VIVIR TOLEDO
Cinco fotos toledanas de Francisco Mora Carbonell (1898-1977)
El Archivo Municipal de Toledo conserva un lote de cinco positivos fotográficos de la ciudad datados en los años veinte del siglo pasado
El Archivo Municipal de Toledo conserva un lote de cinco positivos fotográficos de la ciudad datados en los años veinte del siglo pasado, debidos a Francisco Mora Carbonell (1898-1977). Su origen se sitúa en Alcoy, en el seno de una familia burguesa, inclinado hacia la práctica del dibujo, la pintura y la fotografía que experimentaban elitistas aficionados. Trabajó en el laboratorio con técnicas singulares como el bromóleo (aplicación del óleo en el proceso de revelado para lograr imágenes coloreadas) o la rara resinotipia, patente debida al italiano Rodolfo Namias . Hasta los años treinta, obtuvo profusas menciones y premios en España y varios países, apareciendo su nombre en revistas especializadas y anuarios internacionales. Su afán por elevar la fotografía a la altura de las bellas artes le llevaría a ser encajado en el pictorialismo, tendencia surgida en el siglo XIX que pervivió en España hasta casi mediados del XX con reconocidos adeptos como fue José Ortiz-Echagüe (1886-1980). Durante la Guerra Civil, Mora permaneció en tierras alicantinas, plasmando en años postreros sugestivos matices del mundo rural. Fue un obligado referente fotográfico en su tierra natal, acercándose al cine documental para testimoniar las populares fiestas alcoyanas.
Desconocemos el motivo y el momento exacto de su paso por Toledo. Parece lógico que, fruto de su natural profesión, captase en la ciudad múltiples imágenes, aunque, por ahora, solo conocemos cinco, sin conexión entre sí, quizá fechadas en octubre de 1926 o la primavera de 1927. No son escenas pictorialistas con poses previamente ideadas por el mismo fotógrafo. Tampoco perfilan el catálogo monumental. Son vistas tomadas al paso, pero que atrapan ciertos detalles curiosos, especialmente en una de ellas situada en Zocodover. Las otras cuatro enmarcan perspectivas y ambientes en diferentes puntos que, por nuestra parte, vamos a ordenar libremente en un supuesto itinerario que pudo hacer el fotógrafo en una misma jornada de visita.
Una vista del río Tajo recoge la presa situada entre los antiguos molinos de San Servando y la central eléctrica La Imperial, levantada en 1897. En la parte inferior queda la Casa Elevadora, inaugurada en 1870, para bombear las aguas al centro de la ciudad. Al lado, varios operarios trabajan en las balsas de decantación. El lugar donde hizo esta foto fue el paseo del Carmen , habitual pausa para quienes subían a pie desde el tren al centro de Toledo, antes de alcanzar, más arriba, el Hospital de Santa Cruz (siglo XVI). Aquí, en otra foto, Mora crea una escena con un niño apoyado en el claveteado portón cruzando la mirada con un perrillo bajo un potente juego de luz. Fuera de la lonja enrejada se entrevé la plaza de Santiago de los Caballeros, destacando el Gobierno Militar, en la histórica Casa de la Caridad, con una bandera cubriendo el balcón principal, detalle usual en las instituciones de la ciudad en fechas especialmente señaladas.
La tercera «estación» de este itinerario imaginado para un forastero era la plaza de Zocodover. Lo plasmado es una mañana, quizá festiva, con endomingados y ociosos espectadores en espera de alguna cita anunciada en el arranque de la cuesta del Alcázar. Un empleado municipal lanza un chorro de agua, apreciándose algunas mangueras entre la gente para baldear de manera especial el lugar. Arriba, numerosos alumnos de la Academia se asoman desde el Alcázar. A la izquierda más banderas cubren los balcones. Entre los dos de la primera planta se divisa una inscripción en la pared y debajo un local dedicado a barbería. Estos datos enlazan con otra fotografía suelta, de la colección Alba, de autor anónimo y la posible datación de la escena.
Por esta última sabemos que, el 29 de junio de 1910, con un acto formal, como narran las crónicas, la ciudad dedicó una lápida al capitán de Infantería Pedro Bermejo Sánchez-Caro, fallecido en acción de guerra en Melilla el 30 de septiembre de 1909. El oficial había nacido en La Mata (Toledo) -donde además se le tributó otro homenaje-, aunque desde los dos años vivió en el número 5 de la cuesta del Alcázar, donde también existía una rumbosa y selecta barbería abierta allí, en 1881, por Juan Valero . En junio de 1920 el fígaro advertía la continuidad del negocio a pesar de las obras que se hacían en el edificio. Al mismo tiempo, dos hijos suyos abrían una barbería en la plaza de Solarejo. La foto de Mora muestra una fachada distinta a la de 1910, incluso se atisba como la primitiva lápida había sido cambiada. Ahora, en la planta baja, un rótulo rezaba: Salón Barbería. Adquirido por Pulido y Merchán. Grandes reformas . En marzo de 1927 leemos en El Castellano un anuncio de los nuevos regentes y sus servicios, lo que sugiere llevar la foto, al menos, a partir de la primavera de aquel año.
Sin embargo, la cuarta foto de Mora , nos abre la posibilidad de fechar su viaje en 1926. El encuadre superior lo perfila el Arco de Palacio. Debajo un grupo femenino camina con prendas de cierto abrigo, avistándose en ambos lados de la calle los tapices que la Catedral, además del Corpus, solía disponer en fechas señaladas. Estos detalles nos llevan a pensar en un momento cercano a las concurridas jornadas del III Congreso Eucarístico Nacional, vividas en octubre de 1926, siendo cardenal Reig Casanova . Las crónicas mencionan jornadas lluviosas previas al día 24 que vivió una gran procesión con la custodia de Arfe hasta la Vega Baja para celebrar allí una magna celebración.
La ultima foto de este supuesto recorrido de Mora Carbonell en Toledo alcanza el borde de la Judería. En la calle de Santo Tomé, antesala de la memoria del Greco, se detiene en la plaza de San Bernardino donde un vendedor callejero -quizá de pan-, con el jumento cargando unos grandes serones, mira a la cámara. Detrás, ajenos a él, unos niños juegan. A la izquierda, dos tiendas cerradas -¿por ser fiesta?- con las habituales puertas de libro de cualquier comercio de la época. A la derecha, un revoco imitando sillares, molduras y un muro de ladrillos arropa el antiguo edificio del colegio de San Bernardino, cuya parte posterior, por la calle de Rojas, tenía el acceso al popular Salón Garcilaso, sede de animados bailes dominicales y de carnaval.
A la espera de nuevos hallazgos y noticias de Mora Carbonell en Toledo, dejamos a la consideración del lector las sugerencias que pueda aportar a este artículo.
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