Fernando Lallana: «Hay un aprendizaje oculto en el fracaso»

El experto en emprendimiento publica 'Emprendedores en el infierno', inspirado en el averno dantesco

M.J.M.

El nuevo ensayo del experto en emprendimiento Fernando Lallana, 'Emprendedores en el infierno' (Mc Graw Hill) ve la luz con reflexiones sobre el desempeño emprendedor. En un tiempo difícil para las empresas, el autor se sirve del Infierno de Dante -en 2021 se cumple el 800 aniversario- para repensar éxito y fracaso. En sus páginas se advierte del aprendizaje que hay en el tropiezo y alienta a los emprendedores a no perder el ánimo.

-¿Cómo surge 'Emprendedores en el Infierno'?

-Durante una conversación con mi colega italiano Gianluca Fioravanti a principios de 2020. Cuando la pandemia se venía encima, nos reunimos en Roma y trazamos el esqueleto. Casualmente vimos a un hombre en el suelo pidiendo limosna: “Avevo una azienda ma adesso é fallita” (“Tenía una empresa pero ha fracasado”). Fue la confirmación de que debíamos abordar esta temática. Son muchas más las empresas que fracasan que las que sobreviven. En el fracaso hay mucho conocimiento oculto. “El éxito sólo sirve para confirmar nuestras supersticiones”, sostiene el psicólogo Wayne Dyer.

-Otro libro de emprendimiento ligado a un personaje histórico, en este caso el italiano Dante Alighieri. ¿Qué visión aporta el poeta italiano al actual mundo de los negocios?

-Dante vive en la Florencia de finales del s. XIII, donde surge una clase social de mercaderes, comerciantes y artesanos que provocan un extraordinario desarrollo económico. El florín se impuso como una especie de dólar de la época. Lo que puede aportar Dante al mundo de los negocios actual es una actitud y una experiencia con rasgos muy emprendedores. Cuando es condenado al exilio inicia un camino que paralelamente tiene su plasmación en La Comedia. Sobrevivir alejado de los suyos tiene trazas de lo complicado que es sacar adelante un negocio. Por otro lado, su visita alegórica por el infierno aporta claves que son asimilables a los errores que cometen los emprendedores. La comparación entre la herejía que niega la inmortalidad del alma y la falta absoluta de preparación profesional o la gula representada por el afán de riquezas desmedidas son ejemplos que condenan un negocio.

-El libro reflexiona sobre el fracaso empresarial. ¿No está todo dicho?

-El emprendimiento no es ajeno a la mentalidad de nuestra era. Se ofrece una cara amable de los negocios esquivando sus amenazas. El pecado y sus derivados han sido eliminados y con ellos su función catártica. Porque necesitamos un tejido emprendedor robusto hay que ser honestos y decir que emprender es difícil. Este libro sale al paso de un cierto populismo emprendedor que ha empujado a la gente en los últimos años a emprender sin aptitud.

-El comercio y la hostelería son los grandes sectores azotados por la pandemia. ¿Cómo sobrevivir a una crisis como la actual?

-No hay recetas. Cada uno debe encontrar su camino, como Dante. Sí en cambio es conveniente buscar apoyos y aprendizaje en la experiencia de otros. A veces nos cuesta tener la humildad de reconocer que necesitamos ayuda. Dante se dejó acompañar por Virgilio. Uno de los consejos a los emprendedores es volver a hacer consciente el sentido de lo que se hace. Luego intentar ver oportunidades que aparecen en un nuevo escenario. Hay empresas que están pivotando hacia nuevas oportunidades que surgen. La adaptación al cambio es fundamental. Y, por último, aunque suene a frivolidad, leer La Comedia. El viaje de Dante es también el nuestro, escribe Kalkavage.

-En la segunda parte del libro se identifican los principales errores que se cometen a la hora de emprender. ¿Cuál es el más repetido?

-Sin duda, el principal es no emprender cuando se tienen los recursos y las capacidades. España e Italia necesitan un tejido emprendedor sólido y hay una responsabilidad individual y social para quien, pudiendo, no emprende. Después, el 42% de los fracasos vienen por desarrollar un producto o servicio desconectado del mercado. El cliente es el protagonista del proyecto, no el emprendedor. El mercado es un juez implacable que marca el camino. Muchos emprendedores, creyendo tener un producto formidable, fracasan porque nadie está dispuesto a pagar. Después, la falta de preparación provoca fracasos cuando se emprende solo por necesidad. Morir de éxito o no conciliar negocio y entorno, confundir negocio y hobby, no elegir buenos socios, pensar en pequeño, ofrecer baja calidad y deficiente servicio al cliente, son errores que condenan un proyecto.

-La obra dibuja un escenario dantesco para quienes no saben conducir su negocio por buen camino. ¿No es un panorama demasiado pesimista?

-En ningún caso. Hay que ser realista y hay que lanzar el mensaje de que emprender no es fácil. Pero si se hace bien, puede ser muy gratificante. Las culturas mediterráneas estigmatizan el fracaso. Arruinarse es un hándicap complicado de remontar. Fracasar es sinónimo de culpabilidad. El miedo al fracaso es muy alto con respecto a otros países. En España e Italia es una barrera psicológica que frena a muchos. Hay ejemplos de éxito en los negocios después de gestionar sonoros fracasos. Walt Disney fue despedido de un periódico por no tener creatividad y J. K. Rowling, autora de Harry Potter, fue rechazada por diversas editoriales.

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