Toledo

«Lo que más he echado en falta con el Covid-19 es el sentido común»

Esteban Collado Escobar es enfermero desde hace 38 años y trabaja en una UVI móvil en Toledo

Esteban Collado (izquierda) junto a uno de sus compañeros de la UVI Móvil de Toledo ABC
Francisca Ramírez

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Esteban Collado Escobar rememora los tres viajes que tuvo que realizar hasta las residencias de Tomelloso , una de las localidades más contaminadas por el coronavirus en Castilla-La Mancha . Este enfermero, de 61 años, que nació en la calle San Juan de Dios, en el barrio judío de Toledo, confiesa que viajó a ese municipio, como a muchos otros, para recoger pruebas. «Lo que ví en Tomelloso era que faltaba información y que aplicaban unas normas extremas, No sé si eso era bueno o malo», recuerda con un halo de tristeza.

Esteban, que se siente orgulloso de sus compañeros y del equipo con el que ha afrontado los días más virulentos del Covid-19, cuenta que antes de la declaración del estado de alarma, su trabajo en la UVI Móvil de Toledo consistía en atender todas las incidencias que necesitan una atención inmediata: accidentes de carretera, infartos de miocardo, ahogamientos, atragantamientos, epilepsias, entre otros.

«Los primeros días estábamos trabajando exactamente igual. Luego nos pidieron que cada vez que tuviéramos un aviso, cuyos síntomas fueran tos, dolor de cabeza, que por favor nos protegiéramos con la equipación adecuada. No hubo problemas porque nosotros teníamos material», dice.

Confiesa que los problemas comenzaron a surgir cuando comenzaron a aparecer pacientes con Covid-19. Entonces —evoca— empezó el descontrol. «Nos llamaban para trasladar pacientes de una unidad a otra. Decían que era por razones logísticas. No entendía nada. Cómo era posible que hubiésemos trasladado a pacientes desde la unidad del Hospital de Parapléjicos al Virgen de la Salud, y cinco días después el trasiego fuera al revés. Yo preguntaba a mis compañeros: ¿tú entiendes esto?. Ellos me decían que no. Todo era muy absurdo», sentencia.

Esteban, que ha estado en primera línea durante el confinamento, se muestra muy crítico con la forma de afrontar esta crisis sanitaria. «Nos hacían que nos expusiéramos de forma gratuita, sin darnos ninguna explicación. Esto ha sido un esperpento, como diría Valle Inclán. La última paciente que trasladé en estas condiciones me costó que estuviera llorando durante dos días», responde. Y matiza que lo que más echado en falta es sentido común y coherencia.

Finalmente, este profesional que lleva unos 38 años de enfermero, habla de su teoría sobre el coronavirus. Dice que siente que están haciendo un experimento con la humanidad, para medir nuestro grado de resistencia y de sumisión con un arma potentísima como es el miedo. «No es un arma biológica es psicológica. El miedo es el sentimiento más fuerte del ser humano», vaticina.

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