Vidas de mujer contadas por el cine y por Ángeles García

La que fuera primera fiscal jefe de España en Guadalajara nos cuenta el cine con mirada de mujer

Fragmento de la portada del libro

POR ANTONIO LÁZARO

De entrada, quiero declarar que prefiero en los ensayos las miradas desprejuiciadas, el libre abordaje del fenómeno, movimiento o realidad de que se trate. Me inclino cada vez más por la singularidad, por el yo que se abre y comunica conmigo, contigo, con él, con ella, con nosotros, con los demás. Aparte de su carácter enciclopédico, prácticamente toda una revisión desde el enfoque anunciado de siglo y cuarto de arte cinematográfico, su fina escritura, la perspicacia en los juicios y la amplia capacidad de síntesis, me ha gustado de este libro su libertad de criterio, su abierta apuesta por la primera persona: una mujer nacida en una ciudad de provincias a mediados del siglo XX , con una formación de nivel superior, cuenta sus vivencias, sensaciones y conclusiones acerca de centenares de películas. Desde una clara apuesta por la perspectiva femenina y feminista pero sin ampararse en ese logos codificado de los discursos sobados y dictados por quienes aspiran a mayorales de un inmenso rebaño. Los que antes hacían obligatoria la figura de la modista en las compañías de cómicos por si el censor local de turno decidía en el último momento que había que subir el escote de las vedettes. Los que ahora tildan de reaccionaria cualquier nota discordante en el bostezante concierto de lo políticamente correcto. Puritanos de antes y neopuritanos de ahora. Aquellos que prefieren la propaganda a la información y el debate.

Portada del Vidas de mujer que el cine cuenta. Antonio Machado Libros.2020

Sin duda, el libro de Ángeles García ofrece otras cosas . Por eso ilustra y entretiene, horaciano modo. Recupera películas que hemos visto y nos propone otras que no . Y aunque por coherencia predomina el enfoque de género, el estudio y la crítica no son unidireccionales y planos, sino abiertos y desprejuiciados, no pocas veces sorprendentes también. Y, sin excluir la polémica y el debate, siempre amenos.

El libro, de dimensiones enciclopédicas, en torno a las 500 página s, se estructura en dos grandes bloques: «memorias cinematográficas de una niña de la posguerra» y «una mirada sobre los retratos fílmicos de personajes femeninos reales». El que una jurista que ha alcanzado, en un entorno demasiado masculino cuando inició su carrera, los puestos de mayor responsabilidad en el ámbito fiscal , comprometida como estudiosa, articulista y conferenciante con la problemática de género, dedique al cine este gran (en todos los sentidos) libro no puede sorprender. Ella lo explica sin ambages y declara haber padecido desde su infancia y adolescencia en una brumosa ciudad norteña «una intensa cinefilia que resultó incurable». Tampoco sorprende que lo haya concebido desde la perspectiva de género. En aquellos programas dobles de sus años mozos vivió experiencias maravillosas ante toda clase de cine (sin excluir las películas de género, como western o cine negro) pero rara vez encontraba en ellas personajes femeninos con los que identificarse. Solo desde los 80 y 90 en adelante empezó a constatar un cine en femenino . Estas son las premisas y el eje fundamental que motiva y vertebra esta obra singular, que encabeza las listas de libros de cine más vendidos en nuestro país. Porque repito, enseña y entretiene, algo tan fácil de decir como difícil de conseguir.

Hay un aspecto del cine en la España de los 60 y 70 que subyace a esta obra y que no sé si se ha abordado suficientemente desde la sociología, la literatura y el propio cine. El cine como fábrica de sueños y a la vez de control ideológico, de perpetuación de modelos patriarcales, pero, paralelamente, el cine como espacio físico o ámbito de libertad en un entorno represivo donde hasta el beso en público estaba prohibido: sala oscura que propiciaba toda clase de caricias. Esos cines de entonces que las multisalas de centro comercial remplazaron. Y que por cierto, ahora, con la pandemia, no sabemos si van a sobrevivir.

El yo autoral nunca se esconde. El libro adquiere así unos tintes de memoria sentimental e intelectual, que lo dotan de mayor interés pues se percibe la vida vivida, la cinefilia experimentada en primera persona sin académicas máscaras de supuesta objetividad. Y en consonancia con el título, a menudo la autora nos cuenta las películas, recreando ese género entrañable que perdura: contar películas. Hoy día contrarrestado por el pánico al «spoiling», a que te destripen la película. Personalmente, a mí una buena sinopsis, una película bien contada, desenlace incluido, nunca me ha disuadido de verla, bien al contrario. Y Ángeles García cuenta muy bien las películas, te anima a verlas o volver a verlas.

Por lo demás, enlazando con la apertura de esta reseña, el libro es valiente, no se esconde, incluso enfatizando elogios y descalificaciones. Con las que no siempre, uno coincide. Así, para ella la gran actriz Margarita Lozano aparece, en su apreciación, un poco deslucida ante los monstruos con los que comparte reparto en Viridiana ( Silvia Pinal, Paco Rabal, Fernando Rey ). Para mí, estaba espléndida, gran ejercicio de contención actoral, en su papel de la inolvidable criada/amante Ramona. Como botón de muestra de la estrategia del libro, un párrafo dedicado precisamente a este film, Viridiana, de Luis Buñuel : «En 1977, yo había visto muchas cosas y mucho cine y era ya fiscal, pero me impactó este retablo que hizo Buñuel de las miserias humanas».

Y la coherencia trasciende los corsés de lo políticamente correcto, criticando el buenismo culturalista que mira hacia otro lado ante la opresión y relegamiento de la mujer en otras culturas distintas de la occidental, en la que, respecto del cine, el siglo XXI, según la autora, ha supuesto un «giro importantísimo en pro de la publicidad de vidas femeninas». También cuando reivindica grandes figuras femeninas «mal vistas» por cierto progresismo afectado de presbicia, como Isabel de Trastámara o la gran cineasta alemana Leni Riefensthal . Las sabrosas anécdotas salpican y animan, como las profusas imágenes de carteles y fotos de rodaje, este libro. Así, las calenturientas leyendas hispanas acerca de desnudos integrales de Natalie Wood y Rita Hayworth en Esplendor en la hierba y Gilda, que habrían sido censuradas en España. Pintorescas aportaciones celtibéricas al guión de la leyenda hollywoodense.

Curiosamente, la autora, cinéfila y jurista, no dedica un epígrafe específico al cine procesal o de juicios desde la perspectiva de la mujer. Es constatable que, aparte del género propiamente considerado, en el modelo norteamericano de cine y televisión, un alto porcentaje de argumentos contienen una sustantiva parte judicial. Pudiera ser esta (cine de juicios y mujeres) quizá una segunda entrega tras estas Vidas de mujer , que están teniendo la amplia aceptación que merecen.

Ángeles García ha tenido una gran vinculación profesional y personal con Castilla-La Mancha. Fue la primera fiscal jefe de España, con destino en Guadalajara . Y ha recibido una distinción de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha con motivo del Día Internacional contra la violencia hacia las mujeres.

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