Beatriz Villacañas
Lugar para el reencuentro (95): Carta de Eneas
«Cuán poderoso es el amor, tan poderoso que va más allá de la muerte»
La literatura está llena de amores trágicos. A lo largo de los siglos, la literatura ha venido dando testimonio de cuán poderoso es el amor, tan poderoso que va más allá de la muerte, la supera, la trasciende: recordemos el inmortal soneto de Quevedo «Amor constante más allá de la muerte», que nos cubrió de polvo enamorado. Pero el amor, que trasciende a la muerte, puede también llevar a los amantes a la muerte : pensemos en Píramo y Tisbe, en Romeo y Julieta, en Dido, reina de Cartago, llevada al suicidio por su amor a Eneas, héroe de La Eneida de Virgilio, quien, debido a la misión sagrada que ha de cumplir, se ve obligado a abandonarla. Esta historia me llevó al corazón de Dido y al de Eneas, al que doy voz en este poema que escribí hace algún tiempo:
CARTA DE ENEAS
He dejado las costas de tu reino,
las costas de tu cuerpo
salvador de los naúfragos niños de mi pecho.
Dido, ¿me llamas?
Mil sirenas tus voces en este mar sin tregua.
Y yo no quiero oírlas, cada ola de este universo en que navego
es un paso hacia el deseo de los dioses, hacia su voluntad, dispuesta, si es preciso,
a aplastar cada músculo incendiado de amor de los mortales.
Miserables mis manos,
miserable
este tronco humano
que alberga el corazón abisal de los deseos.
Nada puedo hacer, Dido,
en este mar de dioses y blancas agonías,
en este mar aterrador y bello.
Culpable soy
de no haber sido un dios,
sino tan sólo un hombre que ahora te abandona.
Y este mar, este dolor, esta deidad de agua,
es un cuchillo líquido que llega
al hueso más recóndito.
Este mar es el nuestro, este mar, Dido,
es cuna y es sepulcro de todas las historias
que cuentan estas olas. Y contarán la nuestra
en el incendio azul
de cada amanecer sobre sus aguas.
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