ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA
Instantes de Nueva York (9): Y que venga la noche
«Volver a otra cuna, para siempre, a la misma ciudad donde naciste, es saber que tu madre te acunará para que dejes de llorar»
Uno había pensado que alguna vez no habría viaje de vuelta , que tendría que decir adiós a la sombra y a los chillidos desesperados de las golondrinas que grababan en la torre, al ordenado ruido del barrio, la melancólica monotonía provinciana.
Ha pasado el tiempo, se han ajado rostros y cuerpos, la belleza se ha oscurecido y en los huesos va creciendo un ruido seco de alguien que roe sin descanso. Vendrá la muerte y traerá un vacío , una llave y un olvido. Oficialmente seremos una arquilla de ceniza inútil y fría. Solo el amor rubricará la veracidad de ese polvo que cuando era leño ardía incesantemente.
Volver a otra cuna, para siempre, a la misma ciudad donde naciste es perder el último tren en una estación desvalijada por la indiferencia, es saber que tu madre te acunará para que dejes de llorar, ella que ya está dormida para siempre.
Todo llega: se apaga la casa iluminada , el tiempo va desocupando la mesa preparada para la fiesta, los membrillos que perfumaban la ropa se han podrido, han dejado de sonar las campanas y el barrio es un mercado para turistas . Nos hubiera gustado volver para siempre donde nos conocimos o donde fuimos felices o donde vivimos casi siempre, pero no ha sido posible y al final hemos decidido descansar en Toledo. Allí estaremos hasta que el tiempo destruya la cerradura y entre el viento que esparza las cenizas a la total oscuridad.
Ya tenemos el texto preparado: «HB/JN. Sí, somos polvo, pero enamorado».
Y que venga la noche.
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