ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA
Diario de Santo Tomé (6): Poeta con pretensiones
«La mayoría de los poetas no tienen sentido de la brevedad ni del ridículo»
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En todas las fotografías que tenemos de mi padre en grupo siempre aparece en la última fila , casi escondido, apenas el perfil asomado o la cabeza casi tapada por otros rostros que miran a la cámara con agresividad o confianza. Mi padre era de los que pensaban que se debe estar siempre en última fila, pasar desapercibido, no llamar la atención . En los banquetes siempre se sentaba en las últimas mesas. Ignoro si lo hacía siguiendo su educación católica, su reprimida soberbia o su sincera humildad. A él lo que más le gustaba era cuando, sentado en la última mesa, venían a por él para que se sentara en la mesa presidencial o cuando el fotógrafo le decía que bajara a la primera fila . Él se resistía y se quedaba donde estaba, pero se sentía feliz y, posiblemente, pensaba aquello que él se sabía muy bien: 'Los últimos serán los primeros'.
Durante mucho tiempo, y aun a veces, a mí me pasa lo mismo . Si me invitan a leer en algún recital o a alguna conferencia procuro sentarme al final, leer poco , a veces demasiado poco, y si no me preguntan nada, mejor. A veces se asombran cuando digo a los organizadores que si puedo leer el primero. Ser el primero, la mayoría lo considera ser el último. A mí me quita un peso de encima serlo y así puedo pasarme lo que queda del acto, que a veces es mucho tiempo porque la mayoría de los poetas no tienen sentido de la brevedad ni del ridículo , pensando en otras cosas o sintiendo vergüenza ajena al oír las cosas que se dicen. Nada más turbador que un poeta con pretensiones y sin sentido de la mesura.
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