«Es desolador ver el monte desde el aire después de un incendio; es como estar en la luna»

Vicente Tordera lucha contra el fuego pilotando helicópteros desde hace veinte años

Vicente Tordera ABC

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«Que una imagen vale más que mil palabras, es cierto. Sería bueno que la gente viese cómo se queda el monte después de un incendio. Es desolador, es como estar en la luna; no hay vida, todo es negro, todo es gris, todo está arrasado. Se te cae el alma a los pies cuando ves cómo ha quedado lo que antes era un bosque frondoso y verde; ahora es un amasijo de palos negros y una superficie totalmente calcinada. Si la gente viese eso, tendría más cuidado a la hora de hacer una barbacoa o una hoguerita. Las consecuencias son terribles».

La reflexión es de Vicente Tordera , Tito para los amigos. Desde 2000 pilota helicópteros para luchar contra los incendios forestales , excepto un par de años que manejó uno en Castilla-La Mancha para asistir a los dispositivos de emergencia de Protección Civil. «Pero llegó la crisis económica de 2008 y el servicio se canceló», lamenta.

Con otros ojos

Trabaja en lo que le gusta, y goza con ello a sus 59 años: «Seguiré hasta que el cuerpo aguante. Dicen que lo ideal es encontrar un trabajo con el que disfrutes. Pues yo disfruto con el mío, me lo paso fenomenal y, encima, me pagan».

Este toledano asegura que no pasa miedo, ni nada semejante, cuando acude a un incendio. «Si tuviese miedo, habría que dedicarse a otra cosa», hila. «Sí es verdad que, cuando vas llegando a un fuego importante, impresiona el frente de llamas y sabes que te espera una jornada dura», reconoce, «aunque creo que he cogido el truco a los incendios».

«La gente dice que es uno de los vuelos con más riesgo, pero yo acudo a un fuego con otros ojos por mi formación militar», revela Tito. Es teniente coronel en la reserva y fue en el Ejército de Tierra, sí en el de Tierra, donde aprendió a manejar helicópteros. Corría el año 1983. «Todo el mundo lo asocia al Ejército del Aire, pero, en realidad, cuenta con muy pocos; el de Tierra tiene muchísimos más helicópteros», aclara este militar locuaz, que se formó también en la base de Almagro, donde el Ejército de Tierra tiene un batallón de helicópteros de ataque.

Allí aprendió a pilotar la aeronave a poquísima altura, a un palmo del suelo, entre 5 y 10 metros. «Sigues el contorno del terreno;si hay un árbol, pasas por encima de la copa y vuelves a bajar», explica con sencillez.

Por eso, después de escucharlo, un lego comprende mejor que Tito diga que no es ningún inconsciente. Sabe lo que hace . «Tienes que acercarte mucho al suelo para realizar las descargas, evitando líneas de alta tensión y cables por todos los lados. Debes tener mucho cuidado —recalca—. Es un vuelo que requiere mucha atención, con situaciones de mucho riesgo, tanto a la hora de coger agua como en el paso sobre las llamas. Hay momentos de muchos apuros».

Tito y su hijo Álex, bombero forestal

Ya como militar en la reserva, fue un conocido quien le propuso luchar contra los incendios desde el aire. Aunque había estado once años sin volar, a Tito le sedujo la idea y probó.

Ahora pilota un helicóptero AS350 B3, el modelo más pequeño que se utiliza en España en estas labores. Trabaja en Castilla y León, sobrevolando el valle del Alberche y Gredos, cuatro meses y medio: de junio a mediados de octubre.

En su base, en Cebreros, no está solo . En cada turno hay un equipo ligero contra incendios forestales (elif) compuesto por cinco personas, contratadas para la temporada y a las que debe transportar cuando hay un aviso de fuego. «Su importante labor no está todavía reconocida», dice sobre sus compañeros, entre los que se encuentra su hijo Álex.

Con ellos realiza los ejercicios físicos diarios para estar en forma y potenciar también el compañerismo, tan necesario en situaciones de riesgo. «En un incendio, transporto a cuatro bomberos forestales y un capataz», da cuenta un piloto de la vieja escuela. «Voy con mi mapa en el helicóptero y me sitúo antes de despegar. Luego es fácil ir hacia el fuego, es seguir el humo», simplifica el presidente del club Toledo Orientación, otra de sus pasiones.

Mensaje de Iker Casillas

Un mapa en la mano

Tito pilota a una velocidad media de 200 kilómetros por hora en el desplazamiento. «Al llegar a la zona, hacemos una órbita o dos para que el capataz valore la zona de mayor peligro y comunique los datos al centro de mando —relata—. Luego intento aterrizar en el punto más cercano al incendio para evitarles una larga marcha de aproximación».

Ya con los compañeros en las entrañas del fuego, Tito debe llenar, las veces necesarias, la cuba de 1.000 litros que cuelga del helicóptero para descargarlos sobre las llamas a una velocidad de unos 80 kilómetros por hora. Con decisión y precisión.

Una de sus intervenciones se hizo viral en las redes sociales por un incendio en Navalacruz (Ávila), el pueblo de Iker Casillas , en agosto del pasado año. El futbolista tuiteó una fotografía del helicóptero que Tito pilotaba cuando recogía agua de una piscina para apagar llamas. «Imagen que no gusta ver. Algo malo está pasando cerca», escribió el jugador.

En sus 19 campañas, Tito no ha perdido a ningún compañero de la brigada en el frente del fuego, aunque sí conoce a gente que ha fallecido luchando contra las llamas. Por eso insiste en que los ciudadanos sean responsables: «Las consecuencias, si no, son terribles».

Y avisa a vista de pájaro: «Por la poca presencia humana debido al confinamiento y las condiciones atmosféricas, con muchísimo calor, hay un gran riesgo este verano».

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