Rafael del Cerro Malagón - VIVIR TOLEDO
La atención médica en Toledo entre 1900 y 1936
Un recorrido por los hospitales y centros de salud de la ciudad a principios del siglo XX
En España, a partir de 1833, comienza realmente la asunción de la salud pública por parte del Estado, articulándose por medio de leyes generales, como la de Beneficencia, de 1849, o la de Sanidad en 1855. Con ellas se extinguían seculares hospitales caritativo-asistenciales fundados por monarcas, eclesiásticos o nobles, y de los que en Toledo son el de Santa Cruz, el de Tavera y el del Nuncio. Por lo general, a falta de profesionales y recursos, lo más usual en aquellos históricos centros era intentar aliviar la dolencia sobrevenida de modo paliativo o, simplemente, atender espiritualmente al afligido hasta su muerte. Ante graves epidemias y el libre tránsito de infecciosos con males incurables surgían los lazaretos separados de las poblaciones, por eso, en Toledo, desde el siglo XV, los tiñosos eran acogidos en el entonces alejado Hospital de San Lázaro . Sería, a finales del XVIII, cuando el panorama sanitario español avanzaría gracias a centros como el Real Colegio de Cirugía de San Carlos (1780) o la ordenación de los estudios de Medicina a partir de 1843. Estos cambios fueron generando unos profesionales cualificados, beneficiados ya de modernos avances como eran la naciente microbiología y las nuevas vacunas.
En Toledo, la absorción de los antiguos hospitales por la beneficencia pública, se concentró en el de la Misericordia que ya, en el siglo XV, atendía a «pobres enfermos y heridos». Desde mediados del XIX, fue el núcleo sanitario provincial costeado por la Diputación y el único general, de carácter público, que hubo en la ciudad hasta que surgió, en 1965, el Hospital Virgen de la Salud, al margen del creado en el Valle, en 1952, por el Patronato Nacional Antituberculoso. Paralelamente, quedaban dos centros, también a cargo de la Diputación: la Maternidad, en la calle San Juan de Dios, y el Psiquiátrico, o del Nuncio, en la calle Real. En la esfera puramente asistencial persistía el histórico hospital de Tavera, atendido por las Hijas de la Caridad desde 1887, cuya actividad sanitaria acabó con la Guerra Civil.
El Hospital de la Misericordia (o Provincial ) funcionó en la plaza de Padilla hasta 1933 que inauguró sus nuevas instalaciones junto al castillo San Servando. En él se acogía a enfermos sin recursos a la vez que a pacientes de pago en la «sala de distinguidos». Uno de estos últimos fue el fotógrafo Casiano Alguacil. El Ayuntamiento abonó la breve estancia que concluyó con su muerte, en 1914, todo ello como pago de su legado gráfico que hoy conserva el Archivo Municipal de Toledo.
En este mismo hospital, desde enero de 1913, se habilitó la llamada Clínica de Urgencias para atender todo tipo de heridos motivados por cualquier percance gracias a una guardia permanente de médicos y practicantes, además de camilleros para desplazarse donde fuera menester. Por esta época, también para curar en primera instancia a trabajadores accidentados, la potente Fábrica de Armas se dotaba de una enfermería propia cuyo edificio aún pervive con un vacío, y fantasmal, interior. Igualmente, en el Alcázar, la Sanidad Militar atendía en espacios exclusivamente habilitados –botiquín, sala de curas, dormitorios, etc.- a cadetes y soldados.
La referida Clínica de Urgencias, algo largamente exigido a través de la prensa desde 1909, al estar sostenida básicamente por la Diputación, hacía que las sucesivas corporaciones municipales dilatasen la creación de una Casa de Socorro , cuya fallida génesis se remontaba a 1881, incluso, con el nombramiento, en 1884, de su médico titular, Venancio Ruano, que ocuparía la alcaldía de 1902 a 1903. Sería el 12 de febrero de 1930 cuando, por fin, la esperada «Casa» se hizo realidad en el inicio de la cuesta del Alcázar, junto a otros servicios del Ayuntamiento. Su primer facultativo fue el doctor Nicolás Peñalver Peralta con el auxilio de dos practicantes y el instrumental quirúrgico que entonces elaboraba la Fábrica de Armas. En septiembre de 1936, el inmueble, al estar al pie del Alcázar, quedó reducido a escombros, trasladándose la función curativa, de modo transitorio, a la residencia de los jesuitas, en la calle de Alfonso XII, a la sazón vacía. Años después la Casa de Socorro pasó a la calle del Barco y, más tarde, a la de Capuchinos, donde llegó su definitiva clausura en 1990.
Mientras, desde el XIX, iban surgiendo los llamados «socorros mutuos» (como La Protectora o La Humanitaria ) para dar servicio a cualquiera que abonase las cuotas fijadas. Sería en 1908 cuando el Estado crease el INP (Instituto Nacional de Previsión), la base de la seguridad social y del sistema sanitario público. Sin embargo, quienes podían pagaban igualas a médicos y practicantes, lo cual, llegado el caso, facilitaba la atención en el propio domicilio del enfermo. Otro medio eran los colectivos obreros que, según sus medios, procuraban modestos auxilios por infortunios y alguna consulta médica. La sociedad de albañiles, La Progresiva , daba las mejores ayudas gracias al gran número de afiliados, como también lo hacían el sindicato católico San José y la Mutualidad Obrera que, desde 1914, abrió su propio consultorio en la Casa del Pueblo, en la calle de Núñez de Arce 20, esquina a la cuesta del Águila.
En el terreno médico, desde 1900, el auge de nuevas especialidades (otorrinos, oftalmólogos, odontólogos…) y de apoyos sanitarios (efectos farmacéuticos, ópticos, de ortopedia, etc.), casi todos madrileños, irían arraigando en Toledo a través de facultativos y agentes itinerantes que pasaban sus periódicas consultas en hoteles como El Castilla, El Lino o El Imperial . El éxito de algunos de ellos les llevó a abrir un despacho estable o crear, con otros colegas locales, una «clínica operatoria» que solían compartir con sus trabajos en reconocidos centros de Madrid.
Frente a la débil oferta hospitalaria pública existente, este modelo de atención perduró hasta 1936 gracias a la fama ganada por los doctores que las dirigían, lo que justifica que, en otro momento, abordemos algunos de aquellos centros médicos alojados ya en los rincones de la memoria o en las páginas de las hemerotecas.
Noticias relacionadas