Gatos y palomas: cuando los «otros» toman las calles de Toledo
La tranquilidad de la ciudad, fruto de la ausencia de actividad por el estado de alarma, ha propiciado la «invasión» de palomas y de gatos en el Casco Histórico
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La tranquilidad que durante estos dos últimos meses se respira en las calles de las ciudades, fruto del estado de alarma y de las medidas de confinamiento decretadas por el Gobierno de España por la crisis sanitaria del Covid-19, ha dado pie a que la naturaleza recuperara un espacio que el ser humano le ha ido arrebatando con el paso del tiempo. Bajos índices de contaminación y un silencio sepulcral , con ciudades prácticamente desiertas, han mostrado una imagen inusual con hierba brotando entre los adoquines y animales paseando por las calles.
La ciudad de Toledo no ha sido ajena a esta nueva realidad. A primeros de abril, agentes de la Policía Local sorprendieron a un jabalí por la circunvalación del Valle ; incluso vecinos alertaron de la presencia de ciervos y de un incremento notable de conejos en la zona. Pero en el Casco también hay «nuevos» residentes.
La falta de actividad en el centro histórico - hoy empezará a recuperarse al entrar la ciudad en la fase 1 de la desescalada - ha ocasionado que las palomas campen a sus anchas. Sus vuelos y arrullos irrumpen en el silencio del día llamando la atención de los pocos viandantes que transitan por las inmediaciones de la calle Ancha, una de las principales arterias de la ciudad.
Los inmuebles abandonados son el refugio perfecto para estas aves, también llamadas «ratas del aire», cuya abundante presencia provoca importantes daños en el mobiliario urbano, en las fachadas de edificios, especialmente en los históricos; y en los negocios particulares a pie de calle. Además de ser un foco de suciedad y de transmisión de enfermedades.
El presidente de la asociación de Vecinos «La Mezquita», Rubén Lozano, señala la existencia de focos en determinadas calles, como la del teatro de Rojas y Alfileritos , donde además «hay un olor que tira para atrás a medio vecindario». Son lugares donde no hay ningún tipo de tránsito de personas como consecuencia de la pandemia.
Pero el incremento de palomas en la ciudad tiene aparejado otra serie de molestias a parte de los daños y el olor. Su existencia ha provocado un aumento de palomina en el suelo , como denuncian algunos vecinos. Estos excrementos convierten el canto rodado de las calles de la zona vieja en « una auténtica pista de patinaj e» cuando llueve. «Es una situación muy peligrosa y más teniendo en cuenta que viven muchas personas mayores», denuncia Lozano.
«Se hará una inspección»
Fuentes municipales señalan a este diario que son conocedoras de focos de estas aves en zonas aledañas a la calle Comercio, donde anidan en función del estado de los inmuebles. Aseguran que el Ayuntamiento « hará una inspección y valorará la posibilidad de realizar algún tratamiento ».
Pero las palomas no son el único dolor de cabeza para los vecinos. Las colonias de gatos que viven en la calle han hecho del bolseo (sistema de recogida de basura que consiste en la acumulación en la vía urbana) su particular «barra libre»: rompen las bolsas y esparcen todos los residuos por la calle, lo que ocasiona graves molestias al vecindario.
Lozano recuerda que la asociación planteó al Consistorio la recogida con contenedores «de quita y pon» en algunas zonas del barrio. Pero aún están a la espera de que se tome alguna medida al respecto. «A falta de que se cierre el pliego del servicio de limpieza y recogida de residuos, esperamos que se pueda llegar a una solución y evitar así que las bolsas de basura queden esparcidas por el suelo», dice.
Un problema, el de la superpoblación de gatos, que no es nuevo en Toledo. Protectoras de animales lamentan que, en muchos casos, se ha destinado dinero público para el control de las colonias felinas, pero los trabajos no se han finalizado. Y ahora se suma que, durante el estado de alarma, el Gobierno municipal ha autorizado a nueve personas, más suplentes, para alimentar y atender las colonias de gatos repartidas por la ciudad.
Los animales han movido ficha durante la cuarenta;, ahora les toca a las autoridades competentes hacer lo propio. El objetivo: controlar esta «invasión» de dos y cuatro patas.
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