EN PRIMERA LÍNEA-COVID-19

La farmacéutica visionaria

«Me acusaron de alarmista», dice Rocío Lorenzo Villarreal, boticaria de la calle Tornerías, en Toledo

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Cartel premonitorio: «Por su seguridad y por la nuestra, desde el 25 de febrero dispensaremos con mascarillas» M.J.M..
María José Muñoz

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«Me acusaron de alarmista, pero si todos nos hubiéramos puesto una mascarilla un mes antes, seguramente no estaríamos como estamos» . Así contesta la farmacéutica Rocío Lorenzo Villarreal, que regenta la oficina situada en el número 13 de la calle Tornerías —a espaldas de la catedral— cuando le preguntas si es que hay un error de fecha en el cartel que tiene colgado en la puerta: «Por su seguridad y por la nuestra, desde el 25 de febrero dispensaremos con mascarillas. Disculpen las molestias».

La farmacéuttica estemartes en su oficina de la calle Tornerías M.J.MUÑOZ

Tres semanas antes de que fuera decretado en España el Estado de Alarma, esta farmacéutica ya parecía intuir cómo culminaría esa extraña gripe de la que hablaban los turistas chinos que entraban pidiendo mascarillas, y más mascarillas, según pasaban los días.

Pero no eran solo los visitantes de aquel país que por aquellos días inundaban el Casco Histórico de Toledo los que las demandaban a centenares; también los comercios chinos del barrio antiguo acudían a comprar compulsivamente mascarillas para enviarlas con urgencia a sus familiares en China.

«Desde después de Navidades llevábamos con la farmacia llena de chinos que querían mascarillas, pero no solo chinos de China, sino también chinos toledanos para mandarlas a su tierra porque decían lo estaban sufriendo mucho . Y recuerdo que, a mediados de enero, una china que estaba estudiando en Toledo me preguntó que por qué en España no nos poníamos mascarilla, y yo le pregunté que por qué nos la teníamos que poner. Y me contestó: ‘porque en mi país lo están pasando muy mal’. Yo fui consciente del problema desde el 15 de enero por los cientos de chinos y los cientos de italianos que nos contaban el problema . Hasta los guías turísticos pasaban por la farmacia a comprar mascarillas y geles hidroalcohólicos: ellos eran muy conscientes de esto».

Ante el panorama que se avecinaba, el 23 de febrero Rocío Lorenzo llamó al Colegio de Farmacéuticos para preguntar si podían ponerse mascarilla para atender al público, «y me dijeron que era totalmente voluntario, que nadie nos lo iba a prohibir».

Los siguientes días «muchísima gente nos criticaba por alarmistas y hasta que se puso el Estado de Alarma nadie aquí vio problema alguno; incluso, después del decreto, decían, ‘no, no, si es solo una gripe, no me pongo mascarilla, si no va a pasar nada’».

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