José Rosell Villasevil - SENCILLAMENTE CERVANTES (XLII)
Sevilla vivifica a Cervantes
Miguel vivió en Andalucía prácticamente la mitad de su agitada existencia, trece años de su niñez y juventud, más doce de una madurez que ya venía de vuelta de medio mundo
Miguel vivió en Andalucía prácticamente la mitad de su agitada existencia , trece años de su niñez y juventud, más doce de una madurez que ya venía de vuelta de medio mundo. Un cuarto de siglo que influirá profundamente en su cráter -su acento fue sin duda marcadamente ceceante-, así como en su obra, archivo evaliosísimo de una amplia cultura encuadrada en los límites del más sereno y honesto senequismo; pero con un gracejo especial que fluye por las páginas de sus libros.
Durante el segundo periodo andaluz, que nunca le desliga de su esposa y entorno esquiviano, así como de su familia natal, incluyendo la consecuencia de sus amores adúlteros madrileños, la hija Isabel; durante esta segunda y larga estancia en Sevilla, van a suceder muchas cosas que le obligarán a desplazarse a Castilla por ese ya viejo confidente que para él era el aleccionador Camino Ral de la Plata , escenario de las vivencias de los cicateruelos «Rinconete y Cortadillo», como lugar «propincuo» para el apostolado de un sublime profeta moderno, que eludía las acciones fundamentalistas de la justicia, camuflado bajo el disfraz de la locura. Utilizándola como escudo, nos ofrece las más impresionantes lecciones de humanidad. Pero nunca fue obstáculo, lejanía y ausencia aparte, para que Miguel rompiera los fuertes lazos que le unnian con aquellas personas a quien tanto amaba.
En 1588 fallece su suegra, doña Catalina Palacios ; en el 93 lo hace su bendita madre, doña Leonor, don Rodrigo había dejado de existir en el 85; en 1600 volaba hacia el éter aquella desgraciada chiquilla que tuvo la suerte, como otra Cenicienta adorable, de ser la amante de un Príncipe: Ana de Villafranca , delicioso personaje femenino para una de las «Novelas Ejemplares». Este mismo año que dejaba Miguel las cálidas tierras andaluzas de infinita docencia humana en intensos ejercicios de alta filosofía, moría Rodrigo , su valiente hermano, en acción de guerra. Aquí, una vez cumplida la dura actividad en la provisión de la Armada, ejercerá durante unos mes la gestión de cobros por el Reino de Granada , acogido a subasta de la Hacienda Pública, sobre atrasos de alcabalas, fruto de una Administración que no tardaría en caer, por enésima vez, en bancarrota. Miguel , pues -otro mito-, fue recaudador transitorio y efímero, no de oficio como se insiste en ficharlo. No obstante, y merced a esa mala fortuna que le era habitual, el negocio le creará muy graves problemas con Hacienda, por el simple hecho de ingresar el importe de lo recaudado -alario incluído, que nunca recuperará- en la Banca Freire de Sevila, que se declaraba en quiebra poco después.
La Administración sí recuperó su dinero, mas no Miguel su remuneración , con la añadidura de la injusta reclusiónn en la terrible Cárcel Real de la Ciudad hispalense, por la tozudez malévola del alcalde Vallejo. Aquellos meses de prisión en el masivo y dantesco Infierno sevillno, donde pululaban dos millares de delincuentes de todo tipo, fue impacto brutal superior, con creces, a el de los baños de Argel, que no dejaría de remediar con su ayuda el entrañable amigo Tomás Gutiérrez . Miguel debió apurar aquí uno de los más amargos cálices de su vida, pero estaba previsto y bien marcado en el guión providencial de su periplo terreno: «Padre, si es tu voluntad, aparta de mi este cáliz». Mas era preciso apurarlo.
Para narrar los hechos de esta segunda estacia de Miguel en Sevilla, se precisaría un libro de no pocas y bien apretadas páginas, eso que aquí hemos tenido que abreviar, pues el año se nos acaba y con él el plazo de pubicaciones s que ABC de Toledo y Castilla la Mancha , ha tenido la deferencia de proporcionarnos semanalmente en sus prestigiadas páginas. Quede, pues, bien claro, que en esa Cárcel Real de Sevilla, en este lugar de horror y de miseria infrahumana, «donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación», donde según manifiesta su «padre o padrastro», se engendraba una de las más grandes figuras literarias más de todos los tiempos, que luego se gestará entre Esquivias y Toledo , naciendo de urgencias en los primeros días de enero de 1605, en el pobre hospital libresco madrileño de Juan de la Cuesta: «El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha».
Nos quedan, para terminar de resumir una vida tan intensa, once capítulos. Deo volente.
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