Constantino Molina - OPINIÓN
¡España, con dos leones! (más dos monos y un Dodge)
«El bronce de los leones del Congreso no sabe a cuscús, ni a té verde con menta ni a hachís»
«Fundido con cañones tomados al enemigo en la Guerra de África en 1860». Esto se puede leer en el pedestal de cada uno de los dos leones del Congreso . Me fascina. He quedado aquí con un amigo para ir al Barrio de las Letras a tomar unas cañas. Son las ocho de la tarde y el sol cae sobre el bronce dándole un matiz glorioso. Al llegar mi amigo me dice: "Eh, ¿qué haces? ¿No ves que te está mirando el policía?» Estoy lamiendo el bronce, y le digo que sólo quiero saber a qué saben los leones. Que tengo que escribir algo sobre este sabor.
Y aquí estoy hoy, dos días después. El bronce de los leones del congreso no sabe a cuscús, ni a té verde con menta, ni a hachís. A pesar del origen de su materia prima, los leones, saben idiosincrasia 100% española . Saben a «ole mis cojones». Porque eso representan los dos leones del Congreso. Nuestros dos leones son los dos cojones de España. ¿O pensáis que es casual que sean dos, un par, y que cada uno de ellos sustente bajo sus garras una esfera? La metáfora es clara y el mensaje también: Habéis perdido. Os quitamos los cañones, los fundimos y con ellos nos hacemos un par de estatuas que vamos a plantar en el centro de la capital de España. Para que todo dios vea que somos la leche. Ole nuestros cojones.
Y es que no teníamos ni para bronce pero éramos la leche. Los primeros leones del Congreso, plantados en 1851, eran de yeso pintado imitando el metal y duraron un año. Se deshacían con la lluvia. Los segundos fueron dos gatitos de piedra que actualmente se ubican en los Jardines de Monforte, en Valencia. Y finalmente, los terceros y definitivos, llegaron tras la Batalla de Vad-Ras y la reafirmación de Ceuta como plaza española. Allí, en 1860, alguien avispado dijo: «Oye, O´Donnell, que esto es bronce. Que estos cañones de los moros son de bronce. Que ya tenemos el bronce para los leones del Congreso». Nos trajimos el bronce y aquí están: los dos cojones.
Creo que después del brexit, cuando Gibraltar sea nuestro, estaría bien reafirmar entonces nuestra idiosincrasia . Actualizar los leones con dos macacos subidos a lo alto de sus lomos. Deberían ser dos monitos con las manos en alto y actitud festiva. Locos de alegría y con una bota de vino al cinto. Dos monitos hechos con el metal fundido de las barreras de la frontera , sus cabinas rojas de teléfono y sus libras gibraltareñas, las cuales deberíamos rebuscar en todos los cajones del peñón hasta no dejar ni un solo penique con vida.
Pero no sería suficiente. Para afinar más en nuestra idiosincrasia actual deberíamos enjaular el conjunto del mono y el león. Porque somos brabucones, temerarios y alegres, pero últimamente andamos algo apocados y cohibidos. No sé por qué será. Pero estaría bien una jaula hecha también con metal fundido . Y creo que lo ideal sería fundir el Dodge 3700 GT con el que Carrero ascendió a los cielos y que actualmente se encuentra en el Museo del automóvil del Ejército, en Torrejón de Ardoz. En uno de sus barrotes podría poner: «Esta jaula se hizo con el metal fundido del Dodge de Carrero, el amigo, en 2017».
Y todo esto a la puerta del Congreso de los Diputados de España. País que amo y que ya explicaré por qué.
Noticias relacionadas