ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA

Poesía resiste: 'El mar de las alturas', nuevo poemario de María Muñoz

«Su poesía avanza inexorable, firme, imperturbable, como un buque rompehielos»

María Muñoz

POR ANTONIO LÁZARO

¿Hace cuánto que conozco a María Muñoz ? No sé, una eternidad, quizá desde anteayer. El tiempo es algo tan inaprehensible. Pero fue, como poco, hace unos 25 años. Nos conectó , incluso con gustos muy distintos, la fraternidad de la poesía . Y colaboramos en un sinfín de pequeñas grandes cosas relacionadas con el mundo editorial y con la gestión cultural: el homenaje desde Toledo a los 25 años de Radio Tres (con el gran Ordovás entre nosotros y la consciencia de que esto no es Hawai), su apoyo (esos exquisitos marcapáginas) para mi libro de cuentos Los ruidos del jardín, presentaciones de libros aquí y allí, un suplemento semanal en prensa sobre actualidad cultural, viajes y acciones en Madrid, en Cuenca, en Toledo… Y largas charlas sobre lo humá y lo diví en la bella casa con piscina que tenía entonces por Los Pinos.

Como a mi admirado Pepe Caballero Bonald , el inolvidable autor de Dos días de septiembre, la novela más etílica (más que Bajo el volcán) de la historia, que acaba de pasar a la otra dimensión, a mí tampoco me gustan los grupos generacionales. Los poetas referenciales, los que tiran del carro y franquean el acceso a nuevos territorios, los exploradores, casi siempre actúan solitarios. María es supersociable, muy de compartir: grupo Hermes, Clásicas y Modernas, Genialogías. Pero su poesía avanza inexorable, firme, imperturbable, como un buque rompehielos. Sin parecerse a nada ni a nadie, ni siquiera a sí misma. Ahora acaba de ver la luz El mar de las alturas, un poemario primorosamente editado por Almud Literaria , que por fortuna prosigue su travesía literaria sabiamente pilotada por Alfonso González-Calero.

Para empezar, la poética de María Muñoz no esconde su afinidad con otras escrituras: la profética o la filosófica. Ni escamotea nombres otrora tan citados y hoy escondidos en un baúl del polvoriento desván literario: Kristeva, Barthes, Derrida, Platón, Nietzsche, Hölderlin. Pero no en plan cita cultista o culterana. Ella ha seguido reelaborando las premisas del estructuralismo , transitando aquellas trochas que los años cubrieron de hojarasca y las filomenas devastaron. ¿Poesía filosófica, pues, intelectualismo puro y duro? No, sensualidad también y mucha vida vivida y por vivir. A veces, la persona lectora de sus poemas se pregunta qué le quieren comunicar, hacia dónde la encaminan estos versos, tan oscuros como luminosos . Cuando conocí a María, era mamá de dos encantadores jóvenes, hoy ya tiene una preciosa nieta. Pero da igual, la radicalidad de su poesía es idéntica o mayor que entonces. María Muñoz permanece asida al mástil de la poesía, ajena a los cantos de sirena de lo actual. Porque lo verdaderamente actual son las cuestiones que plantea su poesía.

¿Vivir nos pertenece? Cuanto existe, coexiste en apariencia. Los arcanos alumbran las palabras. ¿Qué somos? Un intervalo entre los otros, paradigmas del futuro. No hay luz que aprenda de la noche.

Y aunque la autora literalmente declara que «quiere un poema que relate lo sencillo», su lectura apunta a lo inefable. Y no hay diccionario que pueda ayudarnos aquí. Son palabras sencillas, sujeto-verbo-predicado, que exploran sin embargo el mayor de los misterios. «Alzo la copa de la ternura y bebo su don». ¿Cómo no aceptar brindis tan hermoso? Y entonces empezamos a comprender. Quizá estemos ante todo un programa poético de deconstrucción y desvelamiento de la realidad: «en un mundo de desorden avanzado, el poema es la ruptura». Más allá, mucho más, de la cultura concebida como parque temático o escaparate dominguero. La poesía de MM es transformadora, puede cambiarte la vida o el enfoque de las cosas . Oráculos, ritos, secretas ceremonias: todo un banquete de dioses rescatados del imaginario babilónico. Y acabas por adentrarte en ella, sintiéndote como el intruso enmascarado al que el pianista coló en el ceremonial, contemplando a la bella de los labios abiertos avanzar soberbia hacia el ara de su inmolación; consciente del precio de tu osadía y de que el pianista (buen amigo, viejo perdedor) seguro que va a pagarla con su vida, y acaso también tú.

Antonio Lázaro

No hay automatismo en esta escritura sino programa, un plan de decodificación: «“lo intelectual-erótico en una escritura que, liberada exigencia, descifra los códigos de su apariencia real».

Leemos: «en lejanos recuerdos de patria feliz, se enredan estrellas y ensayan olvidos». Solo ensayando el olvido, podremos recobrar esa alegría antigua y abrir la brecha del futuro mediante el poema. Nos queda, en cierto modo, todavía, la palabra. Para romper el oxímoron entre el humanismo y lo digital, para tratar de rehumanizar Matrix, una parte al menos. «Vuelven las rosas, nos desarman para siempre». Poesía resiste.

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