VIVIR TOLEDO

La histórica y relegada puerta de Alfonso VI

Un acceso ya cancelado en el siglo XVI y casi velado hasta 1977. Vertidos y ripios rellenaron una vaguada que acabó convertida en carretera sobre un túnel

Enero de 1977, junto a la embocadura del túnel están las señales ya dispuestas para iniciar las obras que eliminarían este tramo carretero inaugurado en 1923 RAFAEL DEL CERRO

Por RAFAEL DEL CERRO

Dos cabales vistas de Toledo tomadas desde el camino de Madrid, la de Anton de Wyngaerde (1563) y la debida al Greco (ca.1610), recogen el perímetro defensivo de la cara norte con sus tres puertas: la de Bisagra, la hoy llamada de Alfonso VI (en tiempos, citada como postigo de la Granja, de Almoguera o Vieja de Bisagra) y la del Cambrón. Esta última, en ambas imágenes, aparece unida por su costado derecho con el convento de los agustinos calzados denominado bajo la advocación, Nuestra Señora de Gracia (s. XIV), alzado sobre la línea amurallada que, ya en época visigótica, vigilaba el paso del Tajo. Fuera de la ciudad, quedaban la picota para los ajusticiados y unas terrizas cuestas hacia la Vega Baja. Las dos panorámicas revelan cómo, en los siglos XVI y XVII, el tramo de murallas comprendido entre la puerta de Bisagra y el cercano postigo de la Granja se apoyaba sobre un desnivelado terreno. Luego, desde dicho postigo, subía un tortuoso sendero hasta la puerta del Cambrón, paralelo a las murallas y junto a grandes palacios renacentistas -hoy ya perdidos total o parcialmente-, como fueron el de Diego de Vargas (junto a la Diputación), el de la familia Silva (donde luego se alzó el hospital del Nuncio) y el de Fernando de la Cerda que quedaría agregado al convento de las Carmelitas.

Aquel camino exterior a la ciudad era el más utilizado por los trajinantes que iban de paso entre las arcillosas tierras de la Sagra y la rocosa comarca monteña, siendo preciso cruzar la puerta del Cambrón, con el oportuno control ante los empleados de aduanas, para seguir por el puente de San Martín. Si la ruta era en sentido contrario y sin necesidad de parar en Toledo, el control fiscal se hacía en el puente para girar más arriba hacia el camino de Madrid tras salir por el Cambrón. Como ya expusimos en otro artículo anterior, al poco de publicarse la llamada Ley Arteta de 1851 -vigente hasta 1857-, surgió la idea de crear un «paso de ronda» para agilizar el tránsito de mercancías y ganados que no tenían su destino final en la propia ciudad. No obstante, en 1853, el gobernador civil Manuel María Herreros ordenó iniciar aquella ronda tras romper un tramo de la muralla. La obra no fue rematada hasta 1864, momento en que se levantó una nueva puerta de arbitrios ante el puente de San Martín. En aquel mismo año, el Estado aprobó un Plan de Carreteras que incluía la ejecución en Toledo de una carretera de tercer orden hasta Navalpino que nacería en la puerta de Bisagra para rodear la ciudad hasta el puente de San Martín y cruzar el Tajo. El municipio denominó aquel trecho periurbano Ronda Nueva, renombrado, en 1916, como Paseo de Recaredo.

Puerta medieval

Pero si ahora ponemos la mirada en el terreno que transversalmente hay entre las puertas de Bisagra y el Cambrón, se puede apreciar que tiene un perfil longitudinal en forma de «V». A lo largo del tiempo, la hondonada natural existente se fue rellenando de sucesivos aportes para nivelar el camino, lo que iría tapando la fachada de la puerta de Alfonso VI. Recordemos que esta entrada es un ejemplo de la arquitectura militar islámica y cristina (ss. X y XIII) que, a mediados del XVI, dejó de estar en uso, dada su proximidad a la puerta de Bisagra. Aun así, se sabe que tan sólo, en 1560, se reabrió cuando llegó a Toledo Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II. En un grabado de Genaro Pérez Villaamil (ca. 1840) se percibe cerrado el gran arco de herradura ante una pintoresca escena popular. Una fotografía de Jean Laurent, fechada en 1875, ratifica que este histórico postigo medieval aún permanecía totalmente tapiado.

La larga clausura de la puerta de Alfonso VI convirtió a su fachada interior en un muro donde se acumularon las tierras y todo tipo de arrastres empujados por las aguas procedentes de la barriada de Santiago del Arrabal. La fachada exterior, la dirigida a la Vega Baja, como ya hemos señalado anteriormente, se iba ocultando por los cascotes y los residuos de los talleres alfareros del barrio de la Antequeruela, materiales que fueron muy estudiados, en 1977, por el ceramista, investigador y académico José Aguado Villalba (1919-2007). Tales acopios y escombros varios, alentados por la ciudad durante siglos para nivelar el terreno desde la puerta de Bisagra hacia la del Cambrón, obligaron, en el siglo XIX, a colocar una verja que protegiese la histórica puerta, ya medio soterrada. En 1907, gracias al interés del pintor turolense Ricardo Arredondo (1850-1911), la Comisión de Monumentos, comenzó a limpiar el paraje y a rehabilitar la referida puerta, abriéndose, en 1908, el paso franco bajo el gran arco. Además, se descubrió una poterna (pequeño portillo) lateral, como revela una postal editada por Menor en 1910, que se cegaría de nuevo, para recuperarse después del año 2000.

Los ingenieros del siglo XX

En 1921, la Jefatura de Obras Públicas de Toledo inició una actuación -estimada en 60.000 pesetas- para urbanizar este tramo de la carretera a Navalpino, ya arbolado, con largos muros laterales de mampostería, ladrillo y una cuidada cantería que otorgaría al conjunto un aspecto de fresco paseo. Al frente de la obra estuvieron los ingenieros Luis Barcala Cervantes (jefe de la Delegación) y Miguel Romero de Tejada . La gran novedad fue que, bajo la carretera, el 8 de octubre de 1923, se inauguró un túnel de corto alzado para facilitar la evacuación de aguas de la calle de Alfonso VI y el paso peatonal hacia la Vega Baja. Al lado del conducto se trazó una escalera para subir a la carretera de Navalpino. En 1925, en un torreón contiguo, se descubrió una placa -retirada años después- alusiva al ingeniero y político Barcala, muy entregado en varios proyectos para Toledo. Sobre su vida y obras remitimos al estudio del investigador Roberto Félix García (2020) en su completo blog Puentes, carreteras y ferrocarriles en la provincia de Toledo .

Hasta finales de 1976 persistió esta estructura que arropaba un túnel, muy utilizado a partir de 1944, para acoger el paso diario de la naciente barriada en torno a la avenida de la Reconquista. En enero de 1977 la Delegación de Obras Públicas y el Ayuntamiento iniciaron las obras para suprimir aquel tramo carretero, creado en 1923, que llegaba hasta el paseo de Recaredo. La retirada de grandes árboles y masas de tierras mezcladas con restos cerámicos y de todo tipo dejarían, por fin, totalmente visible la fachada exterior de la puerta de Alfonso VI. En su costado derecho, donde se sitúa el acceso a un conocido establecimiento hostelero, también se puede comprobar ahora la altura real de la muralla y del antiguo baluarte igualmente semioculto durante siglos.

Rafael del Cerro Malagón, autor de la sección 'Vivir Toledo'

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