ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA: EN OGIGIA
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«Algo perturbador, desazonador, no te permite desviar la vista» del cuadro de Kirchner
Enrique Lynch, en su libro «Sobre la belleza» transcribe una reflexión del historiador de arte Nicolai Tarabukin: El arte continúa viviendo, no como forma determinada, sino como sustancia creadora , y el propio Lynch comenta: esto explica que, en cierto sentido, nuestro mundo contemporáneo rebose de arte, pero no de un arte dedicado a glorificar la belleza […] sino de un arte que ha renunciado definitivamente a presentarse a sí mismo como bello .
Los días que nos dominan no son propicios aún para visitar el museo ni su exposición (deseada) «Expresionismo alemán en la colección del barón Thyssen-Bornemisza» ; por ello, la apreciación del primer párrafo enmarca tu segunda elección en el recorrido virtual del Thyssen (en el suplemento cultural «Artes&Letras de Castilla-La Mancha» publicaste la primera visita). Se trata de un óleo del alemán Ernst Ludwig Kirchner (1880-1938) «Fränzi ante una silla tallada» , pintado en 1910. Kirchner pertenece al grupo Die Brücke ( El Puente ) que con el de los creadores de Der Blaue Reiter (El Jinete Azul) reúnen extraordinarios maestros del expresionismo en Alemania. En los dos hay similitudes; sin embargo, los componentes de El Puente gustan de las formas angulosas, coloristas (herederas de Munch, del fauvismo) aunque también inquietantes, violentas, mientras que los artistas que constituyen El Jinete azul prefieren un toque más acusado de lirismo, de espiritualidad, de ensoñación elegante.
El cuadro escogido representa a Lina Franziska Fehrmann, la menor de doce hermanos de una familia obrera de Dresde y modelo varias veces para Kirchner y para otros colegas del grupo. Ante un fondo indefinido, polícromo –y una silla tosca que parece una mujer desnuda–, la niña, bien peinada y vestida, con un gran collar azul, mira de frente desde sus ojos entornados y adultos ; mira verde, sin el más mínimo gesto de timidez y casi sonriendo con unos inmensos labios rojos. No es un gesto inocente, ni amable, ni infantil… ¿Dónde lo bello? En este caso la belleza se reformula, se transforma, es otra cosa… Surge la provocación . Algo perturbador, desazonador, no te permite desviar la vista. Un aire tal vez despiadado, sexualizado, brota de la obra y domina la sala del museo donde se sitúa la pintura. Y, por alguna razón muy subjetiva, te recuerda a las fotografías, que todos hemos visto, de las niñas con atuendos de novia en su boda absurda , entregadas al pisoteo de la infancia, robadas de sí mismas.
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