«El alcohol es un problema del que nadie está a salvo»
La parroquia de Santo Tomé tiene cedidos dos inmuebles en la ciudad con el fin de que presos y personas con problemas de abuso de alcohol se reinserten en la sociedad
Las encuestas revelan que brindar con agua sería la tercera acción que más evitan los españoles para ahuyentar el mal fario; solo después de pasar por debajo de una escalera o andamio, y la de abrir un paraguas dentro de una casa. Pero a David (nombre ficticio) esta tradición no le ha traído mala suerte. Lo mismo les ha ocurrido al resto de compañeros con los que comparte casa en el casco histórico de Toledo.
Los catorce viven en un inmueble propiedad de la parroquia de Santo Tomé que está cedida para su explotación a la asociación civil «Jesús Abandonado». Todos ellos tienen algo en común: rehabilitarse de un problema de abuso de alcohol . La tarea no es fácil, aunque para ello tienen un año de plazo y el apoyo y la confianza de un «gran equipo humano» del que forman parte seis profesionales (psicóloga, trabajadora social, integradores sociales y monitores), además de voluntarios.
El primer centro abrió sus puertas allá por el año 1995 en Cuerva (Toledo). La demanda fue tan grande que la casa se quedó pequeña, por lo que terminaron por mudarse a la vivienda que la iglesia toledana adquirió en el centro urbano.
Raquel Fernández y Cristina Ramos, trabajadora social y psicóloga, respectivamente, son dos de las seis patas que sostienen este proyecto de vida. «Las personas con un problema de abuso de alcohol tardan mucho en tomar consciencia de la enfermedad y les da vergüenza reconocerla, cuando su entorno ya lo sabe», afirma la psicóloga.
El problema con el alcohol es un «tema tabú» que «está muy mal visto en la sociedad». «Se asocia con la persona pobre, en paro y con una familia desestructurada, pero es una etiqueta falsa», lamenta Ramos, quien añade que los inquilinos que viven en esta casa han tenido que pedir una baja laboral para tratarse de esta adicción y volverán a su trabajo, cuando se rehabiliten.
El alcohol es una sustancia legal de fácil acceso. Se empieza a consumir en torno a los doce o treces años
En los últimos años, el perfil de la persona con problema de abuso de alcohol ha cambiado bastante. Hace años, la mayoría eran hombres de edad media, pero, hoy en día, cada vez hay más jóvenes y mujeres. «Se empieza a consumir alcohol en torno a los doce o trece años y el tipo de patrón en las mujeres indica que el consumo es más solitario, en casa, a escondidas, por lo que es más difícil descubrirlas e intentar que busquen ayuda».
El principal problema de esta sustancia legal es su fácil acceso en la sociedad . «Si tu hijo llega por la noche borracho, te enfadas, pero no tanto como si llegara puesto de cocaína», ejemplariza Ramos. «El consumo de sustancias tóxicas empieza por el alcohol, la droga madre de todas las drogas, que compensa los efectos adversos de otras sustancias. Hay personas que se han rehabilitado de la droga y les ha quedado el letargo del alcohol», asegura.
Retomar el rumbo
El inmueble de Santo Tomé fue adquirido por la parroquia en el año 2000 como símbolo de caridad. Y, desde su funcionamiento hace ya veinte años, alrededor de 700 personas han podido beneficiarse de esta acción caritativa social . De ellas, el 50% ha conseguido rehabilitarse y retomar su vida gracias a las terapias de intervención psicológica a nivel individual y grupal, grupos de autoayuda, habilidades sociales, rehabilitación cognitiva, prevención de recaída, educación para la salud o las asambleas para resolver conflictos en la convivencia....
Pero, ¿cómo se consigue el ingreso en el centro? Las personas que se dan cuenta de que tienen un problema de abuso de alcohol acuden al médico, que les deriva a la Unidad de Conductas Adictivas (UCA ) . Primero se empieza con un tratamiento ambulatorio y, si éste falla, la UCA busca una comunidad terapéutica en función de las necesidades de cada paciente.
Una de esas comunidades rehabilitadoras es la « casa Santo Tomé », que consta de tres plantas. En la superior están los dormitorios con literas y los baños individuales; en la central, el despacho, el salón-comedor y la cocina; y, en la planta baja, las salas donde se realizan los talleres y el patio. Además, y debido a su céntrica situación, los pacientes pueden utilizar los recursos comunitarios de los que dispone la ciudad (piscinas, bibliotecas, visitas culturales…), así como aprovecharse del contacto con un entorno normalizado y tratar con personas que no padecen alcoholismo.
La ONG «Jesús Abandonado» atiende a los enfermos en cualquiera de las fases del trastorno, desde los primeros momentos —ofreciendo información, orientación a los propios pacientes y/o sus familias…— hasta la atención a enfermos crónicos a través del programa de internamiento.
En la casa las normas están claras: no pueden salir solos a la calle (siempre van acompañados por un familiar o monitor); hay que cumplir unos horarios, nada de dinero ni teléfono móvil; la medicación «está custodiada» y, lo más importante de todo, el alcohol está «terminantemente prohibido». «No pueden consumir nada que les despierte deseo en la boca, ya sea vino, cervezas —ni siquiera sin alcohol ó 0,0— o vinagre. Aquí solo se bebe agua», recalca la trabajadora social.
Rehacer los hábitos
Con todo, ¿se puede salir del infierno del alcohol? El abuso es una «enfermedad crónica», de la que «uno no se cura, sino que se reinserta y rehace sus hábitos », aclara Ramos. «Esto es como el diabético que se trata y aprende nuevos hábitos de conducta, pero se muere siendo diabético», pone como ejemplo.
El abuso de alcohol es una «enfermedad crónica» de la que uno rehace hábitos y reinserta pero no se cura
«Cuando una persona quiere dejar una sustancia en unos quince días, está recuperado. Se ha pasado el mono, los temblores…, pero lo que hay que recuperar luego es saber decir que ‘no’», sentencia. Por eso, en esta comunidad terapéutica, ayudan a buscar alternativas al consumo de alcohol. «Cuando antes tenían un mal día y se relajaban con un par de cervezas, ahora hay que buscar otras alternativas. Hay que buscar nuevos hábitos, patrones de conducta. Es muy importante que tengan una rutina», subraya la psicóloga.
Buscar la normalización del individuo es fundamental para conseguir su reinserción en la sociedad. De buena tinta lo sabe Juan Antonio Pérez, exprofesor del colegio Infantes, jubilado y voluntario desde hace siete años. «Trabajar aquí me hace sentirme útil y me alegra saber que hago algo de provecho por los demás», reconoce Juan Antonio, que ejerce como director del centro.
«El problema de abuso de alcohol es una enfermedad como el que enferma de gripe, del que no estamos a salvo nadie », alerta Raquel, quien lanza otro mensaje: «Simplemente hay que creer en las personas y darles una segunda oportunidad».
Y, para no tropezar en la misma piedad, David y el resto de habitantes de la casa brindarán durante estas fiestas con agua por todas las cosas buenas que aún están por llegar.
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