ARTES&LETRAS DE CASTILLA-LA MANCHA

Diario de un jubilado en Nueva York (8): Luz de Viernes Santo

El poeta, profesor y traductor toledano Hilario Barrero envía un nuevo texto desde Nueva York, donde reside desde 1978

La luz temprana se filtra entre los árboles de un parque «upstate» de New York H.B.

Por HILARIO BARRERO

La luz de hoy es la misma luz que ilumina los miradores de alguna ciudad de provincia, con obispo y catedral, miradores como retablos, observatorios desde donde alguna joven mira cómo la gente pasa por la plaza, escucha las tres de la tarde en las campanadas de la catedral y espera que llegue la noche. Es la misma luz, la que nace después de un huracán, de una tormenta, luz lavada, bautizada, luz de pueblo perfumada de heno y humo.

Es la idéntica luz que envolvía a la dama que en el balcón de su casa, en la plaza que tiene una torre, llevaba una blanca flor y veía pasar a un caballero que se lo llevó todo.

La misma luz, tal vez un poco menos gastada, que iluminaba el alto cuello de garza, los cabellos, la boquita, la color de doña Endrina cruzando otra plaza.

Aquella luz republicana, en la plaza abierta, con olor a existencia donde había que entrar con pies desnudos. Luz en ropa de diario, sin incienso entre sus pliegues, sin ite misa est en su final. Luz que borda el ajuar, que quema, machadiana, medieval, humilde. Luz de juicio final que da vida.

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