cosas que ha hecho en el pueblo no están bien, pero también le digo que Juan de Dios ha sido una víctima a la que el Estado no ha protegido. Es mi opinión personal que la digo donde haga falta. Era un problema de conducta que no se ha reconducido bien», añade la regidora. «Haciendo autocrítica, ¿en los tres años que llevo podría haber mediado con asuntos sociales para presionar? Pues sí, podría haber presionado más en el caso de este chico, que necesitaba ayuda y no meterlo en la cárcel. Porque, si no, iba a acabar mal, como ha acabado».

«A Juan lo conocía de toda la vida, teníamos la misma edad. Siempre fue un desgraciado, no ha tenido una familia; desde niño ha estado muy marginado, ha sido el marginado del pueblo». Lo cuenta Miguel Delgado, apenado por su muerte, aunque hace años le robó en su propia casa. «Tenía buena relación con él y, de vez en cuando, le regalaba comida -sigue relatando-. Intentaba tener buen trato con él porque sí es cierto que, de vez en cuando, la liaba por el pueblo: quemaba cosas, robaba... Era la típica persona que estaba mal de la cabeza y, en mi opinión, faltaron los servicios sociales para que se hubieran hecho cargo de él. Era un chico que debería haber ingresado en un psiquiátrico desde bien niño o con una ayuda profesional del Estado».

El sábado pasado, hubo un incendio en el arroyo del pueblo, en una zona conocida como 'Las parcelas' y a un kilómetro aproximado de la casa del presunto homicida, pero el viento llevó las llamas hasta los abetos de la finca, según Miguel. «Dice la gente que fue Juan de Dios, pero no se sabe», añade este vecino, que había llevado huevos de sus gallinas a Juan de Dios hace una semana y media. « Intentaba portarme bien con él -admite-, porque me daba pena y para que no me hiciera ninguna trastada. Por eso mi forma de actuar con él era de una manera agradable». «Cuando hacía fechorías, le pillaban siempre porque era un chico que estaba mal de la cabeza; no sé si lo hacía para llamar la atención...», continúa.

«Todo el pueblo sabía que algún día llegaría esto; que se encontraría con la horma de su zapato y tendría problemas con alguien. Todos los que le hemos sufrido le disculpábamos porque estaba un poco ido», afirma Miguel. «De hecho, cuando le pillamos dentro de casa, mi padre no presentó denuncia contra él ante la Guardia Civil. Mi padre dijo a los agentes que lo que Juan de Dios necesitaba era ayuda profesional, entrar en un psiquiátrico o en algún centro especializado, porque a base de palos y maltratarlo no se conseguía nada», recuerda. «Juan de Dios llegó a ser portero del equipo de pueblo cuando era niño, pero cuando se fue haciendo adulto llegó la mala vida y entró en la cárcel, con lo que empezó a ir para abajo. Una auténtica lástima ».

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