Cristóbal Bargueño de la Plaza, primer diácono permanente de la Diócesis de Toledo

Ha sido ordenado este domingo en la catedral primada por el arzobispo Francisco Cerro

Momento de la ordenación en la catedral primada

ABC

El esquiviano Cristóbal Bargueño de la Plaza se ha convertido en el primer diácono permanente de la Diócesis de Toledo . El acto de ordenación tuvo lugar este domingo en la catedral primada a cargo del arzobispo Francisco Cerro Chaves.

Bargueño que, se considera un «privilegiado» por recibir este «don del Señor» podrá administrar los sacramentos del bautismo y matrimonio. Casado y padre de dos hijas, a este funcionario de Justicia el Señor le regaló el «don de mi esposa y el don inmerecido de la llamada al diaconado permanente», manifestó a ABC.

Sus padres le inculcaron los valores cristianos desde muy pequeño. Pasó siete años en el Seminario Menor de la Congregación Religiosa, los Padres Josefinos de Murialdo en Sigüenza (Guadalajara). «Vi que la vida religiosa era preciosa, pero no me sentía llamado para el Señor», afirma este funcionario de los juzgados de Fuenlabrada (Madrid). También estuvo en el Seminario Menor de Madrid, donde comprobó que el sacerdocio tampoco era para él.

El 29 de junio de 2018, monseñor Braulio Rodríguez firmó el decreto mediante el cual se creó esta nueva figura, hasta la fecha inédita en la diócesis, aunque estaba en algunas diócesis de España desde 1978. Sin embargo, en la archidiócesis de Toledo solo había una ligera alusión en el canon 235 de las Constituciones Sinodales del XXV Sínodo Diocesano, promulgadas el 23 de noviembre de 1991 por el cardenal Marcelo González Martín.

Desde entonces, gracias a esta orden hombres casados y solteros podrían dedicarse a las labores que les permite la autoridad eclesiástica, como administrar los sacramentos del bautismo y el matrimonio; predicar la Palabra de Dios y dedicarse a los servicios sociales y de caridad. Incluso podría darse el caso de que en pequeñas parroquias, a falta de un sacerdote, sería el máximo representante religioso de la diócesis.

La principal diferencia con los sacerdotes es que, además de no estar facultados para celebrar misa, confesar e impartir la unción de los enfermos, pueden ser casados y tener hijos.

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