Alfredo, el extoxicómano y atracador de bancos rehabilitado que salda su última deuda con la Justicia
A sus 58 años, 'el atracador amable' de Gijón es absuelto de dos delitos al admitir la Audiencia de Toledo la eximente completa por drogadicción cuando ocurrieron los hechos, en 2018
Trabaja como vigilante en una gravera. Cuenta que su jefe, un empresario, le ofreció empleo, sueldo, casa y un coche cuando ambos estuvieron hospitalizados en la misma habitación
A Alfredo se le cristalizan sus ojos verdes nada más salir de la sala de audiencias este miércoles. En el vestíbulo, apoyado sobre una columna, balbucea mientras llora. No se cree lo que acaba de oír dentro: el magistrado Emilio Buceta le ha comunicado que no irá a prisión por unos hechos ocurridos en un hostal de Illescas en agosto de 2018.
Se lo cuenta a Gema Manzanares Fresneda, trabajadora social de Pretox, una asociación de Toledo para la prevención y ayuda a las adicciones, que también ha asistido a la brevísima comparecencia de apenas unos minutos. «No recuerdo nada» , declaró Alfredo al tribunal, formado por tres magistrados, porque iba de droga hasta las orejas aquel día. «¡Os voy a mandar a un mundo que lo vais a flipar!», lanzó, entre otras amenazas, a los agentes que acabaron deteniéndolo.
La trabajadora social de Pretox conoce muy bien a Alfredo, extoxicómano y atracador de bancos rehabilitado, que también durmió en la calle. Lo ha acompañado en esta singladura hasta la Audiencia provincial de la capital de Castilla-La Mancha para que este gijonés de 58 años salde su última deuda con la Justicia. Él ha ido convencido de que le iban a caer los cuatro años de prisión que la Fiscalía le pedía en un principio por tráfico de drogas.
Sin embargo, y después de una espera de una hora larga en el vestíbulo, el tribunal lo ha absuelto de los dos delitos que le imputaban tras cambiar el Ministerio Público su calificación inicial, apoyándose también en un informe social de Pretox. Se le aplica la eximente completa por drogadicción cuando sucedieron los hechos, aunque Alfredo deberá cumplir con una medida de seguridad: estará en libertad vigilada, por lo que seguirá acudiendo a la asociación. «Se trata de que encamine su vida lo mejor posible» , le animó Buceta, a quien posiblemente le habrían contado la situación del procesado: tiene un trabajo, un sueldo, una casa y hasta un coche gracias a la generosidad de un empresario y de sus hermanos.
«Empecé con 14 años»
Alfredo Luis Menéndez Andrade ahora es sólo un fumador empedernido. Atrás dejó el infernal mundo de la drogadicción y una aborrecida carrera delictiva durante décadas, en las que este exdrogadicto no paró de entrar y salir de cárceles. «Mi vida daría para un libro», asegura sentado en un banco de la plaza del Ayuntamiento de Toledo, poco después de abandonar la Audiencia, mientras el sol le ilumina la cara.
No tiene dedos suficientes en las manos para repasar los 23 años que estuvo de prisión en prisión por toda España -la última, en Ocaña-, aunque sus primeros contactos con la delincuencia fueron siendo un niño. «Empecé con 14 años, contando monedas de robos de chavales mayores que yo. Me utilizaba una banda de mi barrio en Gijón. Esto me daba mucho dinero, no sabía en qué gastarlo, vi la heroína y empecé a consumir. Ahí fue donde lo fastidié todo, me enganché». Tenía 16 años.
Como delincuente hizo de todo, pero se especializó en atracar bancos con armas de fuego. «Era un tío frío y calculador, pero educado. La policía me llamaba 'el atracador amable'. No es broma -aclara-. Entraba educadamente, pedía el dinero educadamente y nunca hice daño a nadie; nunca disparé. De hecho, una vez me cogieron por atender a una mujer que le estaba dando un jamacuco. Era una señora mayor, durante el atraco a un banco. Yo pensé que se moría de un ataque al corazón y un policía secreta me detuvo».
Durante esa extensa espiral de delincuencia, Alfredo consumió todo tipo de drogas. «Me he metido tanta porquería que soy malísimo para las fechas, para los nombres, para... Me he metido todo lo que cayera en mis manos», y enumera una larga lista de estupefacientes. «Heroína, cocaína, tripis..., hasta en la cárcel lo he consumido. Porque hay droga, aunque es más cara», atestigua.
«Me fui a un mundo de elfos»
Habla en pretérito perfecto, pero él dejó el mundo de las drogas hace casi cuatro años. Fue después de los hechos que se juzgaron este miércoles. Él cree que ocurrieron el día de su cumpleaños, el 25 de agosto, tras salir de prisión, pero la Fiscalía lo data cinco días antes. «Me dieron una bolsa con cien gramos de cocaína para que probara la calidad. La cogí, me metí en una pensión y la probé. Bien. Pero luego me metí una bolsita con una sustancia marrón, que no sabía lo que era. Entonces me fui a un mundo imaginario de elfos y la lié parda», relata tranquilo.
Detenido por la Policía local y la Guardia Civil, este último episodio de Illescas fue el punto de inflexión para dar una patada a la droga. «Empecé con metadona, bajé la dosis y llegué a dejarla completamente» , según Alfredo, que asegura que con 14 años ya estaba en tratamiento psiquiátrico.
A finales de 2018 llegó a Pretox, donde le cambió la vida. «Vi una familia», continúa mientras se rompe emocionalmente y sus ojos se cristalizan. «Me dieron la confianza que depositaron en mí; yo no quise decepcionarlos y dejé la droga», relata junto a la trabajadora social, que asiente con la cabeza. «Este juicio te quitaba el sueño desde el primer día», le recuerda Gema. «Sí», responde él, «porque ya lo había conseguido todo pero, sabiendo que me jugaba cuatro años de prisión, estaba en la cuerda floja». «Que ahora me hayan dicho que quedo en libertad y que nada más que tengo que ir a Pretox, es increíble».
Un cuento de Navidad
Alfredo se podría tatuar la frase que mucha gente repite: «Las cosas pasan por algo». Porque, en el caso de este asturiano, que se rompiera una pierna y fuera al hospital le cambió la vida para siempre. En la misma habitación coincidió con Agustín, un empresario de Albarreal de Tajo que también estaba ingresado. Eran las Navidades de 2020. «Le conté mi vida y, cuando salimos del hospital, me ofreció un trabajo, casa, sueldo y que me iba a regalar un coche. Yo pensé que lo decía de cachondeo, pero no fue así. Tengo coche, casa, trabajo y mi dinero porque me lo trabajo».
Está empleado en una gravera y vigila también la finca de Agustín y de sus hermanos. «Le mandé un vídeo de un reportaje de televisión que me habían hecho y le advertí: 'Mira a quien metes a trabajar'. Él me contestó que el pasado es el pasado y me dijo: 'Vente mañana'».
El empresario fue a recogerlo a Toledo, donde Alfredo había dormido en la calle y estaba recogido en un albergue mientras seguía bajo el amparo de Pretox. «Me amueblaron la casa a tutiplén; lavadora, microondas, vitrocerámica, televisión... Todo nuevo, excepto la cama y el sofá, pero me daba igual. Yo he dormido en el suelo, encima de un cartón, porque fui un sintecho». Ahora está reinsertado completamente, con la supervisión de Pretox, y cuenta su historia de vida a todo aquel que quiera escucharlo.
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