«En Paz consigue el 100% de la reinserción de los presos»
La parroquia de Santo Tomé tiene un piso cedido en Toledo para reclusos que salen de la cárcel a pasar su permiso penitenciario
El inmueble del casco histórico, sede de la asociación «Jesús Abandonado», no es la única propiedad para fines sociales que tiene la parroquia de Santo Tomé en Toledo. En el barrio de Santa María de Benquerencia, es propietaria de un piso, cedido a la Organización No Gubernamental (ONG) «En Paz» .
Esta asociación acoge a personas privadas de libertad, en su mayoría extranjeras, que han conseguido el segundo y el tercer grado de prisión, además de los que tengan concedida la libertad condicional. Su objetivo es ofrecer un lugar para que puedan pasar sus días de permiso y fines de semana en un entorno que busca su integración social y laboral.
Al frente de esta institución está Pedro Moreno, su presidente. «Al ser extranjeros y disponer de beneficios penitenciarios, pueden salir a la calle, pero no tienen dónde ir, por lo que no pueden disfrutar de ellos -explica-. Nosotros les prestamos el alojamiento en una vivienda y así poder acogerse a los beneficios penitenciarios, a la vez que les ayudamos en su rehabilitación».
Los presos que viven en el piso «José Rivera», nombre que recibe la vivienda en homenaje al sacerdote toledano fallecido, no tienen delitos de sangre, ni son toxicómanos, ni están condenados por violencia de género o terrorismo. «Solamente son personas que han robado y que cumplen su condena por querer lucrarse para vivir por encima de sus posibilidades», aclara Moreno, cuya organización es pionera en dar cobijo a los hijos nacidos en la cárcel.
Jorge es uno de los seis internos que viven en ese piso. Él disfruta de un permiso de tercer grado. Le quedan tres meses para terminar su condena de seis años por tráfico de drogas y reconoce que los años en prisión le han servido para «arrepentirse y conocer la ‘verdad’ de las cárceles».
Como en casa
El reparto de tareas es fundamental para el buen funcionamiento del hogar. E, incluso, cada miembro de la casa dispone de unas llaves que le permiten salir y entrar con total libertad. «Su autonomía es esencial para que se sientan como en casa», siempre bajo la vigilancia de un cuidador que vela por el buen uso de la vivienda y por que los reclusos lleguen «en buenas condiciones».
«En esta vivienda se crea un clima de familiaridad, comunicación y encuentro , donde se respira un ambiente de respeto y colaboración mutua», asegura Moreno.
Durante el tiempo libre, realizan talleres para fomentar la creatividad, actividades deportivas, salidas culturales, fomento de la lectura y cursillos anuales de cocina u odontología.
El trabajo que desarrolla por esta ONG ha dado unos resultados inmejorables, ya que el 100% de los presos acogidos no vuelve a delinquir tras su paso por el centro.
«Se sienten acogidos, amparados y queridos», afirma Moreno, quien remarca: «Por En Paz han pasado muchas personas que no tenían esperanza y que se les ha devuelto la ilusión, una sonrisa y el empuje que necesitaban para comenzar una nueva vida».
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