Antonio Illán Illán
Excelente el Macbeth-bisnes
Éxito de la compañía «La casa de la portera» en el teatro de Rojas
Macbeth siempre será Macbeth con independencia del ámbito en el que se contextualice. No importa que la dramaturgia elegida, simbólicamente, sea el mundo de una empresa, como es el caso de la recreación que hace la compañía La casa de la portera, la tragedia de Macbeth siempre deja en el aire la esencia de ser una obra maestra del espíritu humano.
Javier Martret , versionador y director de la esta propuesta, no nos ha querido presentar un Macbeth que se desenvuelve ente humos infernales y terrores de espectros, ni ha querido que el drama lo domine la noche con la invocación a las tinieblas y la evocación de las torpes criaturas furtivas y rapaces de la oscuridad, aunque ha respetado lo esencial de la peripecia y la historia consabida del drama, que se seguía sin dificultad. Ya sea en la concepción canónica o en la traslación al mundo del bisnes, queda bien claro que hay conceptos básicos sobre los que esta dramaturgia carga las tintas, y estos conceptos son los de la ambición, que se resuelve en una brutal violencia, la culpa y el fracaso. De los tres, quizá el tema de la culpa sea el menos interiorizado en la realidad del mundo de hoy.
El resultado ha sido el de una atractiva propuesta de la obra clásica shakesperiana, donde se realiza una puesta al día extrapolando las intrigas macbethianas al mundo actual del empresariado yupi y su desmesurado afán competitivo. La inclusión del personaje no shakesperiano de Camelia , muy bien interpretado, por cierto, era el nexo entre la representación canónica del texto y el contexto circunstancial del mundo de la empresa, a la vez que servía para ir dirigiendo al público en los cuatro cambios de escenario en los que la representación se lleva a cabo y que suponen, si no una interacción con el público, sí una cercanía que ofrece al espectador una experiencia teatral muy interesante.
La concepción dramatúrgica de MBIG, con una estética «años cincuenta», cuatro espacios escénicos diferentes en varios lugares del teatro y una escenografía funcional pero elegante, ha dejado momentos sublimes, como el encuentro amoroso entre los Macbeth, de un violento realismo milimétrico, y ha dibujado dos brujas excepcionales, sincronizadas como un reloj, a las que hubiera aplaudido a rabiar el gran Willian Shakespeare si hubiera acudido a la representación que hemos disfrutado en el teatro de Rojas.
José Martret en la dirección y Alberto Puraenvidia en la creación del imaginativo espacio escénico han realizado una labor encomiable. La interpretación merece el aplauso general por un trabajo coral, si bien me ha parecido muy equilibrada la de Duncan; muy acertada en la expresión de las emociones la de Banquo; muy abrumadora, por su voz y su presencia, la de Macbeth; y excelente la de lady Macbeth, más en la parte sensual que en la de mujer codiciosa.
MBIG ha resultado un espectáculo sorprendente para un público como el toledano, acostumbrado al típico teatro de caja italiana y poco habituado a las excelencias del teatro cercano, dinámico y tan participativo que casi convierte al espectador en parte activa de la representación. El éxito total bien puede servir para iniciar una nueva línea en la programación del Teatro de Rojas.
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